El 2 de junio de 1875 un por entonces veinteañero Ignacio Bolívar se dirigía a sus compañeros de la Sociedad Española de Historia Natural para mostrar su enojo ante la aparición de una publicación “que lleva por título
El papel de Bolívar en la correcta identificación de la
Publicado por Ediciones del Serbal, un sello editorial bien conocido para muchos lectores de
Del libro destaca en primer lugar la riqueza de las dimensiones que reúne y de las lecturas que admite, muy en consonancia con la fascinante complejidad del tema abordado. Sobre el recalcitrante núcleo de naturaleza constituido por las langostas en sí, cuyas distintas especies comparecen en estas páginas y cuyos principales rasgos vitales son sintéticamente expuestos bajo un punto de vista biólogico y ecológico, se añaden y superponen multitud de capas culturales, científicas, técnicas, políticas y económicas. Sin olvidar la tensión añadida entre la unidad conceptual del fenómeno, basada en antiguas percepciones culturales y en modernos consensos científicos, y su siempre renovada variedad, en relación con la multiplicidad local de sus manifestaciones y efectos. La condición de geógrafo del autor se pone así al servicio de una mirada a la vez abarcadora e integradora, que no desdeña a priori ninguna de las posibles dimensiones en las que el fenómeno de la langosta se extiende desde lo natural hacia lo social.
Sin menoscabo de esa visión geográfica, se aplica aquí también la perspectiva interpretativa del historiador, que informa buena parte del recorrido del libro. Aunque su desarrollo en capítulos se estructura más bien bajo un esquema temático, a ello se añade en varias de las secciones un cierto grado de orden cronológico, más o menos marcado según los casos. Así ocurre con el capítulo 5, dedicado a los esfuerzos para el control de la langosta en nuestro país, que ofrece un sintético recorrido histórico por la cuestión en el caso español.
Pero si, ciertamente, lo referente a España adquiere aquí una especial visibilidad, ello no contradice la perspectiva genuinamente global que, aun en su brevedad, se ofrece en este ensayo. Es más, la condición de plaga propia de la langosta, padecida por agricultores de todos los continentes y épocas, y aquí reflejada en una serie de apuntes históricos bien elegidos, parece amenazar por momentos con saltar a las mismas páginas del libro, desbordando con su multiplicidad temática, geográfica e histórica, toda posibilidad de tratamiento abarcador y ordenado. Tal peligro queda finalmente conjurado gracias a la decidida vocación sintética, si cabe insistir en ello, aplicada por Buj en este libro, que de hecho se mantiene en un número de páginas muy moderado, lo que facilita y aconseja su lectura completa aun para lectores que pudieran acercarse a él desde intereses parciales o ámbitos conexos. Desde este punto de vista, el esfuerzo desplegado por Buj en este intenso librito merece elogio por haber intentado, con un grado de éxito que podrá juzgar el lector, esa rara combinación en la producción editorial española de rigor académico y soltura divulgativa, tratando de satisfacer tanto al especialista y el iniciado como al lego y el diletante.
Un considerable apoyo visual, con ilustraciones en negro y un cuadernillo de láminas en color, termina de facilitar ese recorrido que