RESEÑAS DE LIBROS/BOOK REVIEWS

 

RESEÑA DEL LIBRO "MÉDICOS EN BUSCA DE SU PASADO: CONTRIBUCIONES A LA HISTORIA DE LA MEDICINA EN MÉXICO, 1930-1960"

 

Martínez Barbosa, Xóchitl. Médicos en busca de su pasado: Contribuciones a la historia de la medicina en México, 1930-1960. México, Facultad de Medicina, UNAM, 2017, 300 páginas [ISBN: 978-607-02-8869-2]

 

Uno de los grandes temas pendientes de la historiografía médica en México es su organización y clasificación, pues a pesar de que se trata de la disciplina científica más antigua, en nuestro país no se le ha dedicado un detallado y apropiado recuento historiográfico. Relacionado con lo anterior, se debe señalar que hace poco más de medio siglo que la historia de la medicina en México comenzó a escribirse por historiadores de profesión y hasta hace muy poco comenzaron a estudiarse los fenómenos histórico-médicos desde las perspectivas sociales y culturales. También hay que considerar que la historia de la medicina ha sido tratada tangencialmente por otros campos historiográficos, tales como los de la educación, de las instituciones, de la ciencia en general, de la demografía, de la política, etc. El hecho de que no exista a la fecha un recuento historiográfico general sobre la medicina en México puede tener diversas explicaciones. La principal razón por la que no se ha realizado quizá sea porque en sus inicios, y durante mucho tiempo, la historia de la medicina fue realizada por los propios médicos, quienes, carentes de una formación profesional en el campo de la historia, no tuvieron entre sus intereses metodológicos recopilar de manera crítica la información previa sobre su objeto de estudio. Sin embargo, ya ha pasado un largo tiempo desde que la historia se profesionalizó en México -y que ésta se interesó por los temas sanitarios y de la salud- y aún sigue sin presentarse un trabajo que profundice en tal cuestión. Esta omisión parece que se ha dado por la aparición de diversos grupos de investigación centrados en la historia de la ciencia y de la medicina, los cuales al producir una enorme cantidad de trabajos hace parecer, al día de hoy, que una recopilación sistemática sobre éstos parezca una tarea inabarcable. No obstante, desde sus trincheras, algunos historiadores han presentado trabajos serios y críticos acerca de la historiografía de la historia de la medicina mexicana, los cuales pueden parecer limitados ante la vastedad de la producción historiográfica de la historia de la medicina. En este escenario historiográfico ha aparecido recientemente la obra Médicos en busca de su pasado: Contribuciones a la historia de la medicina en México, 1930-1960 de Xóchitl Martínez Barbosa, la cual arroja pistas importantes para entender el proceso historiográfico de la medicina mexicana.

La historia de la medicina en México tiene una larga tradición historiográfica y hemerográfica cuyos inicios se remontan a la segunda mitad del siglo XIX. Sin embargo, la profesionalización de este campo tardó varios años más en iniciarse. Esto sucedió durante el segundo tercio del siglo XX, espacio temporal en el que se dieron varios acontecimientos, tanto académicos como políticos, que delinearon las pautas de la moderna historiografía profesional de la medicina mexicana. El libro Médicos en busca de su pasado: Contribuciones a la historia de la medicina en México, 1930-1960 (México, UNAM, 2017) hace una detallada descripción de ese momento crucial para la historia médica. En esta obra se traza una línea cronológica que va de la década de 1930, momento en que se dieron los primeros intentos serios por desarrollar una historia de la medicina y de la ciencia en México, a la de 1960, cuando ya estaban establecidas varias sociedades dedicadas a la investigación de la memoria científica nacional y que contaban con sus propios medios de difusión impresos. Esas tres décadas resultaron de vital importancia para el desarrollo profesional de la investigación y enseñanza de la historia de la medicina en México. En esa etapa es posible observar la transformación de la historia de la medicina mexicana, la cual comenzó a ser cultivada con un interés diferente al que permeaba en los estudios anteriores, cargados todavía con una fuerte dosis de positivismo.

En las décadas centrales del siglo XX algunos médicos mexicanos, que lograron colocarse en puestos de la alta burocracia nacional y universitaria, facilitaron los elementos académicos y materiales para que surgieran las primeras sociedades y publicaciones especializadas en la historia de la medicina. Hacia los años sesenta era ya notorio un cambio en las formas de estudio del pasado médico mexicano, pues se habían adoptado diversas metodologías de investigación histórica que provenían de algunos países occidentales.

Xóchitl Martínez aborda las primeras figuras de los médicos mexicanos, y algunos españoles, que entre las décadas de 1930 y 1940 mostraron un marcado interés por llevar la historia de la medicina más allá de la simple recolección y descripción de datos y hazañas. En este sentido se refiere a estos médicos de profesión como historiadores amateurs. Los llama así porque conjugaban su principal labor con la investigación histórica. Esta última actividad no la llevan a cabo de una forma profesional y exclusiva, sin embargo, esto no significa que por ello careciera de seriedad y rigor y que pudiera considerarse como un mero pasatiempo. Al contrario, subraya la autora, había un compromiso intelectual del historiador amateur de la medicina con su vocación de médico.

El libro Médicos en busca de su pasado: Contribuciones a la historia de la medicina en México, 1930-1960 consta de una presentación -a cargo del historiador michoacano Gerardo Sánchez Díaz- una introducción, cinco capítulos y un epílogo. El capítulo I se centra en los orígenes de la moderna historia de la medicina y su institucionalización que tuvo lugar entre los años finales del siglo XIX y principios del XX. El capítulo II está dedicado propiamente a la historiografía de la medicina en México en el periodo que va de 1930 a 1960, en donde se describe la manera de trabajar de los primeros autores que la forjaron y las herramientas con las que contaban para ello. El capítulo III revisa la relación que se estableció entre la política y la academia a través de un grupo de médicos que llegaron a ocupar puestos de dirección en las instituciones de educación superior y de seguridad social en México a mediados del siglo XX. El capítulo IV, por su parte, aborda el tema de los primeros espacios institucionalizados dedicados al rescate de la historia de la medicina en México. Y Finalmente, en el capítulo V se hace un estudio de cómo, a través de tres figuras clave de la historiografía médica mexicana, se transformó la manera de abordar el pasado médico. Los tres personajes estudiados en esta parte son José Joaquín Izquierdo Raudón, Francisco Fernández del Castillo y Germán Somolinos D’Ardois.

El capítulo I revisa el marco internacional de la historiografía médica. Se atienden primero los casos europeo y norteamericano, y luego se revisan las experiencias latinoamericanas. Así, se puede observar que la historia de la medicina se independizó como disciplina a finales del siglo XIX y logró su consolidación en el periodo entreguerras. Fue en el ámbito germánico que se dieron los primeros pasos hacia la institucionalización de la historia de la medicina. En esta parte Xóchitl Martínez describe una serie de hechos que fueron sentando las bases de la moderna historia de la medicina. Por ejemplo, comenta que a inicios del siglo XX se creó la asociación alemana de historia de la medicina, a iniciativa de Theodor Puschmann y poco más tarde salió a la luz la primera publicación periódica especializada en temas de historia de la medicina. Posteriormente, la autora aborda el caso estadounidense, el cual despuntó hacia 1929 con el establecimiento del Instituto de Historia de la Medicina en la Universidad de Johns Hopkins. Este recinto sirvió de refugio a varios investigadores europeos, quienes se habían visto en la necesidad de emigrar a causa de las conflagraciones mundiales. Varios de aquellos primeros historiadores europeos y estadounidenses de la medicina fueron conocidos por los fundadores de la historiografía médica mexicana. Tal fue el caso de Henry Sigerist, quien fue uno de los autores más leídos por los médicos mexicanos de entonces y que mantuvo comunicación con José Joaquín Izquierdo. Se cierra esta primera parte del capítulo I con el aporte de los investigadores españoles, entre quienes sobresalen las figuras de Luis Comenge, Gregorio Marañón, Nicasio Mariscal, Pedro Laín Entralgo y Francisco Guerra.

Por otro lado, de forma paralela al caso mexicano, se estaba gestando en varios países de Latinoamérica una creciente curiosidad por conocer la trayectoria histórica de la medicina. En Argentina se comenzó a impartir la cátedra de historia de la medicina en la Universidad de Buenos Aires en el año de 1937. Una década más tarde ya existía el Departamento de Historia de la Medicina en la misma universidad. En latitudes centroamericanas destacó el guatemalteco Carlos Martínez Durán. A iniciativa suya en su país se crearon los primeros espacios donde se discutieron los temas históricos-médicos. Martínez Durán tuvo una estrecha relación con varios personajes centrales de la historia de la medicina mexicana. En tanto, en Venezuela destacaba la figura de Ricardo Archila quien en 1961 encabezó la Academia Panamericana de Historia de la Medicina. En el caso brasileño sobresalió Ivolino de Vasconcelos y en el cubano César Rodríguez. En el Perú destacaron los nombres de Juan B. Lastre Quiñones, Carlos Enrique Paz Soldán, Fernando Cabieses, entre otros. A finales de la década de los cincuenta en Bolivia se erigió la Sociedad Boliviana de Historia de la Medicina por iniciativa de Enrique Saint Loup Bustillo. En Chile, la Sociedad Chilena de Historia de la Medicina fue fundada en 1955 y años más tarde se creó el Centro de Investigaciones de Historia de la Medicina.

El capítulo II está dedicado a los antecedentes del periodo 1930-1960 y a revisar los materiales de investigación con que se contaba en aquella época. En la parte “Los predecesores” se hace un recuento de la historiografía anterior al segundo tercio del siglo XX. El recuento comienza con la célebre obra positivista de Francisco de Asís Flores y Troncoso Historia de la medicina en México. De la época de los indios hasta el presente, que significó un hito dentro de la historiografía médica mexicana. Posteriormente, se aborda la obra de Nicolás León, quien a principios del siglo XX destacó por sus valiosos aportes a la medicina mexicana en general y michoacana en particular. También se menciona la contribución del historiador veracruzano Enrique Herrera Moreno, cuyos trabajos aparecieron en la década de 1920 y se centraron en la Escuela de Medicina de México. En la segunda parte del capítulo, “Las Herramientas” se examina la relación de la historia de la medicina con las nuevas formas de hacer historia que se estaban gestando en México a partir de la década de 1930. Esta etapa destaca por el aumento sensible de las publicaciones periódicas sobre historia en México. También tuvieron auge los trabajos de carácter bibliográfico que constituyeron un valioso avance en la formalización de los estudios de historia, cuya profesionalización se concretó en la década de 1940. Sobresalen aquí los nombres de Octavio Rojas Avendaño, Heliodoro Valle, Francisco Guerra y Francisco Fernández del Castillo. Destacaron en esta etapa también los estudios monográficos sobre hospitales, entre los que sobresalió por mucho la obra de Josefina Muriel Hospitales de la Nueva España.

El capítulo III está dedicado a revisar las trayectorias de Fernando Ocaranza, Ignacio Chávez Sánchez, Miguel E. Bustamante y Efrén del Pozo. Las gestiones de estos personajes, que ocuparon puestos importantes de la burocracia universitaria y del Estado, contribuyeron notablemente a la institucionalización de la sanidad estatal y a la publicación de grandes obras para la historia de la medicina mexicana. Los rasgos profesionales que compartieron estos cuatro hombres fueron su interés por la historia de la medicina y el poder académico y político. Los cuatro fueron médicos que se formaron o ejercieron en la Universidad Nacional. Tuvieron también una experiencia formativa internacional. Los dos primeros ocuparon la dirección de la Escuela de Medicina y la rectoría de la Universidad Nacional. Sólo para destacar algunos de sus legados a la historia de la medicina, se puede decir que Ocaranza publicó una Historia de la Medicina en México (1934), Chávez sacó a la luz una obra titulada México en la cultura médica (1954), Bustamante tuvo a su cargo la edición de la Historia de la Salubridad y Asistencia en México (1960) y Efrén del Pozo impulsó la edición de la Obras completas (1959-1984) de Francisco Hernández y una edición facsimilar del Códice de la Cruz-Badiano (1964).

El cuarto capítulo hace un repaso por la creación de los espacios colegiados, en los cuales se congregaron lo más representativo de la medicina mexicana. Estas asociaciones constituyeron un lugar favorable para la promoción y difusión de la ciencia. En específico se atienden los casos de la Academia Nacional de Medicina (creada en 1836, pero formalizada en 1864), la Academia Nacional de Cirugía (1933) y la Sociedad Mexicana de Historia y Filosofía de la Medicina (1957). Las dos primeras fueron un sitio de discusión profesional en el campo de la medicina, sin embargo, dentro de ellas se dio cabida a espacios en donde podían ser presentados trabajos sobre historia de la medicina. Por su parte, la Sociedad Mexicana de Historia y Filosofía de la Medicina fue la primera instancia creada ex profeso para la investigación y divulgación del conocimiento histórico-médico en México. Asimismo, estas sociedades, mediante publicaciones periódicas, difundieron los trabajos que versaban sobre la historia de la medicina. Sobresalen en este rubro la Gaceta médica de México, la revista Cirugía y cirujanos y la Revista Prensa médica mexicana.

En el quinto y último capítulo se describen las aportaciones de José Joaquín Izquierdo, Francisco Fernández del Castillo y Germán Somolinos D’Ardois a la historiografía médica mexicana. Xóchitl Martínez considera que la consolidación como disciplina de la historia de la medicina en México se logró gracias a las publicaciones de estos tres autores, pues realizaron trabajos originales, sistemáticos y críticos que tuvieron una amplia difusión en la prensa. De esta forma la historia de la medicina mexicana comenzó a ser apreciada por historiadores ajenos al gremio médico. La producción escrita de dichos personajes gozó de amplia difusión en México y en varias ocasiones en el extranjero. Otra característica académica que compartieron estas figuras fue la relación que tuvieron con historiadores profesionales y humanistas de su época, lo cual enriqueció mucho su trabajo. José Joaquín Izquierdo se abocó al estudio de la renovación del conocimiento médico en las épocas novohispana y contemporánea. Fernández del Castillo, por su parte, abarcó todas las etapas de la historia nacional, aunque tuvo predilección por el periodo virreinal. En tanto el médico español exiliado Germán Somolinos D’Ardois tuvo una inclinación por la medicina novohispana; sus estudios acerca de Francisco Hernández siguen siendo todavía referentes hoy en día.

En resumen, la obra de Xóchitl Martínez muestra la transformación de la historiografía de la medicina en México entre las décadas 1930 y 1960. En esa etapa se transitó de los preceptos positivistas de finales del siglo XIX a nuevos enfoques más críticos y apegados a las metodologías de investigación histórica que estaban surgiendo en México y en el mundo en las décadas centrales del siglo XX. Años más tarde se logró la consolidación académica de la historia médica nacional con el surgimiento de sociedades e instituciones dedicadas de forma exclusiva a la investigación, docencia y difusión de la historia de la medicina. Cabe agregar, que, aunque no es la intención principal del libro, éste abre una nueva brecha en un campo que ha sido abandonado por los actuales historiadores de la medicina: la recopilación y crítica historiográfica, pues hoy en día no existen trabajos que aborden de forma analítica la producción historiográfica de la medicina mexicana. Ésta es una tarea que sigue pendiente, sin embargo, el libro Médicos en busca de su pasado: Contribuciones a la historia de la medicina en México, 1930-1960 proporciona un incentivo para realizarlo, pues da la pauta para entender un antes y un después en la producción histórico-médica en México.

 

Gerardo Martínez Hernández
Universidad Nacional Autónoma de México
Email: gemarh@yahoo.com

 

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