La política de desarrollo autónomo desplegada por la Comisión Nacional de Energía Atómica al cabo de sus primeras tres décadas de vida, condujo a la expansión y enraizamiento del sector nuclear argentino en diversas areas. Con respecto al área médica, si bien el uso de radioisótopos con fines clínicos, así como de investigación contaba al momento de la emergencia del sector nuclear, con un significante número de antecedentes en el país, con la institucionalización de las actividades nucleares, a partir de la creación de la Comisión Nacional de Energía Atómica en 1950, el desarrollo de las aplicaciones nucleares con fines médicos cobraría un fuerte impulso. Esto fue así, en la medida en que se destinaron esfuerzos en: investigación y capacitación, abastecimiento de radioisótopos y puesta en marcha de centros clínicos de medicina nuclear. En este artículo, entonces, veremos como la búsqueda de capacidades científico-tecnológicas propias tuvo cierto paralelismo en el área médica, logrando incipientes descubrimientos científicos, el autoabastecimiento de radioisótopos y la operación de dos centros clínicos que prestaban asistencia a pacientes.
During its first three decades of life, the National Atomic Energy Comission unrolled an autonomous policy of development that lead to the expansion and embedment of the Argentinian nuclear sector in different fields. Although in the medical field, the use of radioisotopes for research and clinical purposes held, at the emergence of the nuclear sector, with a significant number of studies, with the institutionalization of nuclear activities, with the creation of the National Atomic Energy Comission in 1950, the development of nuclear applications for medical purposes gained great impulse. This was possible, due to the assignment of resources in three strategic lines: investigation and professional training, provision of radioisotopes and administration and operation of clinical centers of nuclear medicine. In this article, then, we will see how the quest for autonomous technology development had its side effects in the medical area, leading to important scientific discoveries, the self-supply of radioisotopes and the operation of two clinic centers of nuclear medicine that provided care to patients.
Una importante serie de trabajos históricos sobre el desarrollo nuclear en Argentina durante sus primeros treinta años han demostrado una característica fundamental del mismo: la persistencia de su autonomía. Así, por ejemplo, los artículos de Hurtado de Mendoza (
Si bien, el amanecer del sector nuclear en Argentina se remonta a las acciones del General Manuel Savio
Paradójicamente, durante el periodo más largo de inestabilidad política del país
Dentro de esa autonomía institucional, el uso de radioisótopos con fines medicinales, tanto desde su faceta en investigación como desde su uso en aplicaciones clínicas, fue fuertemente promovida desde la CNEA. Esto fue así, en la medida en que se destinaron esfuerzos a través de tres líneas de acción: investigación y capacitación, producción y distribución de radioisótopos y puesta en marcha de centros clínicos de medicina nuclear. Siguiendo una política de desarrollo autónomo, en pocos años se lograron incipientes descubrimientos científicos, el autoabastecimiento de radioisótopos y la operación de dos centros clínicos que prestaban asistencia a pacientes, conduciendo al crecimiento de la medicina nuclear en la Argentina.
Aunque en Argentina, los antecedentes en el uso de radioisótopos con fines medicinales datan desde mediados de la década de los cuarenta, con la CNEA se tomarían acciones institucionales que de a poco fueron configurando una política de promoción de aplicación de radioisótopos en medicina mediante la articulación de investigación con aplicación clínica e, inclusive, con la producción de gran parte de los insumos necesarios para ello. En este artículo, entonces, veremos cuáles fueron los antecedentes de uso de radioisótopos en medicina previo a la creación de la CNEA, para luego analizar el rol que este organismo público tuvo en cada una de las líneas de acción mencionadas anteriormente durante su etapa de crecimiento, diversificación y enraizamiento (1950-1982) (Hurtado de Mendoza,
Las primeras referencias de uso de radioisótopos en el ámbito de la medicina datan desde inicios de la década de los ‘40, con el empleo de fósforo radiactivo en el tratamiento de afecciones hematológicas
En aquel entonces, los radioisótopos eran adquiridos, más que nada, a través de redes de colaboración que los investigadores establecían personalmente con colegas. Como explica Krige (
De todos modos, la detonación de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki y la posterior Acta de Energía Atómica en 1946, restringirían la libre movilidad de radioisótopos que desde la puesta en marcha del primer reactor nuclear en 1942 podían ser producidos a gran escala. No obstante, en 1947 distintas razones de índole política en los EE.UU.
En este marco, en 1951, el doctor Perinetti
A partir de este episodio, la Dirección Nacional de Energía Atómica (DNEA) traería “todos los equipos electrónicos necesarios (así como) la importación semanal de radioisótopos provenientes de la división de investigaciones médicas de los laboratorios de Oak Ridge (Tennessee), dependientes de la Comisión de Energía Atómica de EE.UU” (Feld y Busala,
Por su parte, la creación de la DNEA en Argentina, obedecía a los intereses del gobierno peronista que veía en el desarrollo de la energía atómica un instrumento estratégico para el despliegue de una industria necesaria para la defensa nacional. El mismo Perón, en una conferencia realizada en la Universidad de La Plata en 1944, decía que “el problema industrial constituía el punto crítico de nuestra defensa nacional, lo que por consiguiente exigía una poderosa industria propia y no cualquiera sino una industria pesada” (Marzorati,
Utilizando distintas estrategias, se intentó en una primera instancia la encomienda a un científico austríaco, Ronald Richter, para que desarrollara la fusión nuclear controlada con una comisión asesora que controlara sus acciones la cual se nombró Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). Mientras crecían las dudas sobre la veracidad de Richter, el gobierno puso en marcha la segunda estrategia para la conformación del campo científico-tecnológico: formar especialistas en el país (Marzorati,
Desde ese momento, por medio primero de la DNEA y luego cuando fuera absorbida por la CNEA
Como dijimos anteriormente, la Argentina no permanecería al margen de este vibrante impulso dado a la aplicación de radioisótopos con fines medicinales. De ahí que en la medida de sus posibilidades, en tanto país semiperiférico, en el área médica la Argentina, al igual que en otros sectores, también llevaría adelante acciones con una orientación de desarrollo autónomo. Primero, incentivando la investigación biomédica y la formación de recursos humanos. Segundo, a través de la importación, fraccionamiento, producción y comercialización de radioisótopos. En tercer lugar, a partir de la puesta en marcha de distintos centros clínicos de medicina nuclear.
Cuando en 1955 se realizara la “Primeria Conferencia Internacional Sobre los Usos Pacíficos de la Energía Nuclear”, Argentina envió una delegación que presentó 37 trabajos. Si bien, de ese total sólo cinco trataban sobre investigaciones biomédicas (Marzorati,
Dentro del primer andamiaje institucional de la CNEA ya reestructurada, se creó el Departamento de Biología y Medicina a cargo del Dr. Constantino Nuñez
Como desprendimiento de este curso, se realizó durante un año – desde 1962 a 1963 - el “Curso sobre uso y aplicación de radioisótopos en bioquímica y farmacia”, a cargo del Dr. Renato Radicella
Anteriormente, los esfuerzos realizados en la promoción a la investigación ya habían mostrado sus frutos en la “II Conferencia Sobre los Usos Pacíficos de la Energía Nuclear”, celebrada en Ginebra en 1958. En esta ocasión, la CNEA presentó un folleto de diversos aparatos que se construían en la Comisión, algunos de los cuales eran especialmente utilizados en investigaciones relacionadas con la medicina, como los escalímetros para contadores Geiger o de Centelleo, los cuales fueron diseñados por Otto Gamba - quien fuera uno de los miembros de la delegación fiscalizadora en el Proyecto Huemul
Estos avances en el campo de la investigación en biomedicina, fueron llevados adelante dentro de un contexto político-económico que propiciaba el desarrollo de la tecnología nuclear en sus distintas vertientes. Es que, a pesar del derrocamiento del gobierno peronista en 1955 y las consecuentes transformaciones en materia de intervencionismo estatal operadas por la “Revolución Libertadora”, la creación del INTA y el CONICET indican que entre peronistas y anti-peronistas existían preocupaciones en común en cuanto al desarrollo científico-tecnológico. En tal sentido, la idea de construir el primer reactor de investigación en Argentina y en América Latina
Otro episodio que señala el rol pionero que tuvo la CNEA en el impulso a la utilización de radioisótopos en medicina en el país, es el de haber iniciado investigaciones en la glándulas tiroides con Tecnecio-99 m, el radioisótopo más utilizado en estudios de medicina nuclear en la actualidad. En el centro de medicina nuclear del Hospital de Clínicas, un científico de la primera camada del curso de metodología y aplicación de radioisótopos, el Dr. Degrossi, desarrolló una técnica para emplear el Tecnecio-99 m en estudios centellográficos en seres humanos a partir de generarlo del Molibdeno-99. Fue un hallazgo a nivel mundial, compartido con un grupo de estudio de Chicago, hecho que fue publicado por los investigadores argentinos en 1964 en la Revista Argentina de Endocrinología y Metabolismo
Justamente, un año antes, se concibió por primera vez la posibilidad de construir una central de generación nucleoeléctrica con la creación del Comité de Centrales Nucleares (Hurtado de Mendoza,
A partir de la década de los ‘70, a tono con los descubrimientos realizados en años anteriores a nivel internacional en cuanto a las propiedades “trazadoras” de los radioisótopos, las investigaciones de la CNEA Irian virando en esa dirección. Por un lado, cobraron creciente importancia la aplicación de radioisótopos de períodos de semidesintegración corto, como el Tecnecio-99 m y el Iodo-123, a centellografías de distintos órganos. Ya para ese entonces, las esperanzas iniciales de la posguerra temprana, basadas en que los radioisótopos se constituyeran como un instrumento eficaz en el área terapéutica, especialmente en el tratamiento contra el cáncer, habían sido desplazadas por su utilidad probada tanto en el diagnóstico clínico, como en su función de trazadores para investigación (Creager,
Por otro lado, se desarrollarían técnicas para determinaciones “in vitro”; siendo las más relevantes las de competición y saturación de hormonas tiroideas y de hormonas hipofisarias a través del radioinmunoanálisis. Así, las líneas de investigación locales se acoplaban a la tendencia internacional de expansión de los ámbitos del radioinmunoensayo en la década de los ’70, en lo ateniente a su utilización como diagnóstico del sistema endocrinológico, para la dosificación de drogas en pacientes de riesgo y para el monitoreo de hepatitis en sangre donada (Creager,
Precisamente, esta misma técnica fue aplicada en la detección del hipotiroidismo en los neonatos - que para ese entonces ya era objeto de un Programa Nacional
Por otro lado, como consecuencia de la actividad del “Grupo Buenos Aires”, el Dr. Aldo E. A. Mitta
Podemos nombrar, también, la creación en 1978 del “Curso Especialista en Medicina Nuclear para graduados” a través de un convenio con la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires
Los decretos N° 10.936 de 1950 que creaba la CNEA y N° 22.498 de 1956, mediante el cual se establecía su marco organizativo, le asignaban el rol de fiscalizar y reglamentar todo lo inherente a las actividades que utilizaran material radiactivo, lo que más tarde se materializaría con la firma de Decreto N° 842 de 1958, ideado integralmente por el Ing. Celso Papadópulos
Para llevar adelante estas tareas, se creó en 1957 el Departamento de Radioisótopos cuyos objetivos eran: a) Abastecer el mercado de radioisótopos, b) Desarrollar y/o mejorar métodos de preparación y control de compuestos radiactivos y, c) Preparar el personal y adquirir la experiencia necesaria para el trabajo con materiales radiactivos en recintos cerrados
En un principio, al no contar con el equipamiento necesario para producir radioisótopos, la CNEA los importaba principalmente de Canadá, Gran Bretaña y EE.UU
Precisamente, las reglamentaciones vigentes posicionaban a la CNEA como organismo contralor de las actividades nucleares, llevando a que la distribución de radioisótopos contara con un alto grado de concentración, no porque la reglamentaciones prohibieran a los usuarios individuales solicitar radioisótopos por su cuenta, sino por las facilidades y los requerimientos de consumo que la CNEA les ofrecía (Radicella,
La utilidad de realizar este proceso localmente, residía en el apreciable abaratamiento que sufrían estos productos al ser importados en grandes cantidades. Ya que, “para cada usuario se solicitaban individualmente, por intermedio de la CNEA, las cantidades requeridas y, sobre cada una de ellas, era necesario pagar el flete aéreo y el recargo aduanero, los cuales sumaban casi la mitad del costo de un embarque”. (Se encararon, pues, las acciones necesarias para fraccionar radioisótopos en el país), para lo que fue necesario “diseñar y construir un aparato de control remoto encerrado dentro de una celda blindada con plomo, dentro de la cual se hacían las operaciones de dilución de la actividad recibida, fraccionamiento o división en las partes necesarias y envase en los mismos frascos de vidrio y recipientes de plomo”
Todo este proceso pudo ser llevado adelante a pesar de que ese mismo año, el presidente Frondizi, en línea con las políticas de “reducción del sector público mediante disminución de vacantes y caída salarial” (Aronskind,
En cuanto a la distribución de material radiactivo, la CNEA realizaba entregas diarias de radioisótopos, siendo el compuesto más solicitado el I-131; del cual en 1964 se hacían 533 entregas, siguiéndole en cantidades mucho menores el P-32 con 169 entregas, el Fe-59 con 101 entregas y el Cr-51 con 99 entregas
Este incremento en la demanda de radioisótopos fue acompañado del desarrollo de equipos y técnicas para producir localmente aquellos radioisótopos de uso masivo que aún se importaban. Así, se comenzó a gestar la idea de construir un nuevo reactor para ampliar la oferta local de radioisótopos que, “tomó cuerpo con la creación de la Gerencia de Energía a cargo del Ing. Celso Papadópulos en 1961, y a continuación con el nombramiento del Ing. Jorge Cosentino
Su puesta en funcionamiento, permitiría cubrir la mayor parte de demanda de radioisótopos, con la producción de compuestos con una actividad de 300 Ci
Del lado de la radiofarmacia, ya desde mediados de la década de los ’60, pero con mayor intensidad desde inicios de la década de los ’70, se hacían entregas periódicas de juegos de preparados fríos para la marcación de fármacos con Indio-113m y Tecnecio-99m. Igualmente, se marcaban rutinariamente hormonas con Iodo-125 y, a partir de principio de los ’80 se inició la producción a pequeña escala de “kits” de tiroxina y de la hormona de crecimiento HGH
En resumidas cuentas, la puesta en marcha de estos equipos le permitió a la CNEA reemplazar radioisótopos importados por otros producidos localmente; posibilitando no sólo el autoabastecimiento para el mercado interno, sino también su exportación a países de la región como Uruguay, Paraguay, Chile y Bolivia. Este salto en la producción local de radioisótopos se evidencia cuando comparamos el nivel de actividad y su origen en 1970, con el de 1971, año en el que se inauguró la Planta de Producción de Radioisótopos; si en 1970 el nivel de actividad producido localmente era de 11 Ci, para 1971 era de 71 Ci. Paralelamente, el nivel de actividad de radioisótopos importados pasó de 104 Ci, en 1970, a 73 Ci, en 1971
Por aquel entonces, se vivían tiempos de convulsión política, luego de la salida del gobierno de facto de Juan Carlos Onganía producto de las revueltas estudiantiles conocidas como el “Cordobazo”. En su lugar, se sucedieron otros dos presidentes de facto, Roberto Levingston y Alejandro Lanusse, quienes tendrían la tarea de sentar amplios acuerdos sociales para el retorno del peronismo, hecho que se concretaría en 1973 con la elección de Héctor José Cámpora y su posterior abdicación en favor de Perón. El mismo, seria quien inaugurara la puesta en marcha de Atucha I en 1974 y, con su regreso el primer presidente de la CNEA, Pedro Iralagoitía, retornaría a su puesto en 1975. En esa primera mitad de la década de 1970, el crecimiento de la actividad nuclear llevaría a la creación de distintas asociaciones civiles relacionadas a ella: la Sociedad Argentina de Radioprotección (SAR) en 1970 y la Asociación Argentina de Tecnología Nuclear (AATN) en 1972.
Por su parte, los esfuerzos realizados en lograr el autoabastecimiento de radioisótopos verían nuevos obstáculos, ya que a partir de la década de los ’80 la proliferación de cámaras gamma llevó al abrupto aumento en la demanda de los mismos. Hubo un gran crecimiento de generadores de alta actividad y aquellos producidos con ciclotrones como el Talio-201 y el Galio-67
Los primeros centros de medicina nuclear en Argentina, aparecieron gracias a que, en 1954, la CNEA hiciera traer tres equipos para captación de yodo radiactivo y uno para medir muestras de sangre, los cuales fueron ubicados en distintos hospitales de la Ciudad de Buenos Aires: el de Clínicas, el Rivadavia y el Rawson
La distribución de estos equipos, se dio en un escensario de plena transformación de la salud pública en Argentina. Es que, con la asunción de Perón como presidente en 1945 emergieron voces que abogaban desde hace décadas por la centralización de la salud pública en un único organismo nacional (Ramacciotti,
De los tres hospitales mencionados anteriormente, fue con el Hospital de Clínicas “José de San Martín” con el cual se profundizaría la cooperación en materia de asistencia clínica a pacientes, aunque también se establecerían vínculos con el Hospital Rivadavia, pero que se discontinuarían en el tiempo. En este último caso, esta temprana colaboración conjunta se dio a través de la Sala XI del Hospital, realizando tareas de investigación y de aplicación médica de radioisótopos en el tratamiento del cáncer
Una vez depuesto el gobierno de Juan Domingo Perón, la “Revolución Libertadora”, si bien no desmanteló los distintos mecanismos de intervención estatal, puso en tela de discusión la modalidad que ésta había adquirido durante el interregno peronista. De este modo, en el campo de la salud convocó a una Comisión de Consultores de la Oficina Sanitaria Panamericana que elaboró y propuso la modificación del sistema sanitario. En este marco, se propició la descentralización del sistema hospitalario mediante la transferencia de varios hospitales nacionales a jurisdicción provincial. Luego, con las presidencias de Frondizi e Illia, se continuarían con algunas de las medidas sugeridas por esta Comisión, como la creación de una Escuela de Salud Pública para la formación de profesionales, así como otras impulsadas por Carrillo, como el ordenamiento nacional de los Hospitales mediante la ley de Reforma del Sistema Hospitalario Nacional y de Hospitales de la Comunidad (Veronelli y Veronelli Correch,
En este contexto, en 1958, por iniciativa conjunta con la UBA, se creaba el Laboratorio de Radioisótopos para Estudios Hematológicos que, en 1962, se transformaría en el Centro de Medicina Nuclear; siendo de gran importancia para su concreción la tarea realizada por el profesor de Clínica Médica de la UBA, el Dr. Héctor Gotta
Asimismo, a través de la Fundación Fortabat, se consiguieron detectores para hacer estudios de riñón. También en 1968 se instalaba la primera cámara gamma en América Latina en el Hospital de Clínicas, posibilitando la construcción de imágenes planares
La colaboración con la UBA en la puesta en marcha de centros de medicina nuclear continuaría cuando, en 1976, se firmara un convenio para la creación de un Centro Oncológico de Medicina Nuclear en el Instituto de Oncología “Ángel H. Roffo”, cuyas gestiones para ser instalado, provinieron de médicos del Hospital de Clínicas, particularmente el Dr. Perasso, quien con el apoyo de la Facultad de Medicina de la UBA, obtuvo recursos para la compra de equipamiento, entre los que se encontraba un centellógrafo lineal, una cámara gamma y un contador de pozo
Ese año, 1976, coincidió con el último quiebre del orden constitucional en Argentina cuando en marzo de ese año una Junta militar designó al General Roberto Videla como Presidente de facto. Su presidencia implicó el fin del modelo sustitutivo de importaciones y el inicio de uno de valorización financiera (Azpiazu y Schorr,
Al interior de la CNEA, también ocurrirían cambios, pero no en la misma dirección que para el resto de los sectores productivos. Más bien lo contrario, con la asunción de Carlos Castro Madero como presidente, la CNEA pondría en marcha una ambiciosa estrategia para completar el dominio del ciclo de combustible que fue cristalizado en el Plan Nuclear de 1979. Así, mientras el resto del sector industrial era desintegrado, para 1982 la CNEA obtenía uno de los presupuestos más altos de su historia, representando casi el 2% del PBI nacional
Es en este escenario, que se propiciaba la colaboración con el Hospital Roffo que, habiéndose entablado previamente mediante el Departamento de Radiobiología, se profundizaba a través de la instalación de este centro clínico. Asimismo, con el inicio de la prestación de servicios de asistencia, se pudo financiar una prolífica investigación en inmunología oncológica
En conjunto, durante el año 1976, ambos Centros, el de Clínicas y el Roffo, “realizaron en total 69.317 determinaciones sobre 18.426 pacientes”
Como corolario de las capacidades y conocimientos construidos en la disciplina, la CNEA ingresó como miembro permanente en el Consejo Federal de la Salud, lo que facilitó “la transferencia tecnológica en el área de la salud (…) permitiendo avanzar en el desarrollo de servicios regionales de radioterapia y medicina nuclear”
A lo largo de este trabajo, hemos visto el importante rol que la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) tuvo en el desarrollo inicial del uso de radioisótopos con fines medicinales en Argentina. Si bien, como única institución autorizada para el manejo y control del material radiactivo, su principal función residía en cubrir la demanda local de radioisótopos, ésta no fue la única. Por ejemplo, la investigación básica y aplicada, fue promovida tanto a partir de la colaboración con universidades e institutos, como a través del Departamento de Biología y Medicina de la CNEA en una multiplicidad de áreas: desde el estudio de las propiedades de los radioisótopos hasta su aplicación en técnicas de diagnóstico y de terapia que, si bien no representaron innovaciones en cuanto a irrupción de conocimiento de frontera, si lo fueron en términos de reproducción y crecimiento del uso de radioisótopos en medicina.
Otro rasgo importante de los aportes de la CNEA al desarrollo de las aplicaciones médicas de los radioisótopos fue la capacitación de especialistas en el área a través del dictado de sendos cursos que continúan hasta el presente. También, la puesta en marcha de los primeros servicios de medicina nuclear no habría podido concretarse sin la asistencia de la CNEA, en cuanto a provisión y manejo de equipamiento, como de radioisótopos. Finalmente, la decisión de construir de manera local los reactores de investigación – primero el RA-1 y, más tarde, el RA-3 – permitieron avanzar sustancialmente hacia el autoabastecimiento de radioisótopos, a la vez que generó un excedente que fue reinvertido en la compra de nuevo equipamiento.
En suma, los distintos aportes que la CNEA realizó al desarrollo de las aplicaciones medicinales de los radioisótopos versaron sobre los ejes planteados a lo largo de este trabajo que, asimismo, se encuadraban dentro de una concepción general del rol que el Estado debía cumplir en el marco del modelo de desarrollo vigente. No obstante, la influencia de la Armada Argentina en la CNEA llevó a que, a pesar de las transformaciones operadas por la Dictadura cívico-militar de 1976 en el modelo de desarrollo, la política de desarrollo autónomo de la CNEA continuara. En tal sentido, el diseño y la construcción de instalaciones nucleares relevantes se encauzaron dentro de una senda de desarrollo autónomo desde los inicios del sector en la década de los ‘50 hasta la vuelta a la democracia en 1983.
Con respecto a las aplicaciones médicas de los radioisótopos, la construcción del RA-3 y de la Planta de Radioisótopos y el consecuente aumento de la cuota de radioisótopos producida localmente se puede enmarcar en la misma senda. Estas acciones, junto con el fomento a la investigación, la capacitación de recursos humanos y la puesta en marcha de centros clínicos de medicina nuclear jugaron un importante papel en el desarrollo de las distintas disciplinas médicas que hacen uso de los radioisótopos.
Fue un ingeniero y militar argentino que se destacó por el desarrollo de la industria siderúrgica en el país a través de la dirección de Fabricaciones Militares y de la Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina (SOMISA) durante la década del ’40.
Fue un reconocido físico argentino que participó activamente en la recuperación del Observatorio Astronómico de Córdoba, en la creación de la Asociación de Física Argentina y del Instituto de Matemática, Astronomía y Física de Córdoba.
Se llamó “Proyecto Huemul” al Laboratorio que Richter hizo instalar en la isla Huemul en San Carlos de Bariloche. Allí, desde 1948 hasta 1952 afirmó estar desarrollando la tecnología necesaria para controlar la fusión nuclear. Durante 4 años permaneció en la Isla Huemul bajo un manto de secretismo; lo que finalizó cuando una delegación enviada por el gobierno para fiscalizar los avances anunciados, encontró que todos éstos eran falsos. Para ver una historia completa sobre el “Proyecto Huemul”, véase (Mariscotti,
Desde el derrocamiento de Perón en 1955 hasta su regreso en 1973, período en el cual estuvo formalmente proscripto por las Fuerzas Armadas, se sucedieron 9 presidentes en el país, de los cuales 5 fueron depuestos mientras ejercían su cargo. No obstante, cuando falleció sobrevino uno de los periodos más sombríos de la política argentina con la emergencia, en 1976, de una nueva dictadura militar.
Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (2014),
Graduado en Medicina en 1931 en la Universidad de Buenos Aires, se perfeccionó en el estudio de patologías hematológicas, dirigiendo y creando varias instituciones asociadas a su estudio como la Fundación de la Hemofilia en 1944, la Sociedad Internacional de Hematología en 1946 y el Instituto de Investigaciones Hematológicas de la Academia Nacional de Medicina en 1955.
De acuerdo a lo señalado por Krige (
Fue un médico que se especializó en el estudio del bocio endémico en la Provincia de Mendoza, en donde se desempeñó como médico agregado de la Dirección General de Salubridad y en donde también tuvo un importante rol en la creación del Instituto del Bocio de la Universidad Nacional de Cuyo en 1951. Hizo su primer contacto con el yodo radiactivo cuando viajó a EE.UU para “perfeccionarse en la patología tiroidea y estudiar la yodación de la sal” (Feld y Busala,
Vale aclarar que al interior de EE.UU los primeros años de distribución internacional de radioisótopos, llevada adelante desde 1947, levantaron suspicacias entre distintos sectores políticos a partir de los peligros que conllevaba para la seguridad nacional la transferencia de una tecnología sensitiva como la nuclear. Particularmente, a partir de lo relatado por Creager (
La autodenominada “Revolución Libertadora”, facción militar que depuso el gobierno de Perón, dispondría por Decreto 384 del 6 de octubre de ese año la reorganización de la CNEA (Marzorati,
Con la llegada de los radioisótopos a Inglaterra en 1947, los laboratorios Amersham y Harwell en Inglaterra comenzaron a distribuir radioisótopos por su cuenta. Los menores requisitos que pedían en comparación a Oak Ridge, llevaron a que tomando como ejemplo a Francia “así como en otros tantos países, la gran mayoría de importaciones (vinieran) de Gran Bretaña. […] Entre octubre de 1949 y Abril de 1952, los laboratorios franceses importaron 1161 fuentes radiactivas desde Harwell y solo 30 desde Oak Ridge” (Gaudilliere,
Químico alemán, fue tesista del Nobel Otto Hahn. “A fines de la década de los ’40 llegó a la Argentina y se instaló en la Universidad Nacional de Tucumán en donde estableció el “Laboratorio de Investigaciones Nucleares” en donde se abocó a la identificación de los radioisótopos naturales a partir de los minerales de uranio y torio y determinar algunas de sus características físicas. Más tarde, cuando se creó la DNEA, se instaló en Buenos Aires fundó la cátedra de Quimica Nuclear en la Universidad de Buenos Aires. En 1955 vuelve a Alemania a partir del pedido de Otto Hahn para la reconstrucción de los grupos radioquímicos alemanes” (Radicella,
Siguiendo a Castro (
Fue un médico y capitán de fragata que, luego de ocupar el mencionado cargo en la CNEA, pasó a ser el Jefe del Laboratorio de Física de la Escuela Mecánica de la Armada, así como el representante argentino ante la Organización de las Naciones Unidas para el Estudio de los Efectos de las Radiaciones Atómicas.
CNEA (1958),
Previamente, entre 1953 y 1955 “la DNEA dictó los primeros cursos de radioisótopos para médicos y biólogos y un curso de defensa radiológica. Uno de los primeros cursos fue “Bases físicas para el uso de los Radiactivos” (1953) dictado por el Dr. Poggio de la Dirección Nacional de Energía Atómica en el Instituto de Medicina Experimental para el Estudio y Tratamiento del Cáncer” (Feld y Busala,
De origen italiano, en 1964 adoptó la ciudadanía argentina. Se recibió como químico en 1955 en la Universidad Nacional de Tucumán y al poco tiempo ingresó en la CNEA en donde se desempeñó activamente en el campo de los radioisótopos, formando del “Grupo Buenos Aires” .
CNEA (1962),
CNEA (1965),
Médico argentino que jugó un importante rol en el desarrollo de la medicina nuclear en Argentina. Fue Jefe de Aplicaciones de Radioisótopos a la Medicina y Biología de la CNEA y más tarde ocupó cargos en el OIEA.
Pahissa-Campá (2015),
CNEA (1958),
Pahissa-Campá (2015),
CNEA (1958),
De acuerdo a lo indicado por Hurtado de Mendoza (
Altschuler y Degrossi (2016):
CNEA (1980),
Altschuler (2016):
CNEA (1971),
Fue un químico argentino que se desempenó como Jefe del Departamento de Química en la CNEA, en donde realizó extensos estudios en el área de radiofarmacia.
Altschuler y Degrossi (2016):
CNEA (1978),
CNEA (1980),
CNEA-Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (1978):
Ingeniero Civil recibido de la Universidad de Buenos Aires. Previo a ingresar en la CNEA en 1956, se dedicó al estudio de la geodesia en el Instituto Geográfico Militar. En la CNEA, se desempeñó en el diseño y la construcción de los reactores de investigación RA-2 y RA-3, en donde ocupó el cargo de Gerente de Energía.
CNEA (1965),
CNEA (1982a): “
CNEA (1967):
Los 12 centros de Capital Federal a los cuales se destinaban radioisótopos eran: Hospital Rivadavia, Cátedra de Semiología del Hospital de Clínicas, IV Cátedra de Clínica Médica localizada en el Hospital Rawson, Instituto de Investigaciones Tisiológicas, Instituto de Oncología “Dr. Ángel H. Roffo”, Hospital Central Militar, Hospital Británico, Servicio de Urología del Hospital Ramos Mejía, Hospital Naval Buenos Aires, Cátedra de Química Biológica, Cátedra de Física Biológica, Instituto de Neurocirugía “Costa Boero”. Por otro lado, los 5 centros del interior del país a los cuales se enviaban radioisótopos eran: Hospital Ex Caridad (Rosario), Instituto del Bocio e Instituto del Cáncer (Mendoza), Cátedra de Fisiología de la Universidad Nacional de Cuyo, Instituto de Fitotecnia (Castelar) [CNEA, 1965, p. 25-26].
CNEA (1956),
CNEA (1964),
CNEA (1961),
CNEA (1971),
CNEA (1965),
El Curio es un unidad de actividad que representa la cantidad de material en la que se desintegran 3,7 × 10 átomos por segundo, o 3,7 × 10 desintegraciones nucleares por segundo, que es más o menos la actividad de 1 g de 226Ra (isótopo del elemento químico «radio»)
CNEA (1965),
Ingeniero Químico de la Universidad Nacional del Litoral, fue el jefe de obra del RA-1 y estuvo presente en todas las etapas de construcción de la Central Nuclear Atucha y en 1977 pasó a ser su Director. También, trabajó en el proyecto y construcción de los reactores RA0, RA1 y RA3, e intervino en todos los problemas vinculados con los reactores de experimentación en la Universidad de Córdoba y Rosario y en la Comisión Uruguaya de Energía Nuclear.
Mientras que el RA-3 contó con la participación de 67 empresas argentinas, manufacturando la mayor parte de sus componentes de forma local y contando con un subsidio de 350.000 dolares del programa Átomos por la Paz de la Atomic Energy Comission de EE.UU, la planta de radioisótopos fue desarrollada localmente a partir de un modelo operativo en Saclay, Francia (Hurtado de Mendoza,
CNEA (1977),
CNEA (1972),
CNEA (1982b),
CNEA (1983),
CNEA (1983),
CNEA (1972),
CNEA (1982b),
CNEA (1981),
CNEA (1982b),
Degrossi (2016),
Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (2014),
CNEA (1959),
CNEA (1971b),
El Tamer (2015),
Médico argentino de la Universidad de Buenos Aires. Fue Profesor Titular en la Facultad de Medicina y Jefe del Servicio de Clínica Médica del Hospital Italiano. Dirigió hasta 1975 el Centro de Medicina Nuclear del Hospital de Clínicas, cuya labor culminó con la publicación de “Medicina nuclear - Aplicaciones clínicas” en 1981. Presidente de la Sección Medicina Nuclear de la Panamerican Association y Miembro Honorario de la Asociación de Biología y Medicina Nuclear.
CNEA (2014),
El Tamer (2015),
CNEA (1971c),
CNEA (1971),
Altschuler y Degrossi (2016):
Era un médico que se desempeañaba en el Instituto Roffo estudiando distintos tipos de cáncer
CNEA (2001),
Zarlenga (2016),
CNEA (1978),
CNEA (1981),
CNEA (1983),
CNEA (1982b),
CNEA (1981),
CNEA (1982b),
CNEA (1981),