RESEÑAS DE LIBROS/BOOK REVIEWS

 

RESEÑA DEL LIBRO "RELICS OF THE PAST. THE COLLECTING AND STUDY OF PRE-COLUMBIAN ANTIQUITIES IN PERU AND CHILE, 1837-1911"

 

Gänger, Stefanie. Relics of the past. The Collecting and Study of Pre-Columbian Antiquities in Peru and Chile, 1837-1911. Oxford & New York, Oxford University Press, Oxford, 2015, 311 páginas [ISBN 978-0-19-968769-5]

 

En las últimas décadas, la historia de la ciencia ha propiciado una significativa apertura al estudio de las conexiones entre los diversos participantes que construyen los saberes científicos. En los años noventa, Nicholas Jardine, James Secord y Emma Spary (1996) proponían una aproximación a los estudios culturales de historia natural desde las gentes, los objetos naturales, las instituciones y las colecciones, así como también a partir de las prácticas en torno al proceso de difusión del conocimiento. Actualmente, la disciplina se abre al análisis de la contribución de América Latina como un agente activo en la construcción de las disciplinas científicas.

De esta forma, quedan atrás las tradicionales visiones que relegaban a los territorios hispanos al espacio periférico y a la recepción pasiva del conocimiento. A su vez, los historiadores de la ciencia han destacado cada vez más la relación entre antigüedades y naturaleza americana para explicar los orígenes de disciplinas como las ciencias naturales y la arqueología, así como la participación de diversos actores en este proceso. Desde esta perspectiva, Stefanie Gänger escribe Relics of the Past, The Collecting and Study of Pre-Columbian Antiquities in Peru and Chile, 1837-1911. Un libro que refleja un proceso de estudio acucioso por parte de la autora, quien ha seguido líneas de investigación en torno a la historia de las ideas, de la ciencia y del conocimiento en América Latina, el rol de las élites indígenas en el periodo tardío colonial y la historia del anticuarismo, la arqueología y el coleccionismo en Perú y Chile del siglo XIX. Stefanie Gänger es actualmente académica del Instituto Histórico de la Universidad de Colonia, en Alemania, y sigue una destacada trayectoria vinculada a la historia global e historia de la ciencia, lo que se plasma en sus diversos artículos sobre la materia en los últimos años como Circulation: reflections of circularity, entity and liquidity in the language of global history (2017) o In their own hands: domestic medicine and ‘the cure of all kinds of tertian and quartan fevers’ in late-colonial Lima (2016).

En Relics of the past, Gänger integra la circulación de objetos y personas a nivel global con una historia de la anticuaria y el coleccionismo en América Latina con especial énfasis en dos ciudades peruanas, Cuzco y Lima, y los territorios de la Araucanía, en Chile. Su estudio se centra en el momento del surgimiento de los estados nacionales, época previa a la institucionalización y profesionalización de la disciplina arqueológica en el continente. La autora traza la circulación de cuatro objetos humanos y materiales: un mascapaycha, insignia del poder incaico, un khipu Inca (herramienta para el registro y la contabilidad), un indio araucano, Pascual Coña (1840-1927), considerado como una reliquia viviente debido al proceso de “desvanecimiento” de los araucanos tras la “Pacificación” llevada a cabo por el Estado chileno; y una jarra proveniente de Valdivia, ejemplo material que evidencia las reflexiones nacionalistas en torno a la conquista incaica en los que eran ahora los territorios de Chile.

Cada capítulo se enfoca en los orígenes del objeto estudiado, su uso antes de entrar a la colección, y también mira hacia el futuro de la pieza, generalmente marcada por la pérdida y el abandono. En el caso de Pascual Coña, las reflexiones van en torno a la desaparición del indígena en aras del sometimiento al nuevo estado-nación y en nombre del progreso. La autora trata esta idea de dominio y preservación, lo que hace que Coña se convierta en el último de su estirpe, para una sociedad que intenta relegar al olvido al pueblo araucano tras la ocupación.

La historia de los objetos y personas en circulación es importante en este estudio al constituir el punto de partida desde donde la autora reflexiona sobre el papel de los coleccionistas de antigüedades en Hispanoamérica. Estos siguieron utilizando una óptica clasicista para valorar las piezas provenientes de los pueblos nativos del continente. En algunos casos, las piezas eran de etapa prehispánica. En otros, constituían utensilios aún usados por esas comunidades en el presente. Sin embargo, todo confluía en una visión: pertenecían a un pasado antiguo y remoto, pues, a ojos de estos coleccionistas, las piezas provenían de sociedades que se habían detenido en una línea de progreso constante donde solo cabía avanzar. Las sociedades modernas y occidentales, calificaban a las comunidades indígenas como inmóviles y, por tanto, pertenecientes a una etapa muy lejana a pesar de que su antigüedad cronológica fuera reciente.

A través de estos objetos y personas en movimiento, Gänger nos introduce a la historia de un mundo aún poco conocido: los coleccionistas de piezas arqueológicas en la etapa inmediatamente posterior a la consolidación de la independencia de Hispanoamérica y en un momento donde recién comenzaba a desarrollarse la arqueología como disciplina. En este periodo muchas de las ciudades de Perú y Chile albergaron a comunidades de coleccionistas participantes de las élites locales (Ana María Ceneno, Emilio Montes, José Lucas Caparó Muñiz, Nicolás Sáenz, entre otros). Todos ellos contribuyeron en gran medida, por medio de ventas y donaciones, a la formación de museos públicos en Cuzco y Lima.

A través de la historia de las antigüedades de la Araucanía, la autora realiza un estudio de los coleccionistas de Chile, analizando sus escritos, acciones y conexiones, así como sus contribuciones al Museo Nacional. Entre ellos destacan importantes eruditos como Rodulfo Armando Philippi, José Toribio Medina o Benjamín Vicuña Mackenna. Asimismo, aborda la significación de la guerra del Pacífico como una etapa expansionista del estado chileno. Como fruto del citado conflicto se produjo la incorporación de antigüedades mapuches o araucanas en los Museos, aspecto aún poco estudiado en el contexto de la formación de las colecciones de antigüedades chilenas. Sobre este tema recién se han generado nuevas reflexiones que vinculan lo antiguo con los nacionalismos (en los últimos años destacan en Chile los estudios que sobre esta materia han desarrollado Carlos Sanhueza, Jorge Pavez, Octavio Lagos, Bernando Arriaza, entre otros)

Por otra parte, Gänger consigue abordar otras temáticas apasionantes como el papel de algunas mujeres de la aristocracia como dueñas de gabinetes de antigüedades y activas participantes de los círculos científicos, encarnado en el caso de la colección de Ana María Centeno. La participación de las mujeres en el desarrollo científico e intelectual de la América Hispana es un tema hasta ahora poco investigado y podría abrir un nuevo campo de estudio sobre el rol femenino en el coleccionismo.

Asimismo, Gänger mantiene una postura clara sobre los debates en torno al apoyo del Estado en la formación de las colecciones nacionales y el impulso científico, reflexionando sobre el éxito y fracaso del apoyo estatal. Concluye que la participación del Estado no fue relevante en el coleccionismo de antigüedades y naturaleza, ya que ambas actividades estuvieron mayormente concentradas en manos de los particulares.

En una línea temática muy similar a la anterior encontramos la obra colectiva Nature and Antiquities. The making of archaeology in the Americas, editado por Philip L. Kohl, Irina Podgorny y Stefanie Gänger. Philip Kohl es profesor de antropología en Wellesley College y tiene amplia experiencia en arqueología del Próximo Oriente. Ha estudiado la relación entre nacionalismo y arqueología centrándose en la relación entre construcción de las naciones y la reconstrucción del pasado remoto. Por su parte, Irina Podgorny, es una destacada antropóloga e historiadora de la ciencia argentina. Ha investigado y publicado sobre temas de arqueología, coleccionismo y museos de historia natural. Actualmente se desempeña como investigadora principal del CONICET en el Archivo Histórico de la Universidad Nacional de la Plata. Junto a ellos, participa Stefanie Gänger, lo que refleja las estrechas redes de colaboración internacional que pueden articularse en torno a la investigación en temas de naturaleza, arqueología y antigüedades.

Desde una amplia perspectiva, en las páginas de Nature and Antiquities se trabajan cuestiones que contribuyen a la comprensión del proceso de formación de los museos de historia natural y también al desarrollo de las ciencias naturales y la arqueología en las Américas. Uno de estos temas es la vinculación del estudio de lo indígena con las ciencias naturales, así como la relación entre el estudio de la naturaleza y la historia de la arqueología en el continente americano.

Uno de los puntos interesantes de Nature and Antiquites es la reflexión sobre la exclusión de los pueblos nativos de América de la historia civil, aspecto que también es mencionado por Stefanie Gänger en Relics of the Past. Esto se debió principalmente a que los académicos de la Ilustración relegaron estas civilizaciones al ámbito de la historia natural. Incluso incas y aztecas sufrieron esta postergación porque carecían de monedas y alfabeto. El Siglo de las Luces, en este punto, no habría hecho más que seguir a los primeros cronistas de Indias: para ellos, la historia de los nativos se vinculó desde un principio más a una historia natural que a una humana, haciendo a los aborígenes de América objetos para la clasificación junto a la flora y la fauna (Alice Beck Kehoe, Manifest Destiny as the Order of Nature). Por ello, en la mayoría de los museos y colecciones privadas, las antigüedades americanas han ido junto a la industria y la naturaleza.

A diferencia de los primeros cronistas y exploradores de los siglos XVI y XVII, los ilustrados se apoyaron por primera vez en la evidencia material para estudiar América desde cero, en un momento en el que las crónicas de indias perdieron credibilidad entre los estudiosos de la época. Para ello fue necesario entonces definir y corroborar un lenguaje. En este sentido, el libro se preocupa de la temprana historia de cómo algunas personas definieron y corroboraron un método y un cuerpo de evidencia material para el estudio de una antigua América (Miruna Achim, Skulls and Idols: Anthropometrics, Antiquity collections and the Origin of American Man, 1810-1850 y María Margaret Lopes, Mariza Corrêa e Irina Podgorny, Arrows and Sciences: Odd Displays for Another Brazil, 1840-1882)

En Nature and Antiquitites se trazan episodios sobre cómo los contemporáneos escribieron y re-escribieron la historia del Nuevo Mundo. El énfasis particular de las contribuciones evoca tanto a la naturaleza como a las antigüedades de la América precolombina. Es interesante también cómo los autores ponen de relieve la inexistente división de la disciplina arqueológica en sus orígenes, momento en que participaron recolectores, viajeros y académicos que se movían en diversos espacios geográficos. Vemos así que personas de diversas profesiones, como ingenieros, médicos y lingüistas, se involucraron activamente con la arqueología (Joanne Pillsbury, Finding the Ancient in the Andes y Máximo Farro, Place-Names and Indigenous Languages: Samuel Alexander Lafone Quevedo and British Antiquarian Methods in Nineteenth Century Argentina). A esto se suman las expediciones geográficas y botánicas (Irina Podgorny, From Lake Titicaca to Guatemala: The Travels of Joseph Charles Manó and His Wife of Unknown Name). Por lo tanto, la obra apunta a una historia de la arqueología incluyente de estas prácticas y discursos divergentes que emergieron en relación a la coleccción, venta, consumo y estudio de las antigüedades americanas a lo largo del siglo XIX, a la vez que considera la forma de coexistencia con otros estudios.

Al igual que en Relics of the Past, los autores de Nature and Antiquities evalúan el papel del Estado en este proceso durante el siglo XIX. Contrario a la idea de que este tuvo un rol protagonista en el desarrollo científico de las naciones americanas, las cuales no proveyeron fondos para la práctica arqueológica y muchas iniciativas descansaron en manos de los particulares (Stefanie Gänger, The Many Natures of Antiquities: Ana María Centeno and Her Cabinet of Curiosities, Peru, ca. 1832-1874 y Adam T. Sellen, Fraternal Curiosity: The Camacho Museum, Campeche, Mexico).

Hay capítulos de gran interés y novedad ya que analizan la situación de los pueblos nativos de Norteamérica proyectando su situación hacia el siglo XXI (Susan Roy, Visualizing Culture and Nature: William Taylor’s Murals in the Hall of Northwest Coast Indians, American Museums of Natural History o el estudio de John S. Gilkeson, Saving the Natives: The Long Emergence and Transformation of Indigeneity). En este sentido, el desvanecimiento de las comunidades indígenas parecería seguir marcada por la perspectiva del progreso que los relega a la categoría de reliquias humanas, aún en la actualidad.

Ambos libros, Relics of the Past y Nature and Antiquities nos ilustran sobre los orígenes de la arqueología en Hispanoamérica, disciplina que necesariamente requiere considerar la labor de coleccionistas y anticuarios en la interpretación y acopio de los objetos de antigüedades. Se enmarcan también en la historia global de la ciencia, una historia de la red de conexiones e intermediarios que hacen viajar el conocimiento y los objetos. En relación a estos debates, los autores evidencian que los historiadores han realizado un esfuerzo concertado de descentralizar la tradicional orientación eurocéntrica, y sobre todo anglocéntrica, de la historia de la ciencia. En su lugar insertan, entre otros aspectos, el mundo ibérico, hasta ahora tan descuidado por los especialistas.

Durante la última década en particular, los académicos han estudiado la sistemática recolección de información, plantas, curiosidades y conocimientos producidos al interior de los imperios español y portugués. En este contexto, los historiadores de la ciencia han demostrado que América Latina también ha participado activamente de los debates científicos, proceso que se acompaña por un esfuerzo de identificar quiénes eran históricamente estos agentes, y cómo se formaron las colecciones y las ideas en el continente americano, visto tradicionalmente como alejado de los centros de conocimiento. A través de las dos excelentes propuestas que hemos recensionado, entendemos las posibilidades de la historia global y el papel activo de América Latina en los debates epistemológicos decisivos para construir la historia de disciplinas como la arqueología y las ciencias naturales.

 

Carolina Valenzuela
Universidad Autónoma de Chile
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