Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia 75 (1)
enero-junio 2023, e18
ISSN-L: 0210-4466
https://doi.org/10.3989/asclepio.2023.18

RESEÑAS

BOOK REVIEWS

Ana Crespo Solana

Instituto de Historia, CSIC

https://orcid.org/0000-0002-5807-7751

González-Ripoll, María Dolores. Íntmo y certero. Las cartas familiares del marino Cosme de Churruca. Madrid, Ministerio de Defensa, 2021, 266 pp. [ISBN: 978-84-9091-536-3].

CONTENIDO

Hay ocasiones en las que la propia Historia sorprende amablemente al historiador al ofrecer documentos personales inéditos de los agentes objeto de estudio, los protagonistas de nuestros temas de investigación. Como experta en las expediciones navales atlánticas y en el conocimiento y pensamiento sobre América en la vida y obra de ilustres marinos y pensadores del siglo XVIII, la autora, María Dolores González-Ripoll, aporta con este trabajo una singular visión sobre uno de los protagonistas de la historia marítima global moderna. La excelente colección epistolar de Cosme Damián de Churruca y Elorza (1761-1805) constituye un corpus de correspondencia hasta ahora inédita al encontrarse en un archivo privado, la casa familiar de Arrietacúa, que en su día fue escenario de la infancia y juventud del marino y científico antes de su periplo oceánico hasta el final de sus días en la batalla de Trafalgar en 1805. La edición consiste en 176 cartas escritas entre 1773 y 1805, dirigidas a su padre y hermanos, además de una escrita por su padre, Francisco de Churruca, quien fuera primer alcalde y juez ordinario de la villa de Motrico (Guipúzcoa), donde nació Cosme Damián. A esta colección se unen otras cartas, una a Pedro Lizardi y otras escritas por la familia Ruiz de Apodaca a la familia Churruca, tras la muerte del marino en combate.

El trabajo de investigación analiza fiel y concienzudamente esta excelente colección documental, cartas personales redactadas en un marco cronológico decisivo en la historia militar y política española de la época. Se trata de una magnífica edición anotada que, más allá del contenido de las cartas en sí, aporta una valiosa información complementaria y siempre necesaria desde la experiencia de su protagonista, de la evolución de la Armada de la Monarquía española en la segunda mitad del siglo XVIII. Es un trabajo que no solo incluye una mera transcripción de documentos históricos objeto de análisis, sino que la obra evoca el género epistolar en todas sus vertientes. El análisis del contexto de estas cartas, se trasluce en la exposición de un género discursivo muy particular, en su esencia, destinadas a determinados interlocutores, otros protagonistas incluidos en la narrativa y los escenarios analizados. En las cartas se definen los sentimientos: íntimos, por la presencia latente del autor de las cartas en sí; certeros, por el trasfondo histórico de las mismas. Son cartas reales, como señala el autor del prólogo, José María Imízcoz Beunza, contextualizadas en un momento histórico concreto caracterizado por las reformas navales y de organización de Armadas en relación a las guerras marítimas en la que participó la Corona española. Por ello, al margen de la excelente edición crítica y transcripción, las páginas de este libro abarcan un concienzudo estudio histórico-literario, ofreciendo información privilegiada e inédita para los expertos de la Historia naval y marítima.

Churruca era una persona de su tiempo, perteneciente a una de esas familias de hidalgos del norte peninsular que acceden al servicio del rey y de la Corona. De hecho, la lectura de las cartas da a conocer, la existencia de un patrimonio relacionado con las familias de marinos del siglo XVIII, esa hidalguía marinera, que, a pesar de la abundante investigación de la que han sido objeto, aún no es posible dar respuesta a todos los enigmas en relación a sus redes, sus actividades y sus influencias en la política y la cultura social de su época. En concreto, la presencia de vascos y navarros en la Armada ha sido ampliamente destacada como objeto de interesantes trabajos de investigación, de cuya historiografía surgen modelos de análisis que la autora aplica al estudio de la narrativa de las cartas. Temas tales como la consideración o existencia de una economía moral familiar, también señalado por el autor del prólogo, cuestiones relacionadas con la gestión de la identidad o la legitimación del éxito, lo cual se entiende en un universo familiar y social que ofreció a Churruca la oportunidad de ampliar su formación y sus estudios desde muy tierna edad. Se entiende también la normalización de las relaciones personales y familiares para la búsqueda de la promoción en la carrera profesional, actitudes estas, por cierto, que deben ser analizadas en el contexto histórico de la vida de los personajes con el fin de evitar conclusiones anacrónicas.

Como obra en sí, el libro es resultado de un intenso trabajo de investigación, lectura y análisis de esta correspondencia, que sigue la línea de otros trabajos anteriores de la autora, aunque ofreciéndose ahora mucha información inédita y también nuevas perspectivas metodológicas. Se pueden destacar varios aspectos claves en lo que respecta a la aportación principal del estudio de esta correspondencia. En primer lugar, la pormenorizada lectura de las cartas, la mayor parte de ellas dirigidas a su padre, Francisco de Churruca, nos señala momentos claves de la vida del marino, destacando algunos acontecimientos principales desde su juventud, como fue su desempeño como guardiamarina en la isla de León (Cádiz) y posteriormente en El Ferrol. Las cartas transmiten también un sentir y dirección por parte de la familia y especialmente de la figura paterna en los progresos del joven Churruca como cadete y posteriormente como marino experto en la mar. Es interesante la relación citada, aunque no incluida en esta edición de las cartas, entre los tutores de Churruca y su padre, durante la estancia del joven marino en dichas academias entre 1776 y 1778. Hay que subrayar que es en estas cartas donde se refleja la auténtica biografía de su protagonista. Tras la lectura de este epistolario surge la biografía histórica o, como indica la propia autora, la conexión entre la historia individual y la colectiva. Churruca era un marino, oficial, cadete ascendido al grado de teniente general, tras su prematura muerte en la batalla de Trafalgar. Era un acérrimo estudioso de la náutica, el mar y la cartografía, un perfil ejemplar de marino ilustrado, ya que, como buen guipuzcoano de nacimiento, Cosme Churruca fue sobre todo un hombre de mar y de ciencias. Su formación como marino le capacita de inquietudes intelectuales que muy pronto desarrollaría en la mar, aparte de sus gustos refinados, como su interés por el teatro y la ópera.

En 1778 recibió el grado de alférez de fragata, iniciando diversos periplos en la mar, primero en la escuadra al mando de Antonio de Arce, quien fuera capitán general e inspector general de la Armada. Es probable que Churruca fuera reclutado en El Ferrol en cuyo arsenal Antonio de Arce armó una escuadra de ocho navíos en 1779. Desde esos años navegó en el navío “San Vicente” o “San Vicente Ferrer”, participando en el asedio a Gibraltar entre 1781 y 1782, y otras actividades de naturaleza militar.

El estudio introductorio nos ofrece también una rica información sobre las redes en torno a las actividades y la vida de Churruca, las cuales incluía, por supuesto, relaciones con otros marinos de origen vasco y guipuzcoano, mercaderes de la Carrera de Indias, autoridades de la academia o científicos de su época. Ello se traduce, entre otras actividades, en su relación con la Sociedad Vascongada de Amigos del País, desde 1785, o su matrimonio con María Dolores, hija del brigadier de la Armada Vicente Ruiz de Apodaca y sobrina del que fuera, “de iure” el último virrey de México. Churruca llegó a ser miembro del Observatorio de Marina de Cádiz, creado por iniciativa de Jorge Juan. Y en sus trabajos y línea de pensamiento se reflejan ciertas influencias de personalidades de la época como fue Antonio de Gaztañeta, marino y constructor naval, gran figura de la España de las primeras décadas del siglo XVIII, que contribuyó, junto a su contemporáneo y amigo, el ministro José Patiño y Rosales, a colocar algunos de los cimientos de la política naval española. La relación de la familia Churruca con el ilustre constructor naval fue notable desde que compartieron la casa solariega que actualmente es propiedad de la familia de los condes de Motrico, la familia Areilza-Churruca en Arrietacúa. La influencia de Gaztañeta pudo también incidir en el interés de Churruca en la construcción naval, que se refleja en muchos comentarios de las cartas, aunque también es de recordar que él mismo escribió un informe titulado: “Método geométrico para determinar las inflexiones de la quilla de un buque quebrantado, lo mismo que la cantidad de arrufo, caso de que lo hubiese”, el cual circuló por la Corte española.

El estudio de la correspondencia subraya también su potencial uso como fuente histórica para análisis de redes, movimientos portuarios, detalles (en el caso de los marinos) sobre la arquitectura del barco y sobre cualquier circunstancia relacionada con la navegación, las arribadas a puertos o sus movimientos en batalla. Así, uno de los contenidos claves de esta investigación hace referencia a la propia visión que Churruca tenía sobre la Armada, flotas, barcos y todo lo relacionado con el universo naval de su tiempo. El contexto histórico que condiciona la vida en la mar de Churruca queda enmarcado en el estudio de su correspondencia y del evento histórico, cada suceso en sí, destacándose el buen uso del conocimiento científico que el marino había desarrollado tras su larga experiencia. Los viajes que Cosme Churruca protagonizó aportaron importantes avances en el conocimiento de la ciencia hidrográfica, la cartografía, especialmente de América, la forma de determinación de la longitud, las corrientes marinas y los vientos. Se destaca su labor cuando el ministro José de Mazarredo, le encargó el mando de la primera expedición hidrográfica del Atlas de la América Septentrional, entre 1792 y 1795, con el fin de levantar cartas de las costas del golfo de México y las Antillas, produciendo una valiosa documentación que la propia autora estudió y publicó en un artículo previo (González-Ripoll, 1990González-Ripoll, María Dolores (1990), “La expedición del Atlas de la América septentrional (1792-1810): orígenes y recursos”, Revista de Indias, 50 (190), pp. 767-788. DOI: https://doi.org/10.3989/revindias.1990.i190.767 ). Anteriormente, Churruca había participado en la expedición al Estrecho de Magallanes, en 1788, liderada por Antonio de Córdoba, para el conocimiento de una mejor orografía de la zona. Durante esta expedición Churruca se encargó de estudiar la astronomía y la geografía, llegando a publicar una de sus obras más importantes, el “Apéndice al Primer Viaje de Magallanes” (1795). También elaboró una “Carta esférica de las Antillas”, junto a Joaquín Francisco Fidalgo. Es por ello que el estudio pormenorizado de las cartas incluye, además, una rica información sobre cartografía y conocimientos náuticos susceptibles de extender futuras investigaciones complementadas con documentos de archivos y con los fondos hidrográficos del Museo Naval. Churruca era polifacético, como marino y hombre de ciencia, produciendo muchos trabajos, informes y apuntes sobre diversos temas. Pero Churruca también tenía ideas propias sobre la política comercial con América, en especial sobre el Reglamento de 1778. En sus cartas hace comentarios enriquecedores sobre los preparativos de la guerra contra Inglaterra o sobre los tratados con Francia de finales de siglo. Sus observaciones sobre los barcos de la época, a los que llama bichos, tampoco dejan de ser interesantes, especialmente la alusión a los barcos ingleses, más veloces al estar forrados de cobre. Esto llama curiosamente la atención, por ser un testimonio de 1781, en una época en la que en España ya se pretendía desarrollar la técnica del forrado de cobre en los barcos, introduciéndose muy poco tiempo después. Churruca ofrece interesante información sobre la construcción naval de la época. En la carta 127, por ejemplo, destaca su preocupación sobre el tiempo que los barcos permanecían en los diques, y no “haciéndose a la quilla”, y otros problemas derivados de la impracticabilidad de forrar de cobre todos los navíos que iban para América. Describía el momento de las carenas de sus barcos, el “Santa Bárbara”, y su “San Vicente” “que ha vuelto a sus antiguas mañas de hacer agua”, y era enviado a Cartagena para su carena y forrarlo de cobre (Carta 129). Aparte del análisis muy descriptivo del contenido de las cartas y detalles como los tipos de saludos, se especificaba siempre el lugar donde estaban escritas, generalmente a bordo del barco en donde Churruca estaba de comisión de servicio, como desde el “San Vicente”; o bien desde alguna localización marítima o costera, destinos propios de la vida de un hombre de mar, Coruña, Brest, El Ferrol, Cádiz, Cabo San Vicente, “a la boca del Canal de la Mancha”, después de haber recorrido “los mares de Irlanda” (Carta 97); desde La Carraca, en Cádiz (Carta 130), desde Montevideo, Madrid, Isla de León, San Sebastián, Astorga; y a partir de 1782, en su destino en la fragata “Santa Bárbara”, “a 20 leguas de la Isla de Quesante”, en Algeciras. Algunas de estas cartas dan valiosa información sobre los movimientos navales, batallas, zafarranchos, combates, y de escuadras de la época. También aporta información sobre el comercio con América y los movimientos de las flotas que llegaban de La Habana y otros puertos, en ocasiones con detalles de los cargamentos, el movimiento de lanchas cañonera, etc. Por último, también escribe a bordo del navío “San Juan Nepomuceno”, en Cádiz, en 1805, antes de la fatídica batalla, el dolor o temor por su vida disponiendo sus últimas voluntades. Subrayo la curiosa carta de Manuel, su asistente, dando explicaciones sobre cómo se procedió con sus pertenencias después de la batalla, incluyendo el posible paradero de “ciertos papeles sobre hidrografía y materias filosóficas” que pertenecieron a Churruca, y que se refleja en la carta 176 dirigida por Collingwood al marqués de Socorro.

En definitiva, una rica información sobre un contexto histórico lleno de sorpresas y novedades para el historiador naval, al hilo de la escritura de un marino de su tiempo. La autora, María Dolores González-Ripoll, es una destacada científica del CSIC, investigadora nata, también certera y minuciosa en sus análisis históricos, pero no faltos de sensibilidad y gran capacidad literaria al ofrecer una narrativa amena y maravillosa en sus contenidos. La obra completa perfectamente esa narrativa biográfica y colectiva del mundo de la mar, ya ilustrada en su obra (González-Ripoll, 1995González-Ripoll, María Dolores (1995), A las órdenes de las estrellas: la vida del marino Cosme de Churruca y sus expediciones a América, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas - Fundación Banco Bilbao-Vizcaya.). En esta ocasión, la correspondencia privada, sin duda, se erige como una fuente espectacular para escribir la historia, cuando el historiador tiene la enorme suerte de su hallazgo. La autora califica el contenido y la tipología de las cartas, por lo que lleva a cabo un análisis de las interacciones e intereses directos del autor de las cartas, el intercambio de información, así como sus ideas sobre el entorno que le tocó vivir, sus experiencias, pero también sus ideas, sus temores y sus esperanzas. Una obra de fácil lectura y de ricos detalles, producida por una historiadora excepcional que va de la mano de un singular y eterno protagonista en el universo de la historia marítima global.

BIBLIOGRAFÍA CITADA

 

González-Ripoll, María Dolores (1990), “La expedición del Atlas de la América septentrional (1792-1810): orígenes y recursos”, Revista de Indias, 50 (190), pp. 767-788. DOI: https://doi.org/10.3989/revindias.1990.i190.767

González-Ripoll, María Dolores (1995), A las órdenes de las estrellas: la vida del marino Cosme de Churruca y sus expediciones a América, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas - Fundación Banco Bilbao-Vizcaya.