RESEÑAS DE LIBROS/BOOK REVIEWS

 

Reseña del libro La ciencia del alma. Locura y modernidad en la cultura española del siglo XIX

 

Novella, Enric. La ciencia del alma. Locura y modernidad en la cultura española del siglo XIX. Madrid, Iberoamericana/ Vervuert, 2013, 222 páginas [ISBN 978-84-8489-703-3 (Iberoamericana). 978-3-86527-753-4 (Vervuert)].

 

Psiquiatra de formación, Enric Novella manifestó tempranamente su vocación teórica y crítica publicando durante el período de su formación cumplido en Alemania un valioso estudio sobre “el joven Foucault” que tuve ocasión de reseñar en las páginas de esta revista[1]. Ahora nos entrega una obra más ambiciosa y madura, objeto de esta reseña, sobre la psiquiatría española decimonónica.


Si ya en el estudio citado mostró excelentes dotes, en el presente alcanza un magnífico nivel, propiciado sin duda por los años compartidos con el veterano equipo de investigación del CSIC de Madrid liderado por José Luis Peset, Rafael Huertas y Ricardo Campos, cuya obra en el campo de la historia de la psiquiatría es ya ingente y de obligada referencia. A este legado viene a sumarse, de pleno derecho, el estudio de Novella. 


Su primera aportación viene anunciada en el título de la obra. Después de señalar las tres líneas principales en torno a las que se ha orientado la investigación en historia de la psiquiatría, que denomina, respectivamente, “conceptual”, “social” y profesional”, propone Novella una cuarta aproximación, la “cultural”. Seguramente en pocas disciplinas médicas puede verse de manera más clara la relación con ese cúmulo de tendencias, movimientos y afanes a menudo inconscientes, o sólo parcialmente conscientes, que llamamos cultura, por lo que llama la atención que el despertar del interés por este enfoque haya sido tan tardío. Puede que ello se deba al interés de la psiquiatría, y también de la historia, por equipararse a las ciencias llamadas duras. Pero vayamos al núcleo del asunto. Y ese núcleo se encuentra -¿cómo podía ser de otro modo?- en el individuo.


¡El individuo! Ese sujeto malfamado para cierta historiografía hace algunas décadas, y tal vez todavía para muchos. Pero es que, incluso desde un punto de vista colectivo, el individuo es protagonista en el siglo diecinueve, el estudiado por Novella. A nadie sorprenderá este sólo aparentemente paradójico aserto: el fenómeno colectivo característico del gran siglo burgués es el individualismo; y para que éste tenga sentido hay que entronizar la subjetividad. Una subjetividad que, para resultar aceptable en ese marco epocal, necesita un anclaje sólido en lo material: lo que Novella denomina “la naturalización del alma”. Pero esta misma naturalización no debe aniquilar aquello de lo que pretende dar razón científica; y en este forzado –y forzoso- vaivén se instalará la nueva ciencia de la mente.


Reiteradamente se ha señalado el papel que la sensibilidad prerromántica y romántica desempeña en la eclosión y en la toma de conciencia de esa nueva subjetividad. Pues bien: a este respecto resulta muy ilustrativo el hecho de que algo tan discutido en su existencia y esencia como es el romanticismo español comience a despuntar cuando el Romanticismo con mayúscula, el alemán, ya ha dejado paso al Biedermeier, en plena década de los treinta. Aunque el autor señala, acertadamente, que pueden encontrarse rasgos románticos en artistas de finales del siglo precedente, el caso es que, como corriente, aquél no alcanza una cierta identidad hasta ese momento. Incluso algunas de las citas de que hace uso en relación con este asunto proceden de fechas tan poco románticas como los años setenta. Este desfase cronológico, sumado a la propia endeblez estética del movimiento, resulta más comprensible viendo a este último como efecto más bien que como causa, lo que puede considerarse un argumento más a favor de la tesis sustentada por Novella. La irrupción del subjetivismo parece ser, en este caso, anterior y exterior a sus manifestaciones artísticas, y revestir, desde luego, las galas que han hecho que en nuestro entorno cultural “romántico” haya sido durante mucho tiempo sinónimo de reaccionario. 


En cuanto al papel de la ciencia, y en concreto de la medicina, el autor refrenda la filiación francesa del discurso alienista español, aunque poniendo de relieve sus peculiaridades, sin dejar de lado el papel de la Iglesia -a veces ilustrada, conservadora otras- en la discusión pública de la incipiente ciencia del alma hispana. La vinculación de esta ciencia con la moral, seguramente inevitable, se hace explícita en momentos cruciales de este proceso constituyente. 


A la luz de lo anterior no parece casual que uno de los últimos capítulos del libro lleve por título “Del buen uso de la libertad”. En pocos lugares puede ponerse de manifiesto de manera más evidente el talante burgués-conservador del subjetivismo estudiado por Novella que en la sospecha que gravita sobre el concepto de libertad. Cierto es que la materia objeto de análisis, la psiquiatría, está, por definición, centrada en lo patológico, y más precisamente en lo patológico de las conductas, de modo que cabría decir que casi no tiene más remedio que partir de esa sospecha, lo que nos lleva, y lleva al autor, a recordar otros enfoques clásicos, aunque recientes, en la historia de la psiquiatría, que ahora reciben nueva luz.


Apenas creo necesario señalar que otro de los méritos, y no el menor, del libro, es su abundante y bien utilizada documentación. Nada hay en él de suposición gratuita. El panorama trazado por su autor está prolijamente elaborado y sobradamente documentado, y esta documentación es tan amplia como cabría desear, pues Novella no se limita a manejar los materiales idóneos para su pesquisa en el territorio del subjetivismo, sino que emplea también, de primera mano o a través de la obra de investigadores cualificados, documentación de carácter institucional, tan necesaria para completar y dar profundidad y sentido a este fresco de la psiquiatría española en su etapa de constitución.


Finalizaré esta breve reseña reconociendo que deliberadamente empleo en ella el término “psiquiatría”, por más que el autor del libro comentado parezca reservarlo para el período ulterior a su investigación, titulando el epílogo “Hacia la Psiquiatría”. Seguramente la misma reserva de la que hace gala, en el aspecto terminológico, en este punto, es lo que ha determinado la elisión de dicha palabra en el título del libro; pero el caso es que la medicina de la mente nacida de esa nueva subjetividad y determinada por las coordenadas que, al hilo del discurso de Novella, acabo de esbozar, no podía por menos de desembocar en esa consolidación como especialidad con nombre propio. Sin duda obedece a un designio del autor, pero también al riguroso atenimiento a los documentos estudiados, el que el libro comience en el horizonte de la locura, discurra por la alienación y las pasiones y concluya camino de la psiquiatría, disciplina científica que estaría llamada a dominar estas últimas y curar, si posible fuera, o al menos paliar los estragos de aquella; como también, seguramente, obedezca a las mismas razones, que arranque de una cita de Florencio Ballarín, de 1835, en la que se demanda el nacimiento de esa nueva ciencia y finalice con una del eminente orador Emilio Castelar, de 1873, en la que se muestra cómo el lenguaje de la naciente especialidad ha conseguido infiltrarse con éxito, un éxito basado en su aceptación y popularización, incluso en la retórica política.


 

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[1]

Asclepio, 2009, vol. LXI, nº 2, 281-302.

 

Por Luis Montiel
UCM
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