Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia 74 (1)
enero-junio 2022, p600
ISSN-L: 0210-4466
http://asclepio.revistas.csic.es/

RESEÑAS

BOOK REVIEWS

Fernando García Naharro

(Europa-Universität Flensburg)

López Sánchez, José María; Fernández Gallego, Alba. A imprenta y tírese. 80 años de la editorial CSIC. Madrid, CSIC, 2021, 748 páginas [ISBN: 978-84-00-10697-3 (tapa dura)]

El segundo número de la flamante colección “Historia del CSIC” de la editorial del Consejo es un voluminoso libro editado en tapa dura que aborda, en esta ocasión, no tanto la historia administrativa e institucional del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) (que también), sino, más concretamente, la historia de su Oficina o Departamento de Publicaciones. En otras palabras, el lector o lectora que se acerque a este libro encontrará en él una exhaustiva historia -fundamentada, principalmente, en un intenso y riguroso trabajo de investigación en fondos archivísticos- de los orígenes y el desarrollo de lo que hoy es la Editorial CSIC.

Una historia, por tanto, que hunde sus raíces necesariamente en los albores de la dictadura del general Francisco Franco (1892-1975) y en las entrañas del arbor scientiae del CSIC, la “joya de la corona” -dirán los autores- del ministro José Ibáñez Martín (1896-1969), su fundador y primer presidente. Así, navegando entre órdenes ministeriales, informes y demás documentos oficiales, los lectores conocerán cómo al tiempo que se articulaba normativamente al Consejo se creaba también, en abril de 1940, el cargo de Vicesecretario General del CSIC que ocuparía Alfredo Sánchez Bella (1916-1999). Él será el principal encargado de dar forma al embrión de la Oficina de Publicaciones del CSIC gestada entonces, paradójicamente, a partir del depósito de publicaciones de la extinta Junta para Ampliación de Estudios (JAE) y de los contratos de edición recibidos del Instituto de España. No obstante, pronto se pondría en funcionamiento un verdadero servicio editorial propio que encontró en la figura de Rafael de Balbín Lucas (1910-1978) al hombre que orientaría su política de publicaciones durante más de treinta años.

Hombres y nombres propios guiarán así esta historia que, si bien nos habla de procesos dinámicos lo hace, sin embargo, focalizando su interés en determinados actores clave. De este modo, los lectores comprobarán también cómo, bajo la dirección de Rafael de Balbín, la Oficina de Publicaciones tratará ya de racionalizar sus aspectos económicos y técnicos para hacer frente, con ello, y en el contexto de aquella famélica España de postguerra, a los extenuantes gastos de imprenta o de compra de papel. Cuestiones mundanas e irremediablemente cotidianas, aunque, no por ello, menos determinantes, como lo fueron también las retribuciones o las tiradas de libros y revistas; unos asuntos, éstos, deliberados, a su vez, en Juntas y Comisiones de Publicaciones que aconsejaban entonces el privilegiar siempre la publicación de aquellos trabajos realizados por autores autóctonos pertenecientes al CSIC, la institución que, además, y en sintonía con el programa ideológico del régimen, ejercía en España el rol de censor de publicaciones científicas.

Temas, éstos y otros diseminados a lo largo de las páginas de este libro, que nos recuerdan, una vez más, cómo a través del estudio de la práctica editorial se puede abordar también una historia política y social culturalmente considerada. Pinceladas en este sentido las encontrarán los lectores, mayoritariamente, en la segunda parte del libro, menos extensa y con un peso específico menor, dedicada a la producción de revistas, libros y colecciones del CSIC. Dos capítulos finales -frente a los cuatro capítulos previos que conforman la primera parte- en los que, sin embargo, se escuchará con más claridad la voz de ambos autores al confrontar ahora el programa nacionalcatólico de la dictadura con buena parte de lo publicado (en humanidades y ciencias sociales, principalmente) por el Consejo. Con todo, lo cierto es que, atendiendo al libro en su conjunto, esta potencialidad queda a menudo atenuada bajo una abrumadora concatenación de normativas y clasificaciones administrativas que se torna, sin embargo, para los autores, en la materia prima idónea para “deshacer los entuertos reglamentarios” de la Editorial CSIC.

Una empresa nada sencilla, el manejarse con tal cantidad de oficios, instancias y actas oficiales, pero que tanto Alba Fernández Gallego como José María López Sánchez abordan con solvencia, embarcando así a sus lectores en una interesante y muy documentada historia repleta de transformaciones y pervivencias. De este modo, el libro transitará también desde la antigua sede del Centro de Estudios Históricos de la JAE -en la calle Medinaceli 4 de Madrid, emplazamiento de la Oficina de Publicaciones del CSIC desde su fundación en 1940- hasta el nuevo edificio de oficinas y almacén en la calle Vitruvio, la sede actual de la Editorial CSIC. Un traslado, realizado a finales de los años cuarenta, que supuso también mayor autonomía para la Oficina de Publicaciones que vio cómo, ya en los años cincuenta, se reglamentaba finalmente tanto la publicación de libros como de publicaciones periódicas del Consejo, abriéndose así una nueva etapa en la gestión editorial del CSIC no exenta, sin embargo, de tensiones interdepartamentales. Muestra clara de todo ello serán, por ejemplo, las desavenencias entre el Director Gerente de la librería del Consejo (Librería Científica Medinaceli) y el Jefe de Distribución de Publicaciones, que acabarán además encumbrando a éste último al frente de la nueva Sección de Distribución de Publicaciones. También del Departamento de Propaganda, puesto en marcha oficialmente en el año 1956 con el objetivo de optimizar los beneficios en ventas, aunque, en la práctica, el departamento no llegaría nunca a contar ni con los fondos ni con los profesionales técnicos necesarios para poder llevar a cabo esta labor.

Una falta acuciante de medios económicos, profesionales y materiales que será una constante en el relato de su tiempo, ese al que nos acercan los autores reproduciendo directamente fragmentos extensos de documentos administrativos, de decretos e informes con los que ansían así “dejar hablar, en la medida de lo posible, a los protagonistas de la época”. Herederos de esta forma de hacer historia, alejada de disquisiciones teóricas y disputas metodológicas, su libro gana, en cambio, en erudición y en profusión de datos de toda índole -desde presupuestos y cuentas, tarifas por traducción y derechos de autor, contratos de colaboración y presencia internacional de libros en ferias internacionales hasta costes de obras de instalación de alumbrado y reparación del alcantarillado del propio edificio de la Sección de Publicaciones- haciendo de él una obra de consulta inexcusable para conocer todos y cada uno de los pormenores del principal brazo editorial de la ciencia franquista. Pero no sólo de entonces, también después de la muerte de Franco, cuando se produzcan, por ejemplo, tanto el cese del propio Rafael de Balbín Lucas y la disolución de la Vicesecretaría de Publicaciones como la puesta en marcha del nuevo Centro Nacional de Información y Documentación (CENIDOC), entre cuyas atribuciones figuraba también la coordinación de las publicaciones del CSIC.

Un tiempo, como sabemos, de cambios y de transición en España -tanto a nivel científico como, claro está, a nivel político- que afectará también de lleno al organigrama del Consejo: si en 1977 se decretaba la disolución de los organismos autónomos y de los patronatos del CSIC, a comienzos de los años ochenta el Servicio de Publicaciones también se había reagrupado ya en el edificio de Vitruvio y en la persona de José María Sistiaga (1927-2019), jefe de toda la administración de publicaciones del Consejo. Sin embargo, si José María Sistiaga creyó, como sugieren los autores, “que podía llegar a ser un nuevo Rafael de Balbín”, es porque no conocía la alternancia política que la democracia traería consigo: la jefatura de publicaciones conocería así, en lo sucesivo, muchos cambios al frente (Jaume Josa (1945-2012), Manuel Pérez Ledesma (1944-2018), Alberto Sánchez Álvarez-Insúa (1942-2011), Luis Alberto de Cuenca, Emilio Fernández-Galiano Ardanaz, Wilfredo Rincón García, Miguel Ángel Puig-Samper) relatados en el libro, hasta el año 2013, a partir de valiosas entrevistas a varios de estos directores o de sus colaboradores más estrechos, como en el caso de Teodoro Sacristán (1950-2020). No en vano, fue con Miguel Ángel Puig-Samper cuando la que fuera denominada como Oficina, Servicio o Departamento de Publicaciones pasara entonces a convertirse en la Editorial CSIC, un sello señero que aún hoy, contando ya con más de ochenta años de historia a sus espaldas, sigue afrontando nuevos retos tanto a nivel de gestión y administración como de política editorial. Y lo hace además con fuerzas renovadas; esas que, desde 2019, le insufla infatigablemente Pura Fernández, su nueva directora y la primera mujer en ostentar dicho cargo en la casa. Como se suele decir, nunca es tarde si la dicha es buena.