INTRODUCCIÓN: ¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE EPISTEMOLOGÍA ARTESANAL?
⌅Cuando pensamos en lo artesanal rápidamente vinculamos esta condición con un trabajo, oficio o actividad manual de carácter gremial (artis-manus o arte que se hace con las manos, normalmente asociado a época preindustrial), tradicional (transmitida de generación en generación, en ocasiones tácitamente de forma oral y codificada en lengua vernácula), primitiva (anterior a lo científico, su precedente), provisional e, incluso, tosca; pero también lo relacionamos con determinadas habilidades físico-técnicas que requieren de experticia y maestría, y que denotan cierta originalidad en sus realizaciones materiales, como si fueran productos únicos e irrepetibles que solo personas hábiles y peritas pueden producir en un taller.1
En sentido estricto y de acuerdo con esta interpretación, podría pensarse incluso que la noción, relativamente nueva, de “epistemología artesanal” representa una contradicción en los términos: si algo es epistemológico no puede ser artesanal; y si algo es artesanal no encaja con lo epistemológico, como si de cualidades ontológicas incompatibles se tratara, pues la epistemología clásica supone que todo conocimiento “científico” debe tener una expresión lingüística y, en consecuencia, cualquier experiencia que no la tenga no puede ser considerada epistemológica. De hecho, la misma tradición (clásica) que las separó –aquella que levantó un muro infranqueable entre los trabajos manuales (artes vulgares, serviles o mecánicas) y el pensamiento (artes liberales)– ha ido generando a su alrededor un imaginario dicotómico, expreso y tácito, cargado de prejuicios sociales y epistémicos donde el conocimiento científico, como hemos mencionado más arriba, ha quedado asociado solo a uno de los miembros de cada par. Es más, la palabra artesanal adquiere siempre un matiz étnico condescendiente y con frecuencia ligeramente despectivo de algo que no ha pasado de ser un cierto fósil epistémico, que no ha adquirido suficiente mayoría de edad como para generar conocimiento universal –la gran aspiración de la epistemología clásica, por otra parte–. Ante este panorama conviene romper la dicotomía y plantear una serie de cuestiones incómodas: ¿Por qué no comparte lo artesanal la misma virtud epistémica y la misma atmósfera racional que la ciencia? ¿Responde esta separación al quehacer propio de la ciencia o es solo una interpretación ajena (desde fuera) a la actividad científica real? ¿Qué se gana con esa separación? ¿Qué nos enseña incorporar lo artesanal al estudio de los procesos de producción de conocimiento?
Como respuesta a estas preguntas, estudios recientes combaten esta idea y remiten a la capacidad que determinados artesanos y comunidades artesanales poseen para producir artefactos materiales a través de una serie de prácticas y conocimientos fundamentados en la experiencia (personal o colectiva) y en sus habilidades manuales. Nada más lejos de la realidad, pues existen individuos, tradicionalmente excluidos del mundo del conocimiento científico y del ámbito gnoseológico del “saber qué” (knowledge that), capaces de obtener nuevo conocimiento sobre la naturaleza y categorizarlo racionalmente2
La epistemología de los artesanos surgió en parte de su formación como aprendices, en la que las técnicas corporales de observación, imitación, repetición y práctica activa eran modos de trabajo y transmisión del conocimiento. Esta epistemología, tal y como se articulaba en los textos, en las conversaciones con eruditos y mecenas y en las obras de arte naturalistas, sugería que el acceso directo a la naturaleza era posible y necesario, que el conocimiento se adquiría a través del compromiso corporal con la materia, que el conocimiento “científico” (en el sentido aristotélico de “scientia”) podía extraerse de la naturaleza, y que la imitación de la naturaleza daba lugar a un conocimiento productivo. La articulación de esta epistemología –en parte por los propios artesanos y en parte por intermediarios como Theophrastus von Hohenheim, llamado Paracelsus (1493-1541), y Georgius Agricola (1494-1555)– creó una identidad a través de la cual los practitioners podían expresar reivindicaciones de autoridad sobre la base de su conocimiento de los procesos naturales, adquirido con tanto esfuerzo
(Smith, 2018Smith, Pamela H. (2018), “Epistemology, Artisanal”. En: Sgarbi, Marco (ed.), Encyclopedia of Renaissance Philosophy, Dordrecht, Springer, pp. 1-9., p. 5)3
A pesar de su aparente novedad historiográfica, la epistemología artesanal podría ser tan antigua como la historia del conocimiento o remontarse, incluso, a la Antigüedad clásica, a Ptah –dios egipcio de los artesanos– y su homólogo griego, el desdichado Hefesto, a quien se representaba feo y cojo. Sin ánimo de ir tan lejos, existen motivos para pensar que es en los primeros años del siglo XX donde podemos encontrar, en diferentes ámbitos, guiños a lo artesanal. La propia Smith ha visto en la fenomenología alemana y, por extensión, francesa un intento por vincular nuestra percepción sensorial con nuestra capacidad para generar sentido y obtener conocimiento del mundo, una articulación entre cuerpo y mundo donde el primero –en particular el cuerpo del artesano y de los oficios productivos– se convierte en el origen de la intención humana y en fuente primordial de sentido y conocimiento (Smith, 2018Smith, Pamela H. (2018), “Epistemology, Artisanal”. En: Sgarbi, Marco (ed.), Encyclopedia of Renaissance Philosophy, Dordrecht, Springer, pp. 1-9., pp. 1-2). Más recientemente, y siguiendo la tradición fenomenológica continental, el antropólogo Tim Ingold se ha interesado por la interacción que se establece entre las habilidades prácticas (skills) de los seres humanos y su entorno medioambiental para crear nuevos conocimientos que hoy situamos en el ámbito de la antropología, la arqueología, el arte y la arquitectura, como pueden ser cestas, hachas o vasijas, entre muchos otros ejemplos (Ingold, 2013Ingold, Tim (2013), Making: Anthropology, Archaeology, Art and Architecture, Londres y Nueva York, Routledge.)4
Entre las primeras concepciones fenomenológicas y el trabajo reciente de Ingold se incorporaron diferentes ámbitos de conocimiento y tradiciones historiográficas que han creado influyentes líneas de fuerza en los estudios sobre lo artesanal. La historiografía marxista de la ciencia de los años veinte a cuarenta del siglo pasado –con Zilsel a la cabeza, pero no solo– trazó un sendero que como veremos fue seguido por varios intelectuales en las décadas siguientes. La historia de las mentalidades francesa de la primera generación de Annales del mismo período ofrecía también nuevas herramientas metodológicas para mirar hacia las comunidades marginalizadas. Del mismo modo, el giro cultural que algunos historiadores ingleses, franceses e italianos imprimieron a su oficio a partir de los años sesenta y setenta, unas veces desde la historia cultural y otras desde la microhistoria, permitieron reconstruir la historia de las anti-élites. También en esas décadas la antropología social en sus diferentes versiones obligó a los filósofos y antropólogos de la ciencia a establecer simetrías entre sistemas de conocimiento científico y pseudocientífico que ponían en valor tradiciones indígenas no occidentales5
Asimismo, Smith identifica otros dos campos de acción en los estudios de la ciencia que han propiciado el despertar del saber artesanal, a saber, el análisis de la dimensión corporal e, incluso, gestual del conocimiento dentro de la experimentación científica; y su dimensión tácita (Smith, 2018Smith, Pamela H. (2018), “Epistemology, Artisanal”. En: Sgarbi, Marco (ed.), Encyclopedia of Renaissance Philosophy, Dordrecht, Springer, pp. 1-9., p. 4). La primera ancla sus raíces en la visión constructivista de los estudios de laboratorio realizados por los sociólogos del conocimiento científico a partir de los años ochenta, aunque Smith también atribuye alguna influencia al trabajo del historiador francés de las técnicas agrícolas François Sigaut y el lugar que los gestos corporales ocupaban en la agricultura europea preindustrial y en las regiones de África en las que trabajó como etnólogo (Smith, 2018Smith, Pamela H. (2018), “Epistemology, Artisanal”. En: Sgarbi, Marco (ed.), Encyclopedia of Renaissance Philosophy, Dordrecht, Springer, pp. 1-9., p. 3). La segunda se remonta a los trabajos del filósofo húngaro Michael Polanyi de los años cincuenta y sesenta (Polanyi, 1958Polanyi, Michael (1958), Personal Knowledge: Towards a Post-critical Philosophy, Chicago, University of Chicago Press., 1966Polanyi, Michael (1966), The Tacit Dimension, Nueva York, Doubleday. y 1969Polanyi, Michael (1969), Knowing and Being, Londres, Routledge & K. Paul.). Como mencionaremos más abajo, la exploración de ambas dimensiones ha llevado a historiadores de la ciencia –como la propia Smith– a la recreación de experimentos históricos que faciliten nuestra comprensión sobre las condiciones artesanales que los hicieron posibles. Smith ha explicado con destreza cómo estas corrientes académicas han cambiado el panorama de la historia de la ciencia previa a la Revolución Industrial, ya que de alguna manera comenzaron a validar sistemas de conocimiento y comunidades de practicantes que hasta entonces no encajaban con la visión lineal y teleológica de las narrativas tradicionales sobre la ciencia moderna. Desde el último cuarto del siglo XX uno de los objetivos de los historiadores de la ciencia reside también en dar cuenta de las condiciones de posibilidad del conocimiento científico, en explicar las circunstancias en las que surgió el estado actual de lo que consideramos conocimiento científico (Smith, 2018Smith, Pamela H. (2018), “Epistemology, Artisanal”. En: Sgarbi, Marco (ed.), Encyclopedia of Renaissance Philosophy, Dordrecht, Springer, pp. 1-9., p. 4). Además de estos dos campos señalados por Smith, cabría incorporar un tercero, el de la filosofía de la actividad o práctica científica, también llamado realismo experimental, cuyo máximo exponente es el filósofo de la ciencia Ian Hacking. Hacking ha llamado la atención sobre las tareas prácticas que subyacen a la teorización científica, prácticas que asumen el trabajo de técnicos, inventores y artesanos en una fase previa a la experimentación y observación científicas, y que intervienen en el mundo transformándolo a través de la instrumentación material (Hacking, 1983Hacking, Ian, Representing and Intervening, Cambridge, Cambridge University Press, 1983.).
Así, inspirados por los trabajos de Smith y por las palabras de uno de los grandes artesanos del siglo XIX –Michael Faraday, individuo bifronte que hizo de la experimentación una filosofía natural–, el título de este artículo (“pensando con las manos” o dándoles voz como ha escrito la propia Smith, 2001Smith, Pamela H. (2001), “Giving voice to the hands: The articulation of material literacy in the sixteenth century”. En: Trimbur, John (ed.), Popular literacy: Studies in cultural practices and poetics, Pittsburgh, University of Pittsburgh Press, pp. 74-93.) cuestiona el papel periférico que las culturas artesanales han tenido en la historiografía que da cuenta de la formación de nuestra tradición científica, y se pone de lado de los trabajos más recientes sobre este tema, que aunque dispersos ofrecen un nuevo panorama. Porque creemos precisamente que la mano del artesano es –como ya se ha dicho– una “mano consciente” (the mindful hand) (Roberts, Schaffer y Dear, 2007Roberts, Lissa; Schaffer, Simon; Dear, Peter (eds.) (2007), The Mindful Hand: Inquiry and Invention from the Late Renaissance to Early Industrialisation, Amsterdam, Royal Netherlands Academy of Arts and Sciences.), una mano que piensa, el presente artículo pretende colaborar a la difusión de estudios que permitan mostrar que se ha dado un diálogo entre el mundo artesanal y la ciencia, mostrando vías de análisis que tienen hoy una nueva oportunidad de enriquecer la escenografía atiende al desarrollo de los saberes. Los estudios sobre lo artesanal han crecido considerablemente en los últimos años, y lo han hecho en diferentes y variadas direcciones. Aunque no deje de resultar paradójico, desde el mundo académico se han multiplicado los estudios culturales en campos como la historia social del trabajo, la historia urbana, la historia del arte y de la arquitectura, la economía cultural, los estudios sobre conocimientos indígenas y, por supuesto, la historia de la ciencia, más allá del ámbito de la ciencia moderna, abordando la actividad artesanal que se desarrollaba en los laboratorios del siglo XIX y del XX, y en la producción de instrumentos científicos. En el mundo de la edición comercial y la alta divulgación científica, libros como El Artesano (The Craftsman) del sociólogo pragmatista estadounidense Richard Sennett han contribuido a sacar al artesano del mundo académico y llevar la reflexión sobre lo artesanal a un público más amplio para invitarle a pensar sobre el simple hecho de hacer cosas con las manos y hacerlas bien (Sennett, 2009Sennett, Richard (2009), The Craftsman, New Haven, Yale University Press.). A medio camino entre ambos mundos se sitúan los trabajos de teóricos de lo artesanal que estudian las intersecciones entre el diseño, la artesanía y el arte y la arquitectura contemporánea, como los del periodista Peter Dormer o, más recientemente, del director del Museo de Arte y Diseño (MAD) de Nueva York, Glenn Adamson (Dormer, 1994Dormer, Peter (1994), The Art of the Maker: Skill and Its Meaning in Art, Craft and Design, Londres, Thames and Hudson. y 1997Dormer, Peter (ed.) (1997), The Culture of Craft: Status and Future, Manchester, Manchester University Press.; Adamson, 2007Adamson, Glenn (2007), Thinking Through Craft, Londres, Bloomsbury., 2010Adamson, Glenn (2010), The Craft Reader, Londres, Bloomsbury., 2013Adamson, Glenn (2013), The Invention of Craft, Londres, Bloomsbury. y 2021Adamson, Glenn (2021), Craft: An American History, Londres, Bloomsbury.). Esta es la línea editorial que sigue el Journal of Modern Craft desde su creación en 20086
LOS ARTESANOS Y LA CIENCIA MODERNA
⌅Uno de los grandes campos de investigación de la epistemología artesanal ha sido la ciencia moderna. En ese contexto varias corrientes y perspectivas han contribuido a su desarrollo. Los estudios filológicos de principios de siglo XX ayudaron a establecer puentes entre la literatura técnica en lengua vernácula de los siglos XV, XVI y XVII y la ciencia moderna. Un caso notable fue el del filólogo alemán Leonardo Olschki (1885-1961), que tras la Primera Guerra Mundial publicó un trabajo pionero en tres volúmenes donde reunía gran parte de la literatura científico-técnica italiana desde el Renacimiento hasta la época de Galileo, poniendo de relieve la presencia de textos prácticos de artistas florentinos, de Milán y Urbino, entre otros, en el contexto de la Revolución Científica y su influencia en las personalidades más ilustres de la nueva ciencia (Olschki, 1919-1927Olschki, Leonardo (1919 [1922, 1927]), Geschichte der neusprachlichen wissenschaftlichen Literatur, 3 vols., Heidelberg, Leipzig, Florencia y Halle.). Una labor semejante fue la que llevó a cabo el medievalista estadounidense Lynn Thorndike (1882-1965) recopilando durante más de tres décadas ocho volúmenes de textos medievales sobre magia que él consideraba la base de la ciencia experimental moderna (Thorndike, 1923-1958Thorndike, Lynn (1923-1958), A history of magic and experimental science, vol. 8. Nueva York, Macmillan & Co.).
Otra de las raíces de la epistemología artesanal, más evidente, la encontramos en un grupo de autores que desde los años treinta comenzaron a reivindicar el protagonismo que las artes mecánicas y las prácticas artesanales tuvieron en la concepción mecanicista del universo, vinculando ineludiblemente la emergencia de la ciencia moderna no solo con la historia de las ideas científicas, sino también con el origen socioeconómico del conocimiento8
La tesis de Zilsel, aunque esquemática e incompleta, resultó estimulante para aquellos historiadores que en los años cincuenta se lanzaron al estudio de culturas científicas no occidentales. Este fue el caso de Joseph Needham (1900-1995), afamado estudioso de la ciencia y la civilización china y reconocido seguidor de las ideas de Zilsel (Needham, 1954Needham, Joseph (1954), Science and Civilisation in China, Cambridge, Cambridge University Press.). Incluso aquellos como el historiador británico Alfred Rupert Hall (1920-2009), fuertemente influido por la historia de las ideas científicas de Herbert Butterfield y Alexandre Koyré –y por tanto contrario a atribuir cualquier protagonismo a los técnicos y hombres prácticos en el ámbito científico– escribieron sobre la difícil relación entre artesanos y eruditos que Zilsel había traído a escena (Hall, 1959Hall, Alfred Rupert (1959), “The Scholar and the Craftsman in the Scientific Revolution”. En: MarshallClagett (ed.), Critical Problems in the History of Science, Madison, The University of Wisconsin, pp. 3-23.). En efecto, en los años sesenta las culturas técnicas, mecánicas y artesanales se apoderaron del debate historiográfico sobre los orígenes de la ciencia moderna. Prueba de ello fue la gran acogida que tuvo el trabajo de Paolo Rossi (1923-2012) sobre los filósofos y las máquinas, donde el historiador de la filosofía italiano ponía en valor la capacidad de los artistas y de los técnicos para perfeccionar sus desarrollos tecnológicos, para conocer la funcionalidad de una máquina y para resolver problemas prácticos, valores todos ellos –como el de acumulación, progreso, perfectibilidad o utilidad– presentes en la ciencia moderna (Rossi, 1962Rossi, Paolo (1962), I filosofi e le macchine 1400-1700, Milán, Feltrinelli.). Para entonces la noción de mathematical practitioners introducida por primera vez por la geógrafa inglesa Eva Taylor se había consolidado entre los historiadores que intentaban rescatar a los fabricantes de instrumentos, cartógrafos, topógrafos y tratadistas de segunda línea que crearon las condiciones de posibilidad de la ciencia inglesa (Taylor, 1954Taylor, Eva G. R. (1954), The Mathematical Practitioners of Tudor and Stuart England, Cambridge, Institute of Navigation at the University Press., 1966Taylor, Eva G. R. (1966), The Mathematical Practitioners of Hanoverian England, 1714-1840, Cambridge, Institute of Navigation at the University Press.)11
En las siguientes décadas se sucedieron los autores que con más o menos empeño volvían una y otra vez sobre el lugar que correspondía a los artesanos en la historia del conocimiento científico, especialmente en la época moderna, y su relación con los sabios eruditos (scholars). Así, en un tono casi militante el activista e historiador de la ciencia británico Arthur Clegg (1914-1994) insistía en que elementos asociados al trabajo artesanal –tales como la observación y el experimento– no solo pertenecen al ámbito de la invención y el perfeccionamiento tecnológico, sino que además son cruciales para el estudio de la naturaleza. Clegg situaba este procedimiento por encima de los libros de la tradición escolástica. Sin embargo, se lamentaba de lo poco que ha hecho el estamento universitario por visibilizar la herencia intelectual de aquellos que trabajan con sus manos. El problema reside, según Clegg, en seguir considerando a este colectivo solo “como ‘manos’ y no como intelectos cuyas manos y cabeza juntas originaron algunas de las mejores partes de la civilización” (Clegg, 1979Clegg, Arthur (1979), “Craftsmen and the Origin of Science”, Science & Society, 43(2), pp. 186-201., p. 201). Asimismo, el historiador de la ciencia australiano Alistair C. Crombie (1915-1996) reconocía en el trabajo de pintores, escultores, relojeros, músicos, topógrafos, cartógrafos y muchos otros constructores de instrumentos y máquinas del Renacimiento un estilo de pensamiento científico propio (styles of scientific thinking) que repercutiría en el nacimiento de la ciencia moderna. Crombie veía en ellos un colectivo de practicantes –situado fuera de la universidad, pero en contacto con ella– capaz de llevar a cabo análisis cuantitativos racionales y ejercer un dominio material sobre la naturaleza (Crombie, 1980Crombie, Alistair C. (1980), “Science and the arts in the Renaissance: The search for truth and certainty, old and new”, History of Science, 18, pp. 233-246. DOI: 10.1177/007327538001800401). Siguiendo esta línea, el que fuera conservador del Museo de Historia de la Ciencia de Oxford Jim A. Bennett revalorizaba el papel que las matemáticas aplicadas habían tenido en la configuración de la nueva filosofía natural del siglo XVII y en los intentos de esta última por revelar las verdades del mundo natural. Las ciencias matemáticas y sus realizaciones en forma de instrumentos –ya fueran topográficos, náuticos o de otro tipo– tenían una finalidad particular y utilitarista, que no era otra que resolver problemas prácticos y técnicos concretos, como construir un astrolabio, determinar la latitud de un lugar o dibujar un mapa. Más allá de la distinción estéril entre hombres de ciencia y representantes de las artes mecánicas, Bennett sostenía que deberíamos establecer puentes entre la dimensión práctica de las ciencias matemáticas y la filosofía natural a partir de rasgos comunes como el mecanicismo, la experimentación o la instrumentación (Bennett, 1986Bennett, Jim (1986), “The Mechanics’ Philosophy and the Mechanical Philosophy”, History of Science, 24, pp. 1-28. DOI: 10.1177/007327538602400101). Precisamente, al estudio de instrumentos de precisión y a sus artífices destinó sus esfuerzos el historiador norteamericano Silvio A. Bedini, conservador del Museo de Historia y Tecnología de la Smithsonian Institution en Washington D. C., así como Anthony J. Turner y Gerard L. E. Turner, entre otros (Turner, 1987Turner, Anthony (1987), Early Scientific Instruments: Europe 1400-1800, Londres, Sotheby’s, Harper & Row.; Turner, 1990Turner, Gerard L. E. (1990), Scientific Instruments and Experimental Philosophy, 1550-1850, Aldershot, Variorum.; Bedini, 1999Bedini, Silvio A. (1999), Patrons, Artisans and Instruments of Science, 1600-1750, Aldershot, Ashgate.)12
Así, hacia finales del siglo XX el tema de la epistemología artesanal tenía varios frentes abiertos, todos ellos previa y esquemáticamente planteados por Zilsel. Por un lado, hubo quienes en clave zilseliana desplazaron geográfica y cronológicamente la eterna pregunta por la emergencia de la ciencia moderna. Este fue el caso del historiador de la ciencia holandés Reijer Hooykaas (1906-1994), quien puso los viajes portugueses de los descubrimientos geográficos de los siglos XV y XVI en el centro del debate. Hooykaas consideraba que los pilotos portugueses, navegando hacia el sur, cuestionaron involuntariamente la autoridad de los autores griegos y romanos dando prioridad a un método empírico basado en la observación y la experiencia (Hooykaas, 1987Hooykaas, Reijer (1987), “The rise of modern science: When and why?”, British Journal for History of Science, 20, pp. 453-473. DOI: 10.1017/S0007087400024225). Siguiendo la estela, autores como Richard S. Westfall llamaron la atención sobre el enfoque empírico (empirical approach), incluso instrumental, que predominó durante la Revolución Científica. A partir de un estudio de las biografías incluidas en el Dictionary of Scientific Biography (1970-1980) de Charles C. Gillispie entre la época de Copérnico y 1680, Westfall detectó un alto porcentaje de ‘hombres empíricos’ dedicados a la navegación o la cartografía (Westfall, 1993Westfall, Richard S. (1993), “Science and technology during the Scientific Revolution: An empirical approach”. En: Field, Judith V.; James, Frank (eds.), Renaissance and Revolution: Humanists, scholars, craftsmen and natural philosophers in early modern Europe, Cambridge, Cambridge University Press, pp. 63-72.). Por otro lado, hubo quienes revisitaron la división zilseliana entre artesanos y eruditos a la luz de figuras híbridas como Robert Boyle y Robert Hooke, considerados ahora no solo gentlemans, sino también artesanos, lo que dinamitaba la distancia social a la que aludía Zilsel (Oster, 1992Oster, Malcolm (1992). “The scholar and the craftsman revisited: Robert Boyle as aristocrat and artisan”, Annals of Science, 49, pp. 255-276. DOI: 10.1080/00033799200200261)13
NUEVAS TENDENCIAS HISTORIOGRÁFICAS
⌅Aunque con un espíritu renovado, ambas problemáticas siguieron estando presentes en la historiografía de la ciencia moderna del cambio de milenio. El nuevo siglo XXI se iniciaba así con una noción de epistemología mucho más amplia que remitía no solo al estudio de los fundamentos de la creación del conocimiento teórico, mental, consciente y puramente racional, sino que también estaba asociada a los medios prácticos, manuales, corporales, materiales, empíricos y experimentales de obtener nuevos conocimientos en forma de artefactos, adoptando la experiencia física y corpórea y la subjetividad como únicos criterios de verdad. Es en este contexto donde nace en sentido estricto la noción de epistemología artesanal. Su primera y mayor exponente es la investigadora –reiteradamente mencionada– Pamela Smith, quien ha explorado el trabajo artesanal de algunos artistas en el contexto de la Revolución Científica, época en la que fabricar objetos no estaba disociado de conocer la naturaleza (Smith, 2004Smith, Pamela H. (2004), The Body of the Artisan: Art and Experience in the Scientific Revolution, Chicago, University of Chicago Press.)15
Según Smith, los artesanos se convirtieron en la Europa moderna en nuevos agentes intelectuales y nuevas autoridades sociales, lo que les permitió adquirir tanto a ellos como a sus creaciones un nuevo estatus epistemológico. Este ascenso socio-epistémico se vio acelerado, como ya apuntaba Zilsel, por el desarrollo del comercio mundial (o primer capitalismo) y por el florecimiento de la nobleza urbana. Más recientemente, Smith ha puesto en marcha un proyecto en el Centro para la Ciencia y la Sociedad de la Universidad de Columbia (Estados Unidos) –The Making and Knowing Project (Hacer y Saber)–, pionero en el ámbito académico, donde se examinan las intersecciones entre el trabajo artesanal y el conocimiento científico desde una perspectiva decididamente pedagógica. La novedad y originalidad de este proyecto reside en recrear espacios y prácticas híbridas entre los laboratorios contemporáneos y los talleres artesanales de la época moderna que permitan diluir la frontera artificial que se creó entre ciencia y humanidades, y lo hace a partir de manuscritos antiguos (Smith, 2016Smith, Pamela, H. (ed.) (2016), “Introduction: New directions in making and knowing”, West 86th: A Journal of Decorative Arts, Design History, and Material Culture, 23(1), pp. 3-101. DOI: 10.1086/688197; Uchacz, 2020Uchacz, Tatianna Helena (2020), “Reconstructing Early Modern Artisanal Epistemologies and an “Undisciplined” Mode of Inquiry”, Isis, 111(3), pp. 606-613. DOI: 10.1086/711100)16
Otra historiadora dedicada a cuestiones artesanales es sin duda Pamela O. Long, quien desde hace ya aproximadamente tres décadas viene realizando una labor extraordinaria en la historia de la ciencia y la tecnología artesanal bajomedieval y renacentista a través de la edición crítica de fuentes y de la puesta en circulación de conceptos iluminadores para la epistemología artesanal (Long, 2001Long, Pamela O. (2001), Openness, Secrecy, Authorship: Technical Arts and the Culture of Knowledge from Antiquity to the Renaissance, Baltimore, Johns Hopkins University Press., 2010Long, Pamela O. (2010), “The Craft of Premodern European History of Technology: Past and Future”, Technology and Culture, 51(3), pp. 698-714. DOI: 10.1353/tech.2010.0013 y 2018Long, Pamela O. (2018), Engineering the Eternal City: Infrastructure, Topography, and the Culture of Knowledge in Late Sixteenth-Century Rome, Chicago, University of Chicago Press.)17
Simultáneamente al trabajo de Smith y Long, el antropólogo y editor de la obra de Zilsel, Diederick Raven ha abogado por una concepción artesanal del conocimiento frente a una concepción proposicional del mismo, interpretando el primero como un conocimiento autónomo e independiente capaz de superar las limitaciones de la reflexión filosófica occidental, casi siempre centradas en la mezcla kantiana entre empirismo y racionalismo19
De un modo u otro, la bibliografía sobre el papel activo que las culturas artesanales y el conocimiento práctico han ocupado en la historia de la ciencia ha crecido exponencialmente en las dos últimas décadas, especialmente en el ámbito de los estudios sobre la ciencia moderna (Renn y Valleriani, 2001Renn, Jürgen; Valleriani, Matteo (2001), “Galileo and the Challenge of the Arsenal”, Nuncius, XVI(2), pp. 481-503. DOI: 10.1163/182539101X00497; Smith y Findlen, 2002Smith, Pamela H.; Findlen, Paula (eds.) (2002), Merchants and Marvels: Commerce, Science, and Art in Early Modern Europe, Nueva York y Londres, Routledge.; Ash, 2004Ash, Eric H. (2004), Power, knowledge, and expertise in Elizabethan England, Baltimore, The Johns Hopkins University Press. y 2010Ash, Eric H. (ed.) (2010), “Expertise and the early modern state” [Special issue], Osiris, 25(1), pp. 1-24. DOI: 10.1086/657254; Roberts, Schaffer y Dear, 2007Roberts, Lissa; Schaffer, Simon; Dear, Peter (eds.) (2007), The Mindful Hand: Inquiry and Invention from the Late Renaissance to Early Industrialisation, Amsterdam, Royal Netherlands Academy of Arts and Sciences.; Smith y Schmidt, 2007Smith, Pamela H.; Schmidt, Benjamin (eds.) (2007), Making Knowledge in Early Modern Europe: Practices, Objects, and Texts, 1400-1800, Chicago, University of Chicago Press.; Harkness, 2007Harkness, Deborah E. (2007), The Jewel House: Elizabethan London and the Scientific Revolution, New Haven, Yale University Press.; Lanoë, 2008Lanoë, Catherine (2008), La poudre et le fard. Une histoire des cosmétiques de la Renaissance aux Lumières, Seyssel, Champ Vallon.; Klein y Spary, 2010Klein, Ursula; Spary, Emma C. (eds) (2010), Materials and Expertise in Early Modern Europe Between Market and Laboratory, Chicago, University of Chicago Press.; Leong y Rankin, 2011Leong, Elaine; Rankin, Alisha (eds.) (2011), Secrets and Knowledge in Medicine and Science, 1500-1800, Burlington, Ashgate.; Dupré y Lüthy, 2011Dupré, Sven; Lüthy, Christoph (2011), Silent Messengers: The Circulation of Material Objects of Knowledge in the Early Modern Low Countries, Münster, LIT Verlag.; Inkster, 2012Inkster, Ian (ed.) (2012), History of Technology, Vol. 31, Londres, Bloomsbury.; Klein, 2012Klein, Ursula (2012), “Introduction: Artisanal-scientific experts in eighteenth-century France and Germany”, Annals of Science, 69(3), pp. 303-306. DOI: 10.1080/00033790.2012.675195; Findlen, 2012Findlen, Paula (ed.) (2012), Early Modern Things: Objects and their Histories, 1500-1800, Londres, Routledge., Dupré, 2014Dupré, Sven (2014), Laboratories of art: alchemy and art technology from antiquity to the 18th century, Cham, Springer.; Andrews, 2014-2015Andrews, Noam (2014-2015), “The space of knowledge: Artisanal epistemology and Bernard Palissy”, RES: Anthropology and Aesthetics, 65-66, pp. 275-288. DOI: 10.1086/691039; Smith, Meyers, y Cook, 2014Smith, Pamela H.; Meyers, Amy R. W.; Cook, Harold J. (eds.) (2014), Ways of Making and Knowing: The Material Culture of Empirical Knowledge, Ann Arbor, The University of Michigan Press.; Van Damme, 2015Van Damme, Stéphane (dir.) (2015), Histoire de sciences et de savoirs: Tome 1, De la Renaissance aux Lumières, París, Seuil.; Marr, Garrod, Marcaida y Oosterhoff, 2018Marr, Alexander; Garrod, Raphaëlle; Marcaida, José Ramón; Oosterhoff, Richard J. (2018), Logodaedalus. Word Histories of Ingenuity in Early Modern Europe, Pittsburgh, University of Pittsburgh Press.; Oosterhoff, Marcaida y Marr, 2021Oosterhoff, Richard J.; Marcaida, José Ramón; Marr, Alexander (eds.) (2021), Ingenuity in the Making. Matter and Technique in Early Modern Europe, Pittsburgh, University of Pittsburgh Press.). Algunos de estos trabajos han mantenido con pertinencia que “la historia de la ciencia no es solo una historia de conceptos, o al menos no solo, sino también una historia de la construcción y uso de objetos para comprender el mundo” (Smith, Meyers, & Cook, 2014Smith, Pamela H.; Meyers, Amy R. W.; Cook, Harold J. (eds.) (2014), Ways of Making and Knowing: The Material Culture of Empirical Knowledge, Ann Arbor, The University of Michigan Press., p. 12). Más particularmente, en el caso ibérico varios autores han realizado interpretaciones desde una perspectiva artesanal sobre la ciencia portuguesa y española del periodo moderno (Barrera-Osorio, 2006Barrera-Osorio, Antonio (2006), Experiencing nature: The Spanish American empire and the early Scientific Revolution, Austin, University of Texas Press.; Sánchez, 2010Sánchez, Antonio (2010), “La voz de los artesanos en el Renacimiento científico: cosmógrafos y cartógrafos en el preludio de la ‘nueva filosofía natural’”, Arbor, CLXXXVI, 743, pp. 449-460. DOI: 10.3989/arbor.2010.743n1209; Brendecke, 2012Brendecke, Arndt (2012), Imperio e información. Funciones del saber en el dominio colonial español, Madrid, Iberoamericana Vervuert.; Zanetti, 2017Zanetti, Cristiano (2017), Janello Torriani and the Spanish Empire: A Vitruvian Artisan at the Dawn of the Scientific Revolution, Leiden y Boston, Brill.; Sánchez y Leitão, 2016Sánchez, Antonio; Leitão, Henrique (eds.) (2016), Revisiting Early Modern Iberian Science, 15th to 17th century (special issue), Early Science and Medicine, 21(2-3), pp. 107-276. y 2018Sánchez, Antonio; Leitão, Henrique (eds.) (2018), Artisanal Culture in Early Modern Iberian and Atlantic Worlds (special issue), 60(3), pp. 135-230.; Leitão y Sánchez, 2017Leitão, Henrique y Sánchez, Antonio (2017), “Zilsel’s Thesis, Maritime Culture, and Iberian Science in Early Modern Europe”, Journal of the History of Ideas, 78(2), pp. 191-210. DOI: 10.1353/jhi.2017.0010 y 2022Leitão, Henrique y Sánchez, Antonio (2022), “Social and Epistemic Interactions Between Artisans and Scholars in Iberia. A Zilselian of Early Modern Maritime Expansion”. En: Romizi, Donata; Wulz, Monika; Nemeth, Elisabeth (eds.), Edgar Zilsel: Philosopher, Historian, Sociologist, Viena, Springer, pp. 285-301.). En los últimos años, los estudios sobre las culturas artesanales han excedido felizmente la esfera de la ciencia moderna europea y el mundo ibérico penetrando en diversos campos de análisis. Entre los más visibles cabe destacar los trabajos sobre identidades artesanales en Inglaterra, Francia y Alemania durante los siglos XVII y XVIII, así como la relectura que diferentes especialistas están llevando a cabo de los saberes del lejano oriente, en particular de China y Corea.
ILUSTRACIÓN ARTESANAL E INDUSTRIALIZACIÓN
⌅Entre los primeros, los referentes a la Ilustración son varios los trabajos recientes que merecen una mención especial. Este es el caso de los estudios de la historiadora alemana Ursula Klein sobre expertos artesanos-científicos (artesanal-scientific expert) y expertos tecno-científicos híbridos (hybrid technical-scientific expert) en Alemania, una suerte de hombres prácticos que “combinaban las funciones de experto técnico e investigador natural (natural researcher) y las ponía en fructífera interacción” garantizando así innovación y progreso a través de la relación entre ciencia e industria (Klein, 2017Klein, Ursula (2017), “Hybrid experts”. En: Valleriani, Matteo (ed.), The structures of practical knowledge, Dordrecht, Springer., p. 302; 2012)22
En 2017 la historiadora de la ciencia Paola Bertucci dio a conocer un profundo estudio sobre la Société des Arts de París y su influencia en el mayor proyecto editorial de la Ilustración francesa, l’Encyclopédie (1751-1772) de Diderot y D’Alembert. Bertucci descentraliza en su libro la época de la razón y de las luces para poner en el centro del mapa ilustrado las artes mecánicas y el trabajo manual. Su análisis innovador y a la vez desafiante, ensalza las aspiraciones institucionales, sociales y políticas de un colectivo, el de los artistas-artesanos, participe –como dice la autora– de nociones tan ilustradas como perfeccionamiento (improvement), conocimiento útil (useful knowledge) y progreso (progress), todas ellas virtudes epistémicas en la historiografía contemporánea de la revolución científica clásica. Así es como Bertucci reformula nuestra clásica concepción de la Ilustración, que ya no será concebida únicamente como un movimiento filosófico e intelectual, sino también como un movimiento artesanal (Bertucci y Courcelle, 2015Bertucci, Paola; Courcelle, Olivier (2015), “Artisanal Knowledge, Expertise, and Patronage in Early Eighteenth-Century Paris: The Société des Arts (1728-36)”, Eighteenth-Century Studies, 48(2), pp. 159-179. DOI: 10.1353/ecs.2015.0006; Bertucci, 2017Bertucci, Paola (2017), Artisanal Enlightenment: Science and the Mechanical Arts in Old Regime France, New Haven & Londres, Yale University Press.)25
A pesar del interés que tiene para nuestra visión global de lo artesanal, tampoco caben en este texto los estudios sobre la historia de la instrumentación en plena era industrial, especialmente sobre aquellos constructores de instrumentos como James Watt o Joseph von Fraunhofer que trabajaban cerca de los científicos (Ordoñez, 2020Ordóñez, Javier (2020), “Domesticating Light: Standards and Artisanal Knowledge in Early Astrophysics”, HoST - Journal of History of Science and Technology, 14(1), pp. 6-31. DOI: 10.2478/host-2020-0002 y 2022Ordóñez, Javier (2022), “James Watt, demiurgo”. En: Arana, Juan (ed.), La cosmovisión de los grandes científicos de la ilustración, Madrid, Tecnos, pp. 317-333.; Jackson, 2000Jackson, Myles W. (2000), Spectrum of Belief: Joseph von Fraunhofer and the Craft of Precision Optics, Cambridge, Mass., The MIT Press.); así como tampoco cabe el trabajo de sociólogos e historiadores de otras ciencias altamente tecnificadas de los siglos XIX y XX (Cambrosio y Keating, 1988Cambrosio, Alberto; Keating, Peter (1988), “Going monoclonal: art, science, and magic in the day-to-day use of hybridoma technology”, Social Problems, 35(3), pp. 244-260. DOI: 10.2307/800621; Shapin, 1989Shapin, Steven (1989), “The Invisible Technician”, The American Scientist, 76(6), pp. 554-563.; Sibum, 2004Sibum, Otto (2004), “What Kind of Science Is Experimental Physics?”, Science, 306( 5693), pp. 60-61. DOI: 10.1126/science.1093598; y Wylie, 2015Wylie, Caitlin Donahue (2015), “The artist’s piece is already in the stone: Constructing creativity in paleontology laboratories”, Social Studies of Science, 45(1), pp. 31-55. DOI: 10.1177/0306312714549794)31
ORIENTE Y EL RENACER DE VIEJAS TRADICIONES
⌅Con respecto a la mirada hacia el Oriente, no podemos afirmar que la atención de los académicos hacia el tema sea algo novedoso, pues existe una rica y larga tradición, especialmente en lugares como la India, donde representantes de la filosofía perenne de la talla de Ananda Kentish Coomaraswamy (1877-1947) defendieron los valores de las artes y oficios tradicionales hindúes a principios del siglo XX, casi siempre en el ámbito artístico.34
En el caso de China, los estudios sobre culturas artesanales han sido prolíficos, pero han estado condicionados por dos aspectos históricos distintivos de la China imperial, a saber, la omnipresencia del Estado y la jerarquización de los diversos grupos profesionales, donde se distinguen dos tipos de artesanos: los maestros (jiang) y los obreros (gong) (Bray, Clancey, and Mamidipudi, 2021Bray, Francesca; Clancey, Gregory; Mamidipudi, Annapurna (2021), “Introduction: Building Sites, Crafting Knowledge”, HoST - Journal of History of Science and Technology, 15(2), pp. 1-16. DOI: 10.2478/host-2021-0010, p. 7).36
Finalmente, el caso coreano constituye un excelente y fértil caso de estudio para los estudiosos del conocimiento artesanal. Es relativamente bien conocido el vínculo que la ciencia y la tecnología coreana han mantenido a lo largo de su historia con la investigación empírica y la experiencia práctica frente a las explicaciones teóricas. A pesar del penetrante influjo chino, es posible identificar rasgos de originalidad y creatividad en esta región de Asia oriental, especialmente si miramos hacia el reinado de Sejong el Grande (1418-1450), cuarto monarca de la longeva dinastía Joseon (1392-1910), considerada la época dorada de la ciencia coreana, en parte por la fama que atesoró el inventor Jang Yeong-sil (1390-1442). Son varios los vestigios materiales de los siglos XIV y XV de manufactura coreana asociada a áreas de conocimiento como la astronomía, la horología, la geografía, la meteorología, la construcción naval, la tecnología bélica y las tecnologías para la construcción de papel y la imprenta, entre algunos de los más representativos, que han llegado hasta nuestros días. Encontramos así artefactos de medición como clepsidras y relojes solares –algunos de ellos tan extravagantes como el llamado Ilseong-jeongsi-ui, un reloj de bronce con forma de dragón fabricado en 1437 (Needham, Gwei-Djen, Combridge y Major, 1986Needham, Joseph; Gwei-Djen, Lu; Combridge, John H.; Major, John S. (1986), The Hall of Heavenly Records: Korean Astronomical Instruments and Clocks, 1380-1780, Cambridge, Cambridge University Press.) –, pluviómetros y anemoscopios construidos en piedra y destinados a introducir mejoras en la agricultura; representaciones astronómicas como esferas armilares, mapas estelares y planisferios –como el Cheonsang Yeolcha Bunyajido, realizado en mármol negro a finales del siglo XIV; o, incluso, embarcaciones de defensa naval antijaponesa y anti-piratas como los panokseon– barcos militares movidos por velas y remos –y los Geobukseon– galeras con una especie de caparazón defensivo que le dio el nombre de “barcos tortuga”, ambos diseñados en el siglo XVI (Sang-woon, 1974Sang-woonJeon (1974), Science and technology in Korea: traditional instruments and techniques, Cambridge, Mass., MIT Press. y 1998Sang-woon, Jeon (1998), A History of Science in Korea, Seúl, Jimoondang Publishing Company.). Así, no es de extrañar que hoy el interés por la historia de la ciencia coreana haya surgido desde una perspectiva decididamente –aunque no exclusivamente– artesanal. Esa es la perspectiva del historiador de la ciencia Hyeok Hweon Kang, quien desde hace poco tiempo examina la manera en que grupos de artesanos coreanos de la época moderna –como los salitreros de los siglos XVI y XVII– contribuyeron al desarrollo de una “ciencia de la fabricación” (science of making) –como por ejemplo la fabricación de pólvora– que introdujo novedades en ámbitos artesanales como la tecnología armamentística, entre otras (Kang, 2020Kang, Hyeok Hweon (2020), Crafting Knowledge: Artisan, Officer, and the Culture of Making in Chosŏn Korea, 1392-1910, Tesis doctoral, Harvard University. y 2022Kang, Hyeok Hweon (2022), “Cooking Niter, Prototyping Nature: Saltpeter and Artisanal Experiment in Korea, 1592-1635,” Isis, 113(1), pp. 1-21. DOI: 10.1086/718283).
Más allá de los casos particulares de la India y Asia oriental, otros trabajos relativamente recientes se han centrado en las tradiciones artesanales y organización gremial de comunidades locales del Mediterráneo musulmán y Oriente Medio, entre las que destacan colectivos artesanales de Estambul y El Cairo (Faroqhi y Deguilhem, 2005Faroqhi, Suraiya; Deguilhem, Randi (eds.) (2005), Crafts and Craftsmen of the Middle East: fashioning the individual in the Muslim Mediterranean, Nueva York, I. B. Tauris.; Faroqhi, 2009Faroqhi, Suraiya (2009), Artisans of Empire: Crafts and Craftspeople Under the Ottomans, Londres, I. B. Tauris. y Yildirim, 2008Yildirim, Onur (2008), “Ottoman guilds in the early modern era”, International review of social history, 53, pp. 73-93. DOI: 10.1017/S0020859008003611)37
CONCLUSIONES: EL GIRO ARTESANAL
⌅La producción historiográfica que se ha revisado aquí indica que se está dando un “giro artesanal” en los estudios de la ciencia durante las últimas décadas. Se apunta a que en el panorama global de estos estudios se sugiere una especie de universal epistémico diferente al habitual, como si lo artesanal estuviera presente en todo momento y en todo lugar que implique el desarrollo y producción de conocimiento sea hasta ahora científico o no. Así, desde la antigüedad hasta nuestros días –con algunos cambios de nombre de por medio (constructores de instrumentos, ingenieros, técnicos, inventores)– cualquier intento por estudiar la naturaleza ha involucrado nichos epistémicos dominados por artesanos. De esta forma, lo artesanal se despoja de su carácter étnico, nacional y local para convertirse en norma. No son las preguntas ni las pretensiones del artesano las que se tornan universales, sino sus soluciones. Quedará entonces para un trabajo posterior caracterizar y conceptualizar con mayor profundidad cuáles son los rasgos comunes, y por tanto, universales, de lo artesanal.