RESEÑAS DE LIBROS/BOOK REVIEWS

 

RESEÑA DEL LIBRO "LAS MÁQUINAS DEL IMPERIO Y EL REINO DE DIOS: REFLEXIONES SOBRE CIENCIA, TECNOLOGÍA Y RELIGIÓN EN EL MUNDO ATLÁNTICO DEL SIGLO XVI"

 

Nieto, Mauricio. Las máquinas del imperio y el reino de Dios: reflexiones sobre ciencia, tecnología y religión en el mundo atlántico del siglo XVI. Bogotá, Ediciones Uniandes, 2013, 288 páginas. [ISBN: 9789586959131]

 

Ningún estudio histórico que se precie merecerá el más mínimo respeto por parte de la comunidad académica si no remite explícitamente a fuentes y archivos. Esta afirmación, lejos de ser obvia, se convierte en el pan de cada día para los investigadores que se someten sin descanso a la pregunta: Pero… entonces … ¿cuáles son sus fuentes?, especialmente aquellos filósofos convertidos en historiadores. En última instancia, esta pregunta interroga por la legitimidad del trabajo histórico. Pues bien, las fuentes son imprescindibles, sin fuentes no hay historia, pero lo cierto es que no lo son todo. Muchos lo saben. En el caso de los estudios sobre lo que se ha llamado ‘ciencia ibérica’ el problema se hace evidente. La pregunta por las fuentes nos exporta inexorablemente hacia otra cuestión, a la pregunta por la forma o el modo de contar la historia, y este no es un tema menor. En este sentido, parece que la historia de la ciencia moderna del mundo ibérico ha sufrido en lo que va de siglo importantes metamorfosis. En España y Portugal los estudios sobre ciencia moderna han sido, con algunas excepciones, profundamente descriptivos, lo cual lejos de ser una crítica no les resta todo su valor. Se trata tan solo de una forma de historia. Estos estudios han abierto infinidad de caminos antes inexplorados. Por su parte, el mundo anglosajón, especialmente norteamericano – con autores de origen hispano afincados en prestigiosas universidades de Estados Unidos – dio hace aproximadamente un par de lustros un nuevo paso para explotar un campo con enorme potencial y aportó una nueva narrativa, aguda y elegante a la vez. Se trata de otro modo de contar la misma historia, y el modo sí que importa. Desde la península se afirma con desdén nada nuevo bajo el Sol… aquí llevamos décadas escribiendo lo mismo… solo que ahora se escribe en inglés, pero no es cierto. Mientras tanto, la historiografía italiana, francesa y alemana sigue a lo suyo, con estudios concienzudos que responden más a trabajos aislados de alta erudición que a un programa colectivo. Esto tampoco es una crítica. Pero la verdad es que ante el riesgo de morir de forma prematura la ciencia ibérica estaba pidiendo a gritos algo más, algo así como un análisis teórico de las fuentes y de los problemas que su inagotable manantial de novedad depositó en el mundo moderno, un análisis – cabe mencionar - de carácter más sociológico que intelectual, pues este último siempre ha considerado el mundo ibérico como un hijo bastardo de la Europa civilizada. Los componentes históricos de esta historia así lo requieren. El historiador no puede perder esa oportunidad, pues se antoja un nuevo Potosí tanto para el historiador español y portugués como para el nortemaricano o latinoamericano. No hablamos simplemente de aprovechar una moda pasajera, pues todas lo son, sino de responder a una deuda histórica y a un vacío historiográfico si no inexplicable al menos sí injustificado. Y esto es algo que Mauricio Nieto sabe muy bien.

Las máquinas del imperio representa una notable respuesta a esta situación. Si bien los trabajos precedentes de autores como Antonio Barrera o Maria Portuondo han destacado los procesos de acumulación de conocimiento empírico y las prácticas asociadas a ellas bajo los imperios ibéricos, Mauricio Nieto ha intentado dar un nuevo paso interpretativo, a nuestro juicio no definitivo, pero sí exitoso. Al contrario de lo que indica su subtítulo, este trabajo va más allá de una mera reflexión sobre ciencia, tecnología y religión en el mundo atlántico del siglo XVI. El libro de Nieto es también una aproximación a las relaciones entre conocimiento e imperio – clave en la historia de la ciencia occidental -, y sobre todo, un estudio sobre las bases del Renacimiento y los orígenes de la modernidad que gira en torno a un importante hiato historiográfico, esto es, “la consolidación de un imperio cristiano de pretensiones globales y la conformación de un nuevo orden mundial centrado en la Europa occidental” (p. 265). He aquí una de las novedades de este libro, el eurocentrismo como unidad de medida. Por su parte, el adjetivo cristiano ocupa un lugar especial en el discurso de Nieto, pues los agentes divinos se suman a la tríada de agentes sociales, técnicos y naturales. Este es otro de los aspectos más originales y atrevidos de la obra, que muchos considerarían un tanto expresionista e, incluso, exagerado, aunque los textos del siglo XVI dicten lo contrario. Que juzgue el lector! A nosotros, nos basta con un ejemplo. Más allá de pensar la conquista del Atlántico como una misión de expansión de la fe cristiana y de la autoridad de la Iglesia, especulemos por un instante con el mundo de la navegación, desde la enérgica motivación religiosa de la exploración marítima hasta la fe ciega de los hombres de mar pasando por la consideración de la vida que transcurre en un barco como ‘afirmación de vivencias religiosas’. “Si querés saber orar, aprended a navegar” (p. 179) resumiría Fernández de Oviedo. Los asuntos burocráticos, comerciales, jurídicos, náuticos, cartográficos o los de historia moral y natural fueron en la España expansionista una y la misma cosa. Todos conforman una ciencia global. En otras palabras, “el Estado imperial católico fue una organización técnica y científica, y la ciencia y la tecnología, un asunto de gobierno al servicio tanto del rey como de Dios” (p. 261).

Su autor no elude ni las grandes preguntas ni las antiguas paradojas que han rodeado a la ciencia ibérica. Vuelve sobre la difícil relación entre modernidad y pasado ibérico, y se suma así a la denuncia, iniciada por Jorge Cañizares-Esguerra, sobre el lugar marginal que la exploración ibérica del Atlántico ha ocupado siempre en la historiografía de la ciencia. En palabras de Nieto, “la producción de un mapa del mundo fue una labor de poderosas instituciones que permitieron sistematizar bajo un marco de referencia común la experiencia de muchos. Esta es precisamente una de las características esenciales de la idea de ciencia moderna y, por lo mismo, se trata de un episodio que debe ser incorporado en cualquier narración que pretenda dar cuenta del nacimiento de esta última” (p. 209); por no mencionar los paralelismos – también sugeridos por Nieto - que el proyecto español comparte con el programa baconiano cuando hablamos de ciencia al servicio del imperio.

Nieto lleva a cabo varias apuestas metodológicas. Por un lado y tomando como inspiración los trabajos del sociólogo de la ciencia John Law sobre los métodos de control de la larga distancia empleados por el imperio portugués, reanaliza la conquista española de las Indias Occidentales desde el enfoque sociológico de la Teoría del Actor-Red (Actor-Netwotk Theory) – que considera los artefactos humanos y no humanos como parte de los sistemas de control a distancia y no como medios para un fin. Por otro lado, lejos de referirse a la conquista en términos de ‘descubrimiento’, ‘encuentro’ o ‘invención’, Nieto reconstruye dicha conquista en términos de ‘comprensión del Nuevo Mundo’, a saber, explicar cómo determinadas prácticas científicas convirtieron lo extraño en cotidiano. Para ello nos advierte de un importante error histórico: separar el relato de la historia de las ciencias de aquel otro que narra la historia política de la Europa moderna. Releamos a los naturalistas españoles del siglo XVI. “La construcción de un imperio demanda la existencia de una actividad científica que haga posible ordenar la naturaleza y la sociedad bajo códigos comunes. Por lo tanto, la cosmografía, la náutica y la cartografía, así como la historia natural y la política, deben ser consideradas expresiones de un mismo propósito de control y dominio […] La mayoría de quienes escribieron por primera vez sobre el Nuevo Mundo, como Oviedo o Acosta, entendían la descripción de la naturaleza y de la cultura, de la historia natural y de la historia moral, de Dios, de las acciones humanas, y del mundo natural en general, como parte indisoluble de una misma historia” (p.245). De acuerdo con Nieto, las prácticas tecnológicas eran partes constitutivas del poder imperial y no simples herramientas. Sólo así deben ser entendidas las máquinas del imperio, a saber, como artefactos que desarrollaron sus funciones en el reino híbrido de Dios.

Este es un libro sobre la creación de marcos de referencia comunes, el establecimiento de normas para la organización de información, formas de normalización de la experiencia, la implantación de códigos estables de observación, la estandarización de datos y medidas, sobre las instituciones imperiales del siglo XVI, pero también sobre pilotos, cartógrafos, cosmógrafos, naturalistas, viajeros, comerciantes y príncipes; y decididamente sobre reglamentos, velas, barcos, mapas, tratados de navegación, astrolabios, plantas, animales y un largo y heterogéneo etcétera. Se trata de un trabajo heterogéneo, como su propio enfoque. Es también un libro sobre la puesta en cuestión de los antiguos, sobre la articulación de complejas redes de circulación de información, sobre las estrategias ibéricas de domesticación del mundo natural americano y sobre los procesos de comprensión del Nuevo Mundo, no sólo entendidos como mecanismos de apropiación de la naturaleza, sino sobre todo como dispositivos de traducción y apropiación de saberes nativos. Contiene ingredientes sumamente atípicos, como la consideración – aunque insuficiente - de Portugal en la configuración de esta historia; la rica aportación de los tratados de navegación; el nivel de detalle y reflexión sobre las embarcaciones; la aportación de interesantes reflexiones sobre instrumentos náuticos, caso de la carta náutica y el Padrón Real; el papel de las tradiciones indígenas; una descripción minuciosa acerca de la tripulación que conformaba un viaje a las Indias; y sobre todo, una atractiva explicación sobre la vida a bordo que supone un deleite para la historia cultural de la ciencia. Entretanto, todos estos ingredientes son sazonados con una prosa ácida que apunta hacia la autocomplaciente narrativa tradicional y que desmitifica la heroicidad que rodea a la expansión ibérica, aquella que no solo se olvida del problema del eurocentrismo, sino que nunca reconocería que ser dueños y señores del Atlántico supone también ‘condiciones naturales favorables’ (p. 28). Por momentos, Nieto lo deja todo en manos de Dios y la naturaleza. Esta es una de sus virtudes. De cara a ofrecer un abordaje inusual, también lo es el lugar geopolítico desde donde escribe – que la narrativa occidental llamaría ultraperiférico -, pues como todos sabemos el lugar determina la visión.

En síntesis, el lector encontrará en las Las máquinas del imperio y el reino de Dios un libro nuevo sobre ciencia ibérica, un libro ensayístico sobre el lugar que ésta última ocupó en la historia de la ciencia occidental. Volviendo sobre las primeras líneas de esta reseña, lo cierto es que las fuentes de Nieto no son nuevas y tampoco los son sus herramientas metodológicas. Nueva es, no obstante, su mirada sobre el problema. Y esto es de agradecer.

 

Antonio Sánchez
Universidad de Lisboa

 

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