Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia 74 (1)
enero-junio 2022, p587
ISSN-L: 0210-4466
https://doi.org/10.3989/asclepio.2022.08

LA HERENCIA DE PROMETEO. LAS ENFERMEDADES OCUPACIONALES EN EL CORPUS HIPPOCRATICUM

PROMETHEUS’ LEGACY OCCUPATIONAL DISEASES IN THE HIPPOCRATIC CORPUS

César Sierra Martín

Universidad de Valencia

https://orcid.org/0000-0003-1368-8337

RESUMEN

el presente trabajo analiza las enfermedades ocupacionales en el Corpus Hippocraticum. Principalmente nos centraremos en Epidemias, que recoge numerosas historias clínicas, con el objetivo de analizar la asistencia sanitaria de los trabajadores en la médica griega. Finalmente, abordamos el debate historiográfico en torno al acceso a la sanidad en el mundo antiguo.

PALABRAS CLAVE: 
medicina griega; trabajo; asistencia sanitaria; historia social de la medicina.
ABSTRACT

the aim of this paper is to analyze the occupational diseases through the Hippocratic Corpus. Mainly, the analysis will be focus on Epidemics, that collect many medical histories, in order to analyze the workers’ medical care in Greek Medicine. Finally, we address the historiographical debate around the general access to medical Care in the ancient world.

KEY WORDS: 
Greek Medicine; Work; Medical Care; Social History of Medicine.

Recibido: 24  marzo  2021; Aceptado: 05  mayo  2021; Publicado: 19 mayo 2022

Cómo citar este artículo/Citation: Sierra Martín, César (2022) “La herencia de Prometeo. Las enfermedades ocupacionales en el Corpus Hippocraticum”, Asclepio, 74(1): p587. https://doi.org/10.3989/asclepio.2022.08

CONTENIDO

1. INTRODUCCIÓN

 

El trabajo tiene una dimensión moral que trasciende la mera obtención de los recursos para el sustento. En la cultura griega se aprecia desde bien temprano gracias al testimonio de Hesíodo, quien recomienda a su hermano Perses que se dedique al trabajo antes que a los pleitos estériles (Hes. Op. 28-33). En este conocido pasaje, el trabajo, anotado en el texto mediante el término ἔργον, dignifica la vida humana a través del esfuerzo y proporciona una lección de vida al que lo practica. Un modelo de rectitud contrapuesto a la vida muelle propia de las discusiones políticas. Más adelante y sin abandonar Trabajos y días (217-223), el poeta beocio define la conducta humana como un camino (ὀδός) a escoger entre la rectitud (trabajo, dignidad, justicia…) y la maldad (holgazanería, inmoralidad, injusticia…). El testimonio anterior de Hesíodo configura un arquetipo de labrador humilde, cuyo trabajo tiende a la autosuficiencia gracias al cultivo de un pequeño lote de tierra gracias a la ayuda familiar1 Este modelo tendrá una extraordinaria vigencia histórica y puede rastrearse e n la literatura romana, por ejemplo, en las Geórgicas de Virgilio. Mossé 1980 [1966], p. 95-109; Burford, 1993, p. 182-230 y Gallego, 2003, p. 33-34. . La presencia en el territorio de estos campesinos modestos es discreta, sin gran densidad, y articula una comunidad de valores solidaria que, en cierto modo, se contrapone a una creciente vida y economía urbana (Gallego, 2003Gallego, Julián (2003), “La historia agraria en la Grecia antigua: una introducción a las interpretaciones recientes”. En: Gallego, J. (ed.), El mundo rural en la Grecia antigua, Madrid, Akal, pp. 13-42.). Así pues, esta visión agrícola de la honradez en el trabajo que nos muestra Hesíodo se confrontará progresivamente con una actividad fabril, mercantil y diversificada en el marco de la pólis2 Así, a las labores propias del campo se añaden las de la ciudad con el trabajo del tejido, los metales, la alfarería y tantas otras ocupaciones manuales que se vieron impulsadas durante la época arcaica por un pujante comercio. El mismo debate moral alcanzará de lleno la cultura romana, como demuestra el testimonio de Cicerón De Officis; véase una aproximación en Verboden/Laes, 2017. Con todo, quisiéramos añadir que no se trata de una confrontación campo/ciudad sino de la reacción de un sector económico tradicional frente a nuevas formas de obtención de riqueza; véase Morley, 2007, p. 84..

Avanzando hacia la época clásica, esta contraposición entre la imagen idílica de la agricultura y la denostada actividad artesanal, será el eje central de una peculiar forma de concebir el trabajo en el pensamiento aristocrático griego. Lo anterior se traducirá en la construcción del perfecto aristócrata o buen caballero (καλός κἀγαθός), el cual adoptará una mala predisposición hacia los oficios manuales pero conservará una buena imagen del mundo agrícola. Así, en esta época se identifica una controversia en torno al valor social de las actividades manuales que puede rastrearse a partir del amplio espectro de posibilidades que cobija el término τέχνη; que bien puede designar el arte de una escultor, médico o pintor famoso como la actividad de un simple zapatero, batanero o herrero (Plácido, 1997, p. 170 ssPlácido, Domingo (1997), La sociedad ateniense. La evolución social en Atenas durante la guerra del Peloponeso, Barcelona, Crítica.).

La aportación de Jenofonte a este modelo aristocrático será de suma importancia como demuestra un conocido pasaje del Económico (IV. 1-3), que recrea un diálogo entre Critobulo y Sócrates alrededor de la valoración social del trabajo manual. Éste se presenta como contrario al ideal de vida aristocrática de la pólis clásica dado que no permiten tiempo libre para dedicar a la política3 En cambio, el ideal de pólis democrática recogía esta necesidad de participación en política y lo hacía extensible a todo ciudadano; véase Plácido, 1997, p. 171. . Además de lo anterior, el trabajo arruina cuerpo y espíritu debido a las duras condiciones que obliga a mantener4 Idéntico rechazo a los oficios manuales apreciamos en Heródoto al describir las castas en las que se dividía el pueblo egipcio, agrupadas en torno a los oficios que desempeñaban: guerreros, boyeros, porquerizos, mercaderes, intérpretes, pilotos (Hdt. II. 164.1). Concluye que, en Grecia, no está bien visto que los nobles practiquen un oficio manual y establece a los lacedemonios como modelo (Hdt. II. 167). Véase Farrington, 1974 [1947], p. 71 y Asheri/Lloyd/Corcella, 2007, p. 365-366. . Con todo, las impresiones de Jenofonte apuntan diversas cuestiones clave en la conceptualización del trabajo en la antigüedad clásica. Por un lado, se establece una distinción entre el caballero (καλός κἀγαθός) que dirige o gestiona un negocio propio frente al trabajador (ἐργάτης), que lleva a cabo la actividad manual5 Así pues, cabe distinguir entre la ocupación, que puede desempeñar un aristócrata en la gestión de su hacienda y el trabajo manual propio de la población servil; Finley, 2003 [1973], p. 75.. Por tanto, desde la mentalidad aristocrática, las artes mecánicas (βαναυσικαί τέχναι) no conllevan ningún prestigio social ni conducen hacia una vida de rectitud moral6 En similares términos se pronuncia en el diálogo entre Sócrates y Cármides; Xen Mem. III. 7. 6. . Bien al contrario, el aristócrata debe eludirlas si quiere, por un lado, conservarse en óptimo estado físico y psíquico y, por otro lado, si tiene voluntad de incidir e influir en la vida pública. De forma análoga, tanto Platón (Lg 848a) como Aristóteles (Pol. 1278a25-25) separaron con nitidez a los trabajadores manuales del cuerpo ideal de ciudadanos en sus respectivas propuestas políticas (Duplouy, 2018, p. 23-24Duplouy, Alan (2018), “Pathways to Archaic Citizenship”. En: Duplouy, Alan; Brock, Roger W. (eds.), Defining Citizenship in Archaic Greece, Oxford, Oxford University Press, pp. 1-50.). No obstante, siguiendo a Claude Mossé, se debe puntualizar que el descrédito de las artes mecánicas no radica en la acción misma del trabajo sino en el vínculo de dependencia que se establece entre trabajador y comprador. En otras palabras, construirse una vivienda, producir alimentos para uno mismo o confeccionar tus propias prendas es honroso; dedicarse a la venta de estos productos es una deshonra (Glotz 1965 [1926]: 161 ss. Glotz, Gustave (1965 [1926]), Ancient Greece at Work. An Economic History of Greece, New York, Barnes&Noble.; Mossé 1980 [1966]: 67Mossé, Claude (1980 [1966]), El trabajo en Grecia y Roma, Madrid, Editorial Akal.). El anterior planteamiento se agudiza a medida que el trabajo mecánico evoluciona y se diversifica la producción. El propio Jenofonte reflexiona sobre esta cuestión cuando advierte en Ciropedia que los cocineros de la corte real persa estaban altamente especializados en la preparación de platos. Acto seguido, realiza un paralelismo con las artes (τέχναι) cultivadas en las grandes ciudades, que requieren una notable diversificación y un artesano puede vivir exclusivamente de una actividad intermedia dentro de un proceso productivo mientras en las ciudades pequeñas una misma persona debe realizar todas las tareas (Xen. Cyr. VIII. 2. 5; Finley, 2010 [1953], p. 212Finley, Moses I. (2010 [1953]), “Innovación técnica y progreso económico en el mundo antiguo”. En: Finley, M. I.: La Grecia antigua, Barcelona, Crítica, pp. 200-222.). Sea como fuere, el pensamiento de Jenofonte apunta directamente hacia la predisposición del artesano a la servidumbre debido a las exigencias del trabajo manual y las consecuencias negativas sobre el cuerpo. Por ejemplo, en República de los lacedemonios se dice:

[…] Como la mayoría de los artesanos son sedentarios, los demás griegos estiman conveniente que las jóvenes trabajen la lana llevando una vida inactiva. Ahora bien, ¿cómo se va a esperar que jóvenes criadas de esta manera engendren algo grandioso? Licurgo, en cambio, pensó que las esclavas también bastaban para producir vestidos y, como consideraba que la procreación era la principal misión de las mujeres libres, en primer lugar, dispuso que el sexo femenino ejercitase sus cuerpos no menos que el masculino.

Xen. Lac. 3-47 Seguimos la traducción de O. Guntiñas Tuñon (1984), Jenofonte. Obras menores, Madrid, Gredos.

Apreciamos una solución de continuidad en la propuesta del discípulo de Sócrates, concluyendo que los oficios manuales arruinan el cuerpo de quien los practica y, por tanto, deben ser asignados a los esclavos8 Análogamente, Jenofonte recomienda que las minas de plata de Laurión sean trabajadas por esclavos para liberar a los ciudadanos de dichas tareas y así poder dedicarse a la política (Xen. Sobre los Ingresos IV. 14; Plácido 1997, p. 172) . No cabe duda que la práctica de dichas tareas comportaba un elevado desgaste físico y, a menudo, incluso lesiones y enfermedades específicas del contexto laboral. En Heródoto se aprecia lo anterior durante el contexto de la campaña del persa Harpago contra carios y licios (Hdt. I. 171). Para prevenir la más que temida invasión de los persas, los habitantes de Cnido decidieron abrir un canal en el istmo que les unía al continente para convertir su ciudad en una isla cuando en plena tarea sucede que los obreros sufren heridas y lesiones oculares en frecuencia superior a lo normal. Todo ello conduce a los cnidios a inquirir al oráculo de Delfos sobre el origen de las lesiones dado que intuían un origen sobrenatural (Hdt. I. 174. 4; Asheri/Lloyd/Corcella 2007: 196Asheri, Dadiv; Lloyd, Allan.; Corcella, Aldo (2007), A Commentary on Herodotus Books I-IV, Oxford, Oxford University Press.). Quedan en evidencia las duras condiciones de los trabajadores y las lesiones que sufrían, las cuales no parece que fueran tratadas por médicos dado el supuesto origen sobrenatural de las mismas. Con todo, el caso anterior entra de lleno en lo que actualmente definiríamos como enfermedad o accidente ocupacional sobre lo cual tenemos pocos datos en la antigüedad clásica9 La categorización de enfermedad ocupacional es moderna (s. XX) y comprende aquellas enfermedades, lesiones o intoxicaciones propias de la actividad laboral de las personas. Véase Levy/Wegman/Baron/Sokas 2018 [2000]: 3-21. . En otros términos, podría vincularse este rechazo aristocrático al trabajo manual con la carencia de información sobre la asistencia sanitaria de los trabajadores en el contexto de la pólis clásica. Nuevamente Jenofonte aclara algún punto cuando refiere la obligación de los amos de llevar a los esclavos enfermos al médico (Xen. Mem. II. 10. 2; Oec. VII. 37). Asimismo, otra conocida mención a la asistencia sanitaria del colectivo servil la proporciona Platón (Leyes 720 a-d)10 Añade Platón que el médico libre instruye (máthêsis) a los pacientes libres en su enfermedad con voluntad terapéutica, véase Laín Entralgo, 1964, p. 76-77 y 87. Con todo, la lectura del pasaje debe alcanzar conclusiones más críticas que las propuestas por Pedro Laín alrededor del acceso de la población servil a la sanidad. , quien afirma que los médicos libres atendían a hombres libres mientras los médicos esclavos hacían lo propio con los esclavos (Sierra, 2018, p. 180-182Sierra, César (2018), “Médico y esclavo: relaciones de dependencia en la medicina griega”. En: Cortadella, J.; Olesti, O.; Sierra, C. (eds.), Lo viejo y lo nuevo en las sociedades antiguas: homenaje a Alberto Prieto. XXXVI Coloquio del GIREA, Besançon, Presses universitaires de Franche-Comté, pp. 177-194.). Ahora bien, incluso partiendo de una discutible asistencia sanitaria a los esclavos, parece que nos movemos en un ámbito asistencial a baja escala. Planteado de otra forma, ¿Qué sucedía con las grandes masas de esclavos que explotaban las minas de Laurión? ¿Qué tipo de asistencia recibían los trabajadores libres en el ámbito de la pólis? No se ha prodigado la historiografía moderna en abordar tales preguntas y, por este motivo, la asistencia sanitaria en el ámbito laboral ha quedado desatendida11 Así también lo entiende Vivian Nutton (2004, p. 27-28), quien comenta un par de casos en Plinio el Viejo y Galeno, concluyendo que no existe mucha información en las fuentes primarias sobre las enfermedades ocupacionales. No cabe duda que hay más información que los pocos casos comentados por este autor aunque, cierto es, no es un tema muy abordado por las fuentes médicas. Otra cuestión sería el análisis del médico como trabajador manual, como experto (τεχνίτης) o como médico público de la pólis (ἱατροὶ δημοσιεύοντες). Todas estas figuras son conocidas por la crítica moderna y están presentes en las fuentes (Cohn-haft, 1956; Gil, 1973; Nutton, 1988 y Samama, 2003, p. 38-58) . El único caso abordado por la crítica moderna se reduca a las intoxicaciones por plomo, notablemente en la antigua Roma y vinculado a las conducciones de agua12 Dichos trabajos no suelen centrarse en el ámbito laboral, véase una aproximación clásica en Forbes, 1950, p. 281-282 con mención a un conocido pasaje de Plinio (NH XXXIV. 100) y la más reciente aproximación con bibliografía de Tepper, 2007. .

Únicamente la historiografía marxista del pasado siglo ha dedicado esfuerzos a esta cuestión así como a los condicionantes sociales y económicos que envuelven la aparición de la enfermedad. Ejemplo de ello es la escuela de Henry E. Sigerist (1891-1957), especialmente interesada en las condiciones laborales de los mineros13 Destacamos a George Rosen (1910-1977), especializado en los estudios históricos sobre salud pública y las condiciones sanitarias en el trabajo, véase Sierra 2020, p. 13 ss. . Desde los estudios del mundo antiguo, tenemos la obra del polémico Benjamin Farrington (1891-1974), quien abordó el tema en sus conocidas obras Ciencia y Filosofía en la antigüedad (1933), Ciencia griega (1944) y Mano y cerebro en la Grecia antigua (1947)14 Respectivamente, capítulo quinto (Farrington 2020 [1933], p. 67-84; Farrington 1979 [1944], p. 59-70) y segundo (Farrington 1974 [1947], p. 63-100). . Vaya por delante nuestro reconocimiento hacia el historiador irlandés y otros marxistas en su esfuerzo por avanzar en el terreno de la Historia social de la medicina antigua15 Merece la pena señalar que no sabemos de otros trabajos que aborden el tema de las enfermedades ocupacionales en el mundo antiguo. No cabe duda que el clasicismo desde el que tradicionalmente se aborda la medicina griega tiene mucho que ver en la carencia de este tipo de estudios; véase Sierra 2018: 190-191. . No obstante, y desde la honestidad, cabe señalar que los apriorismos de autores como Farrington terminan por ofrecer un análisis histórico simplificado y esquemático donde lo importante es denunciar la opresión de la aristocracia sobre los trabajadores, sin profundizar adecuadamente en las fuentes primarias. Ello conduce a conclusiones discutibles como puedan ser el pretendido e inveterado atraso técnico de la cultura griega cuya causa se debe a dos factores: 1) el desprecio de las élites por el trabajo manual y su apuesta por el trabajo esclavo y 2) la invasión de conceptos filosófico-especulativos propios de esta clase ociosa en las téchnai griegas (Farrington, 1974 [1947], p. 63Farrington, Benjamin (1974 [1947]), Mano y cerebro en la Grecia Antigua, Madrid, Editorial Ayuso.; Finley, 2010 [1953], p. 200Finley, Moses I. (2010 [1953]), “Innovación técnica y progreso económico en el mundo antiguo”. En: Finley, M. I.: La Grecia antigua, Barcelona, Crítica, pp. 200-222. o Mossé, 1980 [1966], p. 34-35Mossé, Claude (1980 [1966]), El trabajo en Grecia y Roma, Madrid, Editorial Akal.). En adición a lo anterior y concretando en la figura del médico griego, sostiene que el gran fracaso de la medicina griega fue no ocuparse de las necesidades del trabajador y dedicarse en exclusiva a la clase ociosa (Farrington 1979 [1944]: 69Farrington, Benjamin (1979 [1944]), Ciencia griega, Barcelona, Icaria. ).

Nuestro objetivo en las siguientes líneas no es desmentir ni apoyar las observaciones de Farrington sino presentar un estudio desde las fuentes médicas alrededor del acceso a la sanidad de los trabajadores. Para ello realizaremos un completo repaso al Corpus Hippocraticum16 La colección hipocrática es un conjunto de escritos anónimos de diversa autoría que recoge las impresiones de diferentes intelectuales (no siempre médicos) en diferentes momentos sobre temas relacionados con la medicina. La colección hipocrática está constituida por más de 60 escritos cuya cronología responde a diversas fases: 1) fase inicial (420350 a.C.) con escritos que a menudo se interpretan como anotaciones para conducir clases magistrales; 2) época alejandrina (s. III a.C.), compilación del grueso de los tratados bajo la autoridad de la figura de Hipócrates y 3) fase tardía (s. I-II d.C.) donde se incorporaron algunos escritos como Sobre la decencia y Preceptos (López Férez, 2008 [1988], p. 613-649). En el presente estudio iremos concretando la cronología de cada escrito a medida que se utilice. ; con especial mención a las historias clínicas que remitan a la actuación del médico en un contexto laboral. Por tanto, el punto de inicio del presente análisis sobre las enfermedades ocupacionales debe recaer en la terminología propia de la medicina griega. Siguiendo la anterior premisa, en el primer apartado vamos a realizar una progresión desde una noción general (δίαιτα, estilo de vida) hacia otra más concreta (πόνος, esfuerzo o trabajo); términos ambos vinculados a la actividad física. En la tercera sección, desgranaremos los casos clínicos más interesantes para abordar las enfermedades ocupacionales en el Corpus Hippocraticum. Finalmente, proponemos un apartado conclusivo acerca del debate moderno sobre la supuesta universalidad en el acceso de la medicina hipocrática.

2. ESFUERZO, TRABAJO Y ESTILO DE VIDA EN LA MEDICINA HIPOCRÁTICA

 

La medicina hipocrática consideraba la actividad física y el trabajo (πόνος) como parte del estilo de vida (δίαιτα) del paciente y, por tanto, sitúa ambas categorías dentro de los elementos externos que pueden conducir a la enfermedad. Todo ello parte de una noción fisiológica general según la cual desde el exterior puede modificarse la naturaleza humana y el delicado equilibrio que constituye la salud. Se entiende así, al menos, desde Alcmeón de Crotona, quien fue el primero en proponer una teoría de la salud (Aecio V. 30. 1; Ps. Plu. de Placitis 911A; 1 DK 24 B 4)17 Véase Jouanna 1999: 262.. En dicho fragmento, el médico crotoniata sostiene que la salud se define como un equilibrio (isonomía) de cualidades (dynámeis) presentes en el cuerpo mediante pares de opuestos (enantíosis) mientras la enfermedad responde a la predominancia (en el texto monarchía) de una de las cualidades18 Cómo se interpretan los distintos equilibrios y sus correspondientes fisiologías humanas dependerá de cada médico; véase Cano Cuenca 2016: 96 ss. y Sierra 2020: 95 ss. . Entonces bien, la incipiente medicina técnica griega tendrá en consideración una serie de factores externos que condicionarán dicho equilibrio constitutivo de la salud; partiendo de la base que cada ser humano tiene su propio balance interno. Entre dichos condicionantes que un médico podía identificar como constitutivos o precursores de la enfermedad (νόσος) estaban: el clima, las aguas, los vientos, los alimentos y, en especial, el estilo de vida (o δίαιτα). Veamos el detalle en el escrito hipocrático Aires, aguas y lugares19 Escrito fechable hacia el último tercio del siglo V a.C. y atribuido tradicionalmente al propio Hipócrates de Cos; véase discusión en Jouanna 1996: 79-82. cuando su autor sostiene que el médico debe conocer los factores externos que influyen en la salud humana tales como las propiedades de los vientos, las aguas pero también:

[…] Además, hay que enterarse de qué tipo de vida gozan los habitantes: si son bebedores, toman dos comidas al día y no soportan la fatiga, o si aman el ejercicio físico y el trabajo, comen bien y beben poco.

Hp. Aër. 1. 2-520 Seguimos edición de J. Jouanna (1996), Hippocrate. Airs, Eaux, Lieux, Paris, Les Belles Lettres y traducción de J. A. López Férez (1986), Tratados Hipocráticos, v. 2 Madrid, Gredos.

Para lo que aquí nos atañe, resulta interesante detenerse en el detalle del estilo de vida (δίαιτα) y su relación con la actividad física, que en el texto toma forma en la posibilidad de que los pacientes sean amantes del ejercicio físico (φιλογυμνασταί) y del trabajo (φιλόπονοι). Por tanto, actividad física (digamos ociosa o atlética) y trabajo son dos factores externos que inciden directamente en la salud del paciente y pueden constituir el origen de ciertas enfermedades21 Por ejemplo, el autor de Predicciones II (8 y 9) también apunta a la condición física, el estilo de vida y el apego al trabajo (πόνος) como factores que ayudan a evitar la podagra e incluso la epilepsia (enfermedad sagrada). . Por el contrario, cuando en el mismo escrito se aborda la comparativa médico-etnográfica entre Europa y Asia, el autor afirma que los habitantes de las orillas del río Fasis (Cólquide) no soportan bien las fatigas debido a las condiciones climáticas de la zona y al estilo de vida sedentario (Hp. Aër. 15). Por tanto, sus habitantes son perezosos y su cuerpo poco dado a las fatigas22 En el texto se utiliza el verbo ταλαιπωρέω para anotar esta mala disposición hacia el esfuerzo físico. . Todavía más interesante para explorar la relación entre estilo de vida (δίαιτα) y esfuerzo/trabajo (πόνος) resulta el caso de la célebre descripción de los escitas en Aires, aguas y lugares (17-23). El argumento central que diferencia a los escitas del resto de pueblos asiáticos estriba en el nomadismo, que les conduce a montar a caballo con excesiva frecuencia. Esta sería la causa de su baja estatura y corpulencia pero, también, de su baja natalidad y tendencia hacia la esterilidad. Así pues, como no realizan ejercicio sino que siempre van a caballo sus cuerpos se arruinan y pierden capacidad para la reproducción. Veamos el detalle en la famosa descripción de los escitas anarieos23 Es decir, afeminados, también se aborda la cuestión en Heródoto (I. 105. 4) quien relata como este afeminamiento se debe a una enfermedad enviada por la divinidad, hipótesis rechazada por el escrito hipocrático que no ocupa. Amplíese la información en West 1999 y Thomas 2002 [2000]: 33 ss. :

Por estas razones de fuerza el pueblo escita no es muy prolífico. Gran prueba de ello la dan las esclavas. Efectivamente, tan pronto se juntan con un varón, conciben en su vientre, en virtud de sus fatigas y sus carnes enjutas. Hay además numerosísimos impotentes entre los escitas; hacen trabajos femeninos y hablan lo mismo que las mujeres. Los de tal condición son llamados anarieos.

Hp. Aër. 21.3-22. 1

Así pues y resumiendo, el estilo de vida nómada de los escitas produce que sus cuerpos se arruinen por falta de ejercicio físico y ello predispone a los varones hacia la esterilidad y el afeminamiento. Desde una lectura de género, lo llamativo del pasaje es que la ruina corporal de los hombres les conduce a desempeñar trabajos de mujer (en el texto γυναικεῖος ἐργάζομαι), adoptando incluso su forma de hablar24 Lo anterior remite a las impresiones de República de los lacedemonios de Jenofonte, en relación al estilo de vida y al tipo de trabajos que deben realizar hombres y mujeres libres para el mantenimiento óptimo del cuerpo. Véase análisis en Sierra 2013. . Por consiguiente, se plantea una actividad física conducente al buen estado físico pero el trabajo, con sus obligaciones y fatigas violentas, se define como pernicioso dado que conlleva la ruina del cuerpo a largo plazo. Con todo, la ausencia total de actividad física es la peor de las condiciones posibles según el autor/es del anterior escrito hipocrático.

Como puede verse, la consideración hipocrática sobre el estilo de vida engloba la actividad física y, dentro de ésta, podríamos incluir al trabajo manual. No obstante, en la gran mayoría de casos, la literatura médica se ocupa de una actividad física lúdica centrada en calibrar la correcta correlación entre ejercicios físicos y alimentación25 La investigación sobre el equilibrio entre alimentación y ejercicio física está en la base de la medicina higiénica (o preventiva) propia de las élites. Véase Edelstein 1987: 306. . Lo anterior queda perfectamente glosado en Sobre la dieta 2.226 Escrito que data de finales del siglo V o inicios del IV a.C.; véase Joly 2003: 44-45. donde se presenta al individuo frente al medio ambiente (o cosmos) que lo que rodea y se identifican los factores que pueden alterar su naturaleza27 Siguiendo la teoría climática defendida en Aër. y aceptada en el pensamiento hipocrático, cada región presenta un clima característico que es la base de la biodiversidad del planeta. Así, en cada zona se producen animales y plantas con diferentes cualidades y temperamentos, todo lo cual termina por relacionar geografía y estilo de vida; Jouanna 1996: 57-71 . Además, en el pasaje se conjugan conceptos médicos clave como el cambio (μεταβολή), la cantidad (πλῆθος) de alimento, la medida (συμμετρία) del trabajo físico (πόνος), la constitución (κατάστασις) del año, etc. En definitiva, todo aquello que termina por definir la δίαιτα: alimentación, actividad física, costumbres y geografía28 Por ejemplo, el autor de Sobre las afecciones (43) prescribe la práctica de ejercicio físico en los procesos morbosos que requieren una desecación del cuerpo y la ausencia de ejercicio en aquellas enfermedades que precisan una humectación del cuerpo. . Naturalmente, en pasajes como el anterior hablamos de πόνος referido a un contexto lúdico y dentro de una δίαιτα propia de una élite capaz de vivir sin necesidad del trabajo manual. En este escenario resulta frecuente que la literatura médica aborde las lesiones derivadas del ejercicio o incluso la problemática médica alrededor de los atletas. Por ejemplo, en Predicciones II (1-4) o en Aforismos (I. 3)29 Quizás escrito entre finales del V y la primera mitad del IV a.C.; véase López Férez 1983: 225. donde se muestra la implicación del médico en el tratamiento de lesiones y enfermedades del atleta. Queda claro para nosotros que el gimnasta (en el pasaje citado γυμναστικός) y sus lesiones no entrarían dentro de nuestra idea de enfermedades ocupacionales; aunque también es evidente que la medicina hipocrática avanzó con decisión en la relación entre dieta y ejercicio gracias al atletismo30 Otros ejemplos pueden seguirse en (Hp. Vict. II. 66 o Hp. Nat. Hom. 22); incluso en el marco de una medicina profiláctica encontramos enfermedades derivadas de caminatas (Hp. Aff. 44). En general, sobre este particular véase García Romero 2019. . En esta misma línea, debemos situar otras lesiones derivadas de la práctica de actividades elitistas como el remo o la equitación (Hp. Sobre las fístulas 1). En cualquier caso, desde la propia literatura médica se percibe que sus prescripciones se dirigen a un selecto sector social, lo cual no excluye que el médico se ocupe de la gran masa de ciudadanos. Lo anterior toma forma en las impresiones del autor de Sobre la dieta:

En primer lugar, pues, en interés de la mayoría de la gente escribiré con qué medios pueden ayudarse quienes toman las comidas y bebidas ocasionales, entre trabajos obligados, viajes forzados por sus necesidades, y travesías por mar en busca de sustento, expuestos al sol en contra de lo conveniente, sometidos al frío al margen de lo útil, y recurriendo a un régimen de vida de lo más inestable. Para éstos, pues, de acuerdo con las circunstancias, resulta conveniente adoptar la dieta que vamos a exponer.

Hp. Vict. 68. 131 Seguimos edición de R. Joly (2003), Hippocrate. Du Régime, Paris, Les Belles Lettrres y traducción de C. García Gual (1986), Tratados hipocráticos, v. 3, Madrid, Gredos.

Claramente se distingue una δίαιτα para las élites, a la cual se dedica mayor espacio y esfuerzo, y otra para el resto de la población. Con todo, la definición de cómo vive la mayoría resulta todavía bastante poética y poco adaptada a la vida real. Convencidos estamos que las impresiones de Platón en República, cuando valora la relación entre gimnástica y medicina, se ajustan mejor al sentimiento general de los potenciales pacientes griegos:

Cuando un carpintero está enfermo, pide al médico que le libere de la enfermedad, sea bebiendo alguna poción que lo haga vomitar o evacuar excrementos, sea recurriendo a una cauterización o a un corte con un cuchillo. Pero si le prescribe un régimen largo, haciéndole ponerse en la cabeza un gorrito de lana, y todo lo que sigue a esto, pronto dirá que no tiene tiempo para estar enfermo ni le es provechoso vivir así, atendiendo a su enfermedad y descuidando el trabajo que le corresponde. Y después de eso se despedirá de ese médico y emprenderá su modo de vida habitual, tras lo cual sanará y vivirá ejerciendo su oficio; o en caso de que su cuerpo no sea capaz por sí solo de resistir, morirá y quedará libre de sus preocupaciones.

Pl. R. 406 d32 Seguimos traducción de C. Eggers Lan (2000), Platón. República, Madrid, Gredos.

No por conocido el pasaje deja de ser importante en la valoración de una medicina creada desde las élites para las élites, la cual queda en evidencia frente a las necesidades reales de la población (Farrington 1974 [1947]: 72Farrington, Benjamin (1974 [1947]), Mano y cerebro en la Grecia Antigua, Madrid, Editorial Ayuso.; Edelstein 1987 [1931] Edelstein, Ludwig (1987 [1931]), “The Dietetics of Antiquity”. En: Ancient Medicine. Selected papers of Ludwig Edelstein, Baltimore, The Johns Hopkins University Press, pp. 303-316.). Pese a que las evidencias apuntan en sentido contrario, la medicina hipocrática se ocupó de la asistencia en contextos laborales, sólo que el Corpus Hippocraticum suele abordar la enfermedad y su contexto de forma genérica; digamos como exemplum para otros médicos. Este sería el caso del autor de Sobre las afecciones quien al razonar sobre los tumores y la acumulación de sangre en el cuerpo, apunta hacia las caídas y contusiones como causa más frecuente (Hp. Aff. 34). No sería razonable inferir que se trata de un accidente laboral dado que no aporta más datos33 Razonamiento similar en Sobre el uso de los líquidos (VI. 6) o en Sobre las articulaciones (86). . También quedarían excluidas las heridas ocasionadas en contextos bélicos como vemos en Sobre las heridas en la cabeza (10-14) y algunos casos de Epidemias (V. 95-99). Los ejemplos que hemos desgranado no permiten esclarecer si el alcance de la lesión o enfermedad se debe a la práctica de un oficio manual y ello se debe, en el fondo, a que dichos casos no son realmente historias clínicas34 La historia clínica recoge en riguroso orden cronológico los síntomas de la enfermedad en el paciente y es una herramienta imprescindible para el diagnóstico médico. véase Laín Entralgo, 1961, p. 32. Tampoco son historias clínicas la enumeración de oficios que realiza el autor de Sobre la dieta (6-24) con el objetivo de compararlos con el arte médico. Por ejemplo, dar forma al hierro se equipara con moldear el cuerpo humano en un gimnasio (Hp. Vict. 13). Una alegoría interesante pero que no aporta información sobre las enfermedades ocupacionales..

3. EL TRABAJADOR EN EL DISPENSARIO: LAS HISTORIAS CLÍNICAS DE EPIDEMIAS

 

Mención aparte merecen los escritos hipocráticos denominados Epidemias, auténtico repositorio de historias clínicas y extraordinario yacimiento de información para captar el día a día del médico. La tradición ha dividido Epidemias en tres grupos: libros I y III, libros II, IV, VI y libros V y VII (Jouanna, 2000, p. ix ssJouanna, Jacques (2000), “Notice”. En: Hippocrate. Épidémies V et VII, Paris, Les Belles Lettres, pp.vii-cxliv .). Queda claro para la investigación filológica que el primer grupo (libros I y III) pertenecen a un mismo autor, especulándose incluso con la posibilidad de que fuera el mismo Hipócrates de Cos (Jouanna, 2016, p. xii ss.Jouanna, Jacques (2016), “Notice”. En: Hippocrate. Épidémies I et III, Paris, Les Belles Lettres, pp. vii-ccxiii.), mientras que para el segundo conjunto (libros II, IV y VI) parece evidente la presencia de varios autores, algo que también parece extensible al tercer grupo (libros V y VII; García Novo 1989: 12-14García Novo, Elsa (1989), “Introducción”. En: Hipócrates. Epidemias, Madrid, Editorial Gredos, pp. 7-44. y Langholf 1990: 77 ss. Langholf, Volkler (1990), Medical Theories in Hippocrates, Berlin, Walter de Gruyter). La cronología de este corpus de escritos resulta todavía más compleja si cabe: para el primero se propone una datación temprana (última década del siglo V a.C.); mientras para el segundo grupo se propone una horquilla cronológica que comprende desde el último tercio del siglo V hasta el primer tercio del IV a.C.; finalmente, el último grupo puede situarse hacia mitad del siglo IV a.C. Por consiguiente, estaríamos ante la experiencia clínica de varios médicos que actuaron entre las últimas décadas del V y la primera mitad del IV a.C. Con todo, para el caso que nos ocupa, el valor de esta fuente estriba en el trato personal que confiere el médico al paciente y la explicación detallada del contexto vital del individuo en relación a la enfermedad. La información que hemos recogido en Epidemias arroja un mínimo de 30 historias clínicas relativas a la asistencia médica en un contexto laboral. Entre éstas, hemos diferenciado aquellas que son seguras y anotan claramente la ocupación del paciente y el motivo de la dolencia frente a las inciertas, que recogen oficio pero no especifican si la enfermedad se produjo en el ámbito laboral.

En relación a los casos cuyos vínculos con la actividad laboral son inciertos, tenemos el ejemplo de una dolencia que se manifestó en diferentes pacientes de Tasos durante el invierno, cuyos síntomas consistían en un proceso febril con dolor e hinchazones cerca de los oídos (Hp. Epid. I. 20). Tras enumerar por su nombre a diferentes pacientes, el médico llega a la sirvienta de Escimno el batanero (κναφεύς), que falleció tras supurarle una de estas inflamaciones. No podemos asegurar que la agudización de la dolencia se deba a la actividad laboral de la sirvienta; no obstante, sirva como ejemplo para apreciar el anonimato de la población servil en las historias clínicas de Epidemias. Así, mientras a los ciudadanos se les llama por su nombre propio, a los esclavos y familiares del mismo se les identifica en relación al señor (κύριος) de la unidad familiar, auténtico cliente del médico (Sierra, 2018, p. 184Sierra, César (2018), “Médico y esclavo: relaciones de dependencia en la medicina griega”. En: Cortadella, J.; Olesti, O.; Sierra, C. (eds.), Lo viejo y lo nuevo en las sociedades antiguas: homenaje a Alberto Prieto. XXXVI Coloquio del GIREA, Besançon, Presses universitaires de Franche-Comté, pp. 177-194.). Sin abandonar Tasos, el médico visita a Pisón que yacía enfermo a causa de esfuerzos y fatigas y un régimen de vida descuidado que le produjeron escalofríos y fiebre aguda (Hp. Epid. III. 17. 3). Entiéndase que en esta situación no se especifica ocupación pero se anota esfuerzo y fatiga (en el texto: εκ πόνων καὶ κόπων) como agentes etiológicos de la enfermedad, lo cual puede apuntar en varias direcciones: desde una actividad laboral desacostumbrada en el paciente hasta una vida disoluta35 Tales anotaciones del médico pueden referir incluso una excesiva actividad sexual (Hp. Epid. III. 17. 16). . En otras circunstancias y contextos geográficos, se anotan lesiones y accidentes donde se intuye un contexto laboral pero no puede certificarse con rotundidad. Pongamos por caso la historia clínica de un paciente (anónimo) que sufrió una incisión en la pierna y se le gangrenó, extendiéndose por la extremidad y provocándole la muerte (Hp. Epid. IV. 1)36 Se documentan varios casos donde la asociación entre lesión y actividad laboral es dudosa: una herida en la cabeza del padre de un carpintero (Hp. Epid. II. 2. 9); una caída sin especificar de Aristodemo, hijo de Filis (Hp. Epid. IV. 4), un individuo que sufrió mucha fatiga durante un viaje (Hp. Epid. VI. 6. 4) o varios accidentes fortuitos como el arrollamiento de un individuo por un carro (Hp. Epid. V. 26) y el alcance de una piedra en la cabeza de un paciente (Hp. Epid. V. 27). . En otras circunstancias, se aprecia como el médico se desplaza hasta el lugar de trabajo y vivienda de los pacientes para tratarlos, como podemos ver en un brote epidémico declarado en Cranón (Tracia):

El hombre en la zapatería, tuvo una hemorragia, (se le produjo) una pequeña evacuación de color intenso; tuvo la crisis el séptimo día con un acceso de escalofríos intenso. El niño que vivía en el último comercio tuvo una hemorragia abundante al cuarto día. Al punto empezó a decir tonterías; el vientre se retuvo; hipocondrio doloroso, pequeño.

Hp. Epid. IV 2037 Seguimos edición de E. Littré 1846: Oeuvres Complètes d’Hippocrate, v. 5, Amsterdam y la traducción de E. García Novo 1989: Tratados Hipocráticos. Epidemias, Madrid, Gredos.

Lo excepcional del caso es la asistencia sanitaria de los trabajadores manuales (y otra población vinculada) en su propio lugar de trabajo y residencia, lo cual contraviene la idea elitista que mencionábamos al inicio del presente trabajo. A lo largo de este capítulo podemos apreciar otros casos similares como el de Leocides, zapatero (σκυτεύς), afectado de sarna junto a otros miembros de su familia (Hp. Epid. IV. 20). Un poco más adelante y todavía en Cranón, encontramos un caso que incluimos dentro de las historias clínicas que, indudablemente, nos remiten a los accidentes laborales:

El que cayó abajo desde el horno, desde el Cerámico, individuo al que no se le aplicó al momento la ventosa, se inflamó por dentro, y el vigésimo día empeoró; hemorragia, (expectoración) como heces de vino y (úlceras) fagedénicas.

Hp. Epid. IV. 20

Podemos anotar este caso como el primero que reúne todas las condiciones para considerar su dolencia o lesión como fruto de la actividad laboral. Ni qué decir tiene que el médico acude tarde a tratar al enfermo pero, en cualquier caso, parece que existía una cierta cobertura sanitaria para este tipo de casos. En la ciudad de Eno (Tracia), el autor de Epidemias IV visita a varios afectados por una tos persistente, cuando se introduce una anotación de extraordinario valor para lo que nos ocupa:

Entre los que estaban afectados de tos, por una parte, los que trabajaban con sus manos, como el esclavo que trenzaba sarmientos y el que era de Amintas, sufrieron parálisis sola y justamente de la mano derecha. Ambos se recobraron, y después sufrieron eso, acompañado de tos.

Hp. Epid. IV. 50

En efecto, la relación entre oficio manual y dolencia ocupacional es aquí directa dado que la actividad cotidiana de estos esclavos agrava los efectos de la enfermedad principal38 Caso idéntico en Hp. Epid. VI. 7. 1, donde se recogen los síntomas de una enfermedad que produce anginas y nictalopía que afecta en mayor medida a esclavos y trabajadores manuales. . Asimismo, notemos de nuevo el anonimato que envuelven las historias clínicas de la población servil, lo cual nos remite a los pasajes de Jenofonte (Mem. II. 10. 2; Oec. VII. 37) que sugieren al aristócrata la necesidad de llevar a los esclavos enfermos al médico. La pregunta surge por sí sola ¿Quién era sujeto activo en este acto médico: los esclavos o su dueño? No cabe duda que el autor del escrito recoge numerosos casos de población servil aunque tampoco esclarece si los trataba personalmente o bien lo hacía algún otro bajo su dirección39 En el mismo escrito apreciamos que ciertos trabajadores en principio humildes tenían criados o población dependiente, recuérdese el caso de la sirvienta de Escimno, el batanero (Hp. Epid. I. 20) .

En otras circunstancias no queda clara la condición jurídica del paciente pero su anonimato sugiere un origen servil. Por ejemplo, cerca de un puente el médico visita a un individuo que arrastraba las piernas tras trabajar en el monte (Hp. Epid. VI. 3. 9) o destaca cómo un trabajador que trenzaba sarmientos padecía dolores musculares que aliviaba agarrándose a una estaca clavada en alto (Hp. Epid. VI. 3. 8). Efemérides aparte, queda clara la capacidad de observación del médico, que no pierde oportunidad de recoger cualquier dato útil para el futuro.

Trasladándonos ahora a la ciudad de Larisa, el autor de Epidemias V proporciona valiosos datos sobre diversos accidentes laborales. Por ejemplo, un palafrenero propiedad de Palamedes quedó herido en la frente por encima del ojo y se practicó una trepanación hasta el hueso. Se le produjo una gran inflamación que se extendió por todo el rostro (Hp. Epid. V. 16)40 Similar resulta el caso de un niño (un criado) que fue golpeado por un cerdo (Hp. Epid. V. 39. 5).. Sin abandonar Larisa, llega a conocimiento del médico la noticia de un herido en el abdomen mientras manipulaba una lanza. La herida estaba inflamada y se le proporcionó un purgante pero finalmente perdió la vida (Hp. Epid. V. 21)41 Parecido sería el caso de un capitán de barco que se cayó sobre un ancla y finalmente perdió su vida (Hp. Epid. V. 32). . Muy similar resulta el caso de un zapatero cuyo percance merece la pena observar en detalle por la precisión en la descripción del accidente:

Un zapatero, taladrando el cuero con una lezna, se atravesó con ella por encima de la rodilla, hacia el muslo, penetrándole un dedo de profundidad más o menos. No le salió nada de sangre y la herida se cerró enseguida, pero todo el muslo se hinchó extendiéndose la hinchazón hasta la ingle y la cintura. Este enfermo murió a los tres días.

Hp. Epid. V. 4542 Seguimos edición de J. Jouanna (2000), Hippocrate. Épidémies V et VII, Paris, Les Belles Lettres y traducción de E. García Novo 1989: Tratados Hipocráticos. Epidemias, Madrid: Gredos.

Como se puede apreciar un accidente laboral que, como tantos otros que hemos visto, muestra la fragilidad de la vida y el peligro de los trabajos manuales. Pese a ello, parece que el médico aquí no interviene más que para anotar el avance de la enfermedad. Finalmente, ponemos fin al elenco de situaciones que venimos mostrando en el conjunto de escritos bajo el título de Epidemias con el caso de un grupo de trabajadores de la lana aquejados de unos tumores duros e indoloros alrededor de los genitales y las ingles. Dichas protuberancias se extendieron por el cuello y se acompañaron de fiebre y tos entre otros síntomas. El médico anota su defunción tras tres o cuatros días de enfermedad (Hp. Epid. V. 59).

4. CONSIDERACIONES FINALES

 

El autor de Epidemias I y III, resume de manera magistral el acto médico según tres elementos: enfermedad, médico y paciente (Hp. Epid. I. 11). La realidad supera al aforismo y en la actualidad se aborda la reflexión sobre el acceso de la población a la sanidad desde un juicio ético y moral al médico. Reducido a términos sencillos, ¿La medicina hipocrática tuvo un carácter universal o bien fue un negocio? Esta polarización responde a la aplicación de valores morales modernos a la antigüedad con la intención última de realizar una apología o reprobación, según el caso, de la medicina hipocrática como raíz de nuestra medicina científica. Todo ello ha producido las más variadas opiniones alrededor de la humanidad del arte médico griego; por ejemplo, Jacques Jouanna (1999 [1992], p. 233-235)Jouanna, Jacques (1999 [1992]), Hippocrates, Baltimore, The Johns Hopkins University Press. insiste en una conocida monografía sobre el alto grado de humanismo de la medicina hipocrática frente a un Benjamin Farrington (1974 [1944], p. 79)Farrington, Benjamin (1974 [1947]), Mano y cerebro en la Grecia Antigua, Madrid, Editorial Ayuso. que sostiene el interés elitista del médico hipocrático, por destacar un ejemplo abordado en el presente estudio. Reducir la cuestión a la dialéctica entre clasicismo y marxismo nos resulta poco productivo pero lo cierto es que unos y otros encuentran datos que sustentan sus respectivos asertos. Por ejemplo, la visión humanista de la medicina hipocrática se escuda, precisamente, en los casos clínicos de población humilde y servil de Epidemias y en testimonios como el siguiente:

Aconsejo no incurrir en un exceso de inhumanidad, sino atender a las condiciones de vida y los recursos (del paciente). Y que, a veces, se practique gratis la medicina, trayendo a la memoria el recuerdo pasado de un favor o el prestigio presente. Y si llegara la ocasión de atender a quien es extranjero y pobre, ayúdese sobre todo a los de tal condición, pues, si hay amor a la humanidad, también hay amor a la ciencia.

Hp. Preceptos 643 Seguimos edición de W. H. Jones (1868), The Genuine Works of Hippocrates, v. 1, Harvard y traducción de J. A. López Férez (1983), Tratados hipocráticos, v. 1, Madrid, Gredos.

El pasaje es de una belleza excepcional apelando a la humanidad (en el texto φιλανθρωπίη) del médico en el ejercicio de su profesión44 La práctica gratuita de la medicina también queda atestiguada en la epigrafía. Por ejemplo, el caso de Onasandro de Cos (s. II a.C.), SEG 41, 680; Samama, 2003, p. 249-253. Para una valoración general sobre la philía entre médico y paciente en la medicina hipocrática véase Laín Entralgo, 1964, p. 39-59, con especial valoración del pasaje citado. . Con todo, los defensores de una medicina griega para las élites entienden el anterior testimonio como una recomendación para corregir la usura (o fraude) habitual. Análogamente, los partidarios del humanismo hipocrático sostienen que la imagen del médico libre que solo atiende pacientes libres, recogida en Platón (Lg 720 a-d), es una hipérbole ajena a la realidad diaria. El análisis sobre el acceso a la sanidad de los trabajadores manuales en la Grecia clásica se halla entre ambas trincheras.

En apoyo a los humanistas podríamos decir que, en efecto, los escritos recogidos bajo el título de Epidemias ofrecen una información valiosa para constatar que existió cobertura sanitaria a los trabajadores. Cuál fue su alcance real en el territorio y cuerpo cívico y los medios empleados en dichas historias clínicas es algo que no podemos esclarecer. Por otro lado, la historiografía marxista acierta al señalar que la medicina hipocrática es un arte pensado para las élites, lo cual rubrica el mismo Corpus Hippocraticum (Hp. Vict. 68. 1). Nuestra valoración debe alejarse de esta polaridad para presentar lo más netamente posible la problemática alrededor de la asistencia médica en las enfermedades ocupacionales. Queremos sintetizar nuestras impresiones bajo tres ejes principales: 1) la medicina hipocrática consideró en su investigación las enfermedades y lesiones propias del entorno laboral a través del concepto de la δίαιτα. Así pues, dentro del estilo de vida (aristocrático o humilde) del paciente se contempla la posibilidad de que los esfuerzos y trabajos violentos modifiquen el equilibrio interno del paciente y lo conduzcan hacia la enfermedad; 2) la conceptualización del trabajo bajo el término πόνος plantea ciertos problemas dado que puede referirse al esfuerzo físico en un contexto lúdico o al trabajo manual propiamente dicho; y 3) no queda clara la relación contractual (si la hubiera) entre médico y paciente en ninguna de las historias clínicas consideradas, hecho que dificulta analizar si existió una cobertura integral y universal del trabajador o bien se trata de casos puntuales. Partiendo de este último punto, debemos llamar la atención sobre una cuestión acerca de la naturaleza del Corpus Hippocraticum como fuente para abordar esta problemática. Como es bien sabido, el corpus comienza a tomar forma en Alejandría de Egipto (s. III a.C.) y presenta una gran diversidad de escuelas y líneas de pensamiento así como una variada cronología. Entre esta heterogeneidad, quizás el grupo de escritos que muestra mejor la realidad cotidiana del médico sea, precisamente, Epidemias y los escritos quirúrgicos (Sobre las heridas en la cabeza, Sobre las fracturas, Sobre las articulaciones, Instrumentos de Reducción, Sobre las fístulas, Sobre las úlceras)45 Naturalmente no tratamos de segmentar el CH sino de mostrar al lector que no todos los escritos de la colección hipocrática tienen voluntad de mostrar casos clínicos reales. Para una reflexión en torno a la división interna del CH véase Jouanna, 1999 [1992], p. 56-71 . Por tanto, debemos situar la escasa presencia de la historia clínica dentro de una cierta normalidad dada la naturaleza de la fuente que tratamos.

No quisiéramos terminar la presente reflexión sin hacer mención al título. Como es bien sabido, el titán Prometeo concedió los oficios a la humanidad, robando las artes (τέχναι) y el fuego (πῦρ) a los dioses olímpicos. Por este motivo fue condenado por Zeus, divinidad engañada, a ser encadenado a una roca y sufrir diariamente como una enorme águila le devoraba el hígado (A. Pr. 250). Herencia envenenada la del titán a la humanidad, que supone un punto de partida poco esperanzador para las artes manuales desde un punto de vista moral, puesto que los trabajadores quedan como herederos de un pecado original46 Ni tan siquiera Hefesto fue un dios especialmente bien valorado dentro de las divinidades olímpicas. . Trato aparte recibiría la medicina, deudora de los olímpicos Apolo, su hijo Asclepio y los asclepíadas Macaón y Podalirio, patrones de la noble τέχνη ιατρική (arte médico)47 Cano Cuenca, 2016, p. 27-80. , desmarcándose de los herederos de Prometeo como expertos (τεχνίτης) en su arte. Con la debida precaución que merece y siguiendo las impresiones de Jennifer Kosak, la filantropía del relato prometeico tiene que ver con la construcción de un modelo de prestigio social (τιμή) que adopta la medicina hipocrática; por ejemplo, en Preceptos Sobre la medicina antigua o Sobre la decencia48 Véase Kosak, 2004, p. 43. . Quizás el deseo de alcanzar la τιμή esté detrás de la filantropía médica o, siguiendo a Pedro Laín, puede que sea la vocación de servicio a la humanidad49 Laín Entralgo, 1982 [1970], p. 299-300.. Sea como fuere, los casos clínicos recogidos en Epidemias ofrecen un contrapunto a la visión de una medicina elitista y nos acerca al día a día de la práctica médica donde se incluye la asistencia en el contexto laboral.

AGRADECIMIENTOS

 

Este trabajo forma parte del proyecto GV/2021/180 Hipócrates entre los bárbaros. Medicina, geografía y alteridad en la Grecia clásica (s. V-IV a.C.)

NOTAS

 
1

Este modelo tendrá una extraordinaria vigencia histórica y puede rastrearse e n la literatura romana, por ejemplo, en las Geórgicas de Virgilio. Mossé 1980 [1966], p. 95-109Mossé, Claude (1980 [1966]), El trabajo en Grecia y Roma, Madrid, Editorial Akal.; Burford, 1993, p. 182-230Burford, Alison (1993), Land and Labor in the Greek World, Baltimore, The Johns Hopkins University Press. y Gallego, 2003, p. 33-34Gallego, Julián (2003), “La historia agraria en la Grecia antigua: una introducción a las interpretaciones recientes”. En: Gallego, J. (ed.), El mundo rural en la Grecia antigua, Madrid, Akal, pp. 13-42..

2

Así, a las labores propias del campo se añaden las de la ciudad con el trabajo del tejido, los metales, la alfarería y tantas otras ocupaciones manuales que se vieron impulsadas durante la época arcaica por un pujante comercio. El mismo debate moral alcanzará de lleno la cultura romana, como demuestra el testimonio de Cicerón De Officis; véase una aproximación en Verboden/Laes, 2017Verboden Koenraad; Laes, Christian (2017), “Work, Labour, Professions. What’s in a name?”. En: Verboden, K.; Laes, Ch. (eds.), Work, Labour and Professions in the Roman World Leiden, Brill, pp. 1-19.. Con todo, quisiéramos añadir que no se trata de una confrontación campo/ciudad sino de la reacción de un sector económico tradicional frente a nuevas formas de obtención de riqueza; véase Morley, 2007, p. 84Morley, Neville (2007), Trade in Classical Antiquity, Cambridge, Cambridge University Press..

3

En cambio, el ideal de pólis democrática recogía esta necesidad de participación en política y lo hacía extensible a todo ciudadano; véase Plácido, 1997, p. 171Plácido, Domingo (1997), La sociedad ateniense. La evolución social en Atenas durante la guerra del Peloponeso, Barcelona, Crítica..

4

Idéntico rechazo a los oficios manuales apreciamos en Heródoto al describir las castas en las que se dividía el pueblo egipcio, agrupadas en torno a los oficios que desempeñaban: guerreros, boyeros, porquerizos, mercaderes, intérpretes, pilotos (Hdt. II. 164.1). Concluye que, en Grecia, no está bien visto que los nobles practiquen un oficio manual y establece a los lacedemonios como modelo (Hdt. II. 167). Véase Farrington, 1974 [1947], p. 71Farrington, Benjamin (1974 [1947]), Mano y cerebro en la Grecia Antigua, Madrid, Editorial Ayuso. y Asheri/Lloyd/Corcella, 2007, p. 365-366Asheri, Dadiv; Lloyd, Allan.; Corcella, Aldo (2007), A Commentary on Herodotus Books I-IV, Oxford, Oxford University Press..

5

Así pues, cabe distinguir entre la ocupación, que puede desempeñar un aristócrata en la gestión de su hacienda y el trabajo manual propio de la población servil; Finley, 2003 [1973], p. 75Finley, Moses I. (2003 [1973]), La economía de la antigüedad, México, Fondo de cultura económica..

6

En similares términos se pronuncia en el diálogo entre Sócrates y Cármides; Xen Mem. III. 7. 6.

7

Seguimos la traducción de O. Guntiñas Tuñon (1984), Jenofonte. Obras menores, Madrid, Gredos.

8

Análogamente, Jenofonte recomienda que las minas de plata de Laurión sean trabajadas por esclavos para liberar a los ciudadanos de dichas tareas y así poder dedicarse a la política (Xen. Sobre los Ingresos IV. 14; Plácido 1997, p. 172Plácido, Domingo (1997), La sociedad ateniense. La evolución social en Atenas durante la guerra del Peloponeso, Barcelona, Crítica.)

9

La categorización de enfermedad ocupacional es moderna (s. XX) y comprende aquellas enfermedades, lesiones o intoxicaciones propias de la actividad laboral de las personas. Véase Levy/Wegman/Baron/Sokas 2018 [2000]: 3-21Levy, Barry S; Wegman, David H.; Baron, Sherry L.; Sokas, Rosemary K. (2018), Occupational and Environmental Health. Recognizing and Preventing disease and Injury, Oxford: Oxford University Press..

10

Añade Platón que el médico libre instruye (máthêsis) a los pacientes libres en su enfermedad con voluntad terapéutica, véase Laín Entralgo, 1964, p. 76-77 y 87Laín Entralgo, Pedro (1964), La relación médico-enfermo. Historia y teoría, Madrid, Revista de Occidente.. Con todo, la lectura del pasaje debe alcanzar conclusiones más críticas que las propuestas por Pedro Laín alrededor del acceso de la población servil a la sanidad.

11

Así también lo entiende Vivian Nutton (2004, p. 27-28)Nutton, Vivian (2004), Ancient Medicine, London, Routledge., quien comenta un par de casos en Plinio el Viejo y Galeno, concluyendo que no existe mucha información en las fuentes primarias sobre las enfermedades ocupacionales. No cabe duda que hay más información que los pocos casos comentados por este autor aunque, cierto es, no es un tema muy abordado por las fuentes médicas. Otra cuestión sería el análisis del médico como trabajador manual, como experto (τεχνίτης) o como médico público de la pólis (ἱατροὶ δημοσιεύοντες). Todas estas figuras son conocidas por la crítica moderna y están presentes en las fuentes (Cohn-haft, 1956Cohn-Haft, Louis (1956), The Public Physician of Ancient Greece, Northampton (Mass): Smith College. ; Gil, 1973Gil, Luis (1973), “Ärztlicher Beistand und attische Komödie. Zur Frage der demosieuontes und Sklaven-Ärzte”, Sudhoffs Archiv 57 (3), pp. 255-274.; Nutton, 1988Nutton, Vivian (1988), “Continuity or rediscovery? The city Physician in classical Antiquity and mediaeval Italy”. En: From Democedes to Harvey: Studies in the History of Medicine, London, Variorum, pp. 9-46. y Samama, 2003, p. 38-58Samama, Evelyne (2003), Les Médecines dans le monde Grec. Sources Épigraphiques sur la Naissance d’un Corps medical, Genève, Droz. )

12

Dichos trabajos no suelen centrarse en el ámbito laboral, véase una aproximación clásica en Forbes, 1950, p. 281-282Forbes, Robert James (1950), Metallurgy in Antiquity, Leiden, Brill. con mención a un conocido pasaje de Plinio (NH XXXIV. 100) y la más reciente aproximación con bibliografía de Tepper, 2007Tepper, Lloyd. B. (2007), “Industrial Plumbism: Antiquity to Modern Times”, The Journal of Society for Industrial Archaeology, 33 (2), pp. 53-66..

13

Destacamos a George Rosen (1910-1977), especializado en los estudios históricos sobre salud pública y las condiciones sanitarias en el trabajo, véase Sierra 2020, p. 13 ssSierra, César (2020), Historia de la medicina en la antigüedad, Madrid, Síntesis..

14

Respectivamente, capítulo quinto (Farrington 2020 [1933], p. 67-84Farrington, Benjamin (2020 [1933]), Ciencia y filosofía en la antigüedad, Barcelona, Ariel.; Farrington 1979 [1944], p. 59-70Farrington, Benjamin (1979 [1944]), Ciencia griega, Barcelona, Icaria. ) y segundo (Farrington 1974 [1947], p. 63-100Farrington, Benjamin (1974 [1947]), Mano y cerebro en la Grecia Antigua, Madrid, Editorial Ayuso.).

15

Merece la pena señalar que no sabemos de otros trabajos que aborden el tema de las enfermedades ocupacionales en el mundo antiguo. No cabe duda que el clasicismo desde el que tradicionalmente se aborda la medicina griega tiene mucho que ver en la carencia de este tipo de estudios; véase Sierra 2018: 190-191Sierra, César (2018), “Médico y esclavo: relaciones de dependencia en la medicina griega”. En: Cortadella, J.; Olesti, O.; Sierra, C. (eds.), Lo viejo y lo nuevo en las sociedades antiguas: homenaje a Alberto Prieto. XXXVI Coloquio del GIREA, Besançon, Presses universitaires de Franche-Comté, pp. 177-194..

16

La colección hipocrática es un conjunto de escritos anónimos de diversa autoría que recoge las impresiones de diferentes intelectuales (no siempre médicos) en diferentes momentos sobre temas relacionados con la medicina. La colección hipocrática está constituida por más de 60 escritos cuya cronología responde a diversas fases: 1) fase inicial (420350 a.C.) con escritos que a menudo se interpretan como anotaciones para conducir clases magistrales; 2) época alejandrina (s. III a.C.), compilación del grueso de los tratados bajo la autoridad de la figura de Hipócrates y 3) fase tardía (s. I-II d.C.) donde se incorporaron algunos escritos como Sobre la decencia y Preceptos (López Férez, 2008 [1988], p. 613-649López Férez, Juan Antonio (2008 [1988]), “Las ciencias. La colección hipocrática”. En: López Férez, J. A. (ed.), Historia de la literatura griega, Madrid, Cátedra, pp. 613-649.). En el presente estudio iremos concretando la cronología de cada escrito a medida que se utilice.

17

Véase Jouanna 1999: 262Jouanna, Jacques (1999 [1992]), Hippocrates, Baltimore, The Johns Hopkins University Press..

18

Cómo se interpretan los distintos equilibrios y sus correspondientes fisiologías humanas dependerá de cada médico; véase Cano Cuenca 2016: 96 ssCano Cuenca, Jorge (2016), El legado de Asclepio. Medicina hipocrática y corrientes fisiológicas en la Grecia antigua, Madrid, Tritemio. . y Sierra 2020: 95 ssSierra, César (2020), Historia de la medicina en la antigüedad, Madrid, Síntesis..

19

Escrito fechable hacia el último tercio del siglo V a.C. y atribuido tradicionalmente al propio Hipócrates de Cos; véase discusión en Jouanna 1996: 79-82Jouanna, Jacques (1996), “Notice”. En: Hippocrate. Airs, Eaux, Lieux, Paris, Les Belles Lettres, pp. 7-174..

20

Seguimos edición de J. Jouanna (1996)Jouanna, Jacques (1996), “Notice”. En: Hippocrate. Airs, Eaux, Lieux, Paris, Les Belles Lettres, pp. 7-174., Hippocrate. Airs, Eaux, Lieux, Paris, Les Belles Lettres y traducción de J. A. López Férez (1986)López Férez, Juan Antonio (1983), “Introducción”. En: Tratados hipocráticos, v. 1, Madrid, Editorial Gredos, pp. 215-244., Tratados Hipocráticos, v. 2 Madrid, Gredos.

21

Por ejemplo, el autor de Predicciones II (8 y 9) también apunta a la condición física, el estilo de vida y el apego al trabajo (πόνος) como factores que ayudan a evitar la podagra e incluso la epilepsia (enfermedad sagrada).

22

En el texto se utiliza el verbo ταλαιπωρέω para anotar esta mala disposición hacia el esfuerzo físico.

23

Es decir, afeminados, también se aborda la cuestión en Heródoto (I. 105. 4) quien relata como este afeminamiento se debe a una enfermedad enviada por la divinidad, hipótesis rechazada por el escrito hipocrático que no ocupa. Amplíese la información en West 1999West, Stephanie (1999), “Hippocrates Scythian sketches”, Eirene 35, pp. 14-32. y Thomas 2002 [2000]: 33 ssThomas, Rosalind (2002 [2000]), Herodotus in Context. Ethnography, Science and the Art of Persuasion, Cambridge, Cambridge University Press..

24

Lo anterior remite a las impresiones de República de los lacedemonios de Jenofonte, en relación al estilo de vida y al tipo de trabajos que deben realizar hombres y mujeres libres para el mantenimiento óptimo del cuerpo. Véase análisis en Sierra 2013Sierra, César (2013), “Díaita: estilo de vida y alteridad en la Anábasis de Jenofonte”, Athenaeum 101 (2), pp. 463-477..

25

La investigación sobre el equilibrio entre alimentación y ejercicio física está en la base de la medicina higiénica (o preventiva) propia de las élites. Véase Edelstein 1987: 306Edelstein, Ludwig (1987 [1931]), “The Dietetics of Antiquity”. En: Ancient Medicine. Selected papers of Ludwig Edelstein, Baltimore, The Johns Hopkins University Press, pp. 303-316..

26

Escrito que data de finales del siglo V o inicios del IV a.C.; véase Joly 2003: 44-45Joly, Robert (2003), “Introduction”. En: Hippocrate. Du Regime, Paris, Les Belles Lettres, pp. 19-117..

27

Siguiendo la teoría climática defendida en Aër. y aceptada en el pensamiento hipocrático, cada región presenta un clima característico que es la base de la biodiversidad del planeta. Así, en cada zona se producen animales y plantas con diferentes cualidades y temperamentos, todo lo cual termina por relacionar geografía y estilo de vida; Jouanna 1996: 57-71Jouanna, Jacques (1996), “Notice”. En: Hippocrate. Airs, Eaux, Lieux, Paris, Les Belles Lettres, pp. 7-174.

28

Por ejemplo, el autor de Sobre las afecciones (43) prescribe la práctica de ejercicio físico en los procesos morbosos que requieren una desecación del cuerpo y la ausencia de ejercicio en aquellas enfermedades que precisan una humectación del cuerpo.

29

Quizás escrito entre finales del V y la primera mitad del IV a.C.; véase López Férez 1983: 225López Férez, Juan Antonio (1983), “Introducción”. En: Tratados hipocráticos, v. 1, Madrid, Editorial Gredos, pp. 215-244..

30

Otros ejemplos pueden seguirse en (Hp. Vict. II. 66 o Hp. Nat. Hom. 22); incluso en el marco de una medicina profiláctica encontramos enfermedades derivadas de caminatas (Hp. Aff. 44). En general, sobre este particular véase García Romero 2019García Romero, Fernando (2019), El deporte en la Grecia antigua, Madrid: Editorial Síntesis. .

31

Seguimos edición de R. Joly (2003)Joly, Robert (2003), “Introduction”. En: Hippocrate. Du Regime, Paris, Les Belles Lettres, pp. 19-117., Hippocrate. Du Régime, Paris, Les Belles Lettrres y traducción de C. García Gual (1986), Tratados hipocráticos, v. 3, Madrid, Gredos.

32

Seguimos traducción de C. Eggers Lan (2000), Platón. República, Madrid, Gredos.

33

Razonamiento similar en Sobre el uso de los líquidos (VI. 6) o en Sobre las articulaciones (86).

34

La historia clínica recoge en riguroso orden cronológico los síntomas de la enfermedad en el paciente y es una herramienta imprescindible para el diagnóstico médico. véase Laín Entralgo, 1961, p. 32Laín Entralgo, Pedro (1998 [1961]), La historia clínica, Madrid, Triacastela.. Tampoco son historias clínicas la enumeración de oficios que realiza el autor de Sobre la dieta (6-24) con el objetivo de compararlos con el arte médico. Por ejemplo, dar forma al hierro se equipara con moldear el cuerpo humano en un gimnasio (Hp. Vict. 13). Una alegoría interesante pero que no aporta información sobre las enfermedades ocupacionales.

35

Tales anotaciones del médico pueden referir incluso una excesiva actividad sexual (Hp. Epid. III. 17. 16).

36

Se documentan varios casos donde la asociación entre lesión y actividad laboral es dudosa: una herida en la cabeza del padre de un carpintero (Hp. Epid. II. 2. 9); una caída sin especificar de Aristodemo, hijo de Filis (Hp. Epid. IV. 4), un individuo que sufrió mucha fatiga durante un viaje (Hp. Epid. VI. 6. 4) o varios accidentes fortuitos como el arrollamiento de un individuo por un carro (Hp. Epid. V. 26) y el alcance de una piedra en la cabeza de un paciente (Hp. Epid. V. 27).

37

Seguimos edición de E. Littré 1846: Oeuvres Complètes d’Hippocrate, v. 5, Amsterdam y la traducción de E. García Novo 1989García Novo, Elsa (1989), “Introducción”. En: Hipócrates. Epidemias, Madrid, Editorial Gredos, pp. 7-44.: Tratados Hipocráticos. Epidemias, Madrid, Gredos.

38

Caso idéntico en Hp. Epid. VI. 7. 1, donde se recogen los síntomas de una enfermedad que produce anginas y nictalopía que afecta en mayor medida a esclavos y trabajadores manuales.

39

En el mismo escrito apreciamos que ciertos trabajadores en principio humildes tenían criados o población dependiente, recuérdese el caso de la sirvienta de Escimno, el batanero (Hp. Epid. I. 20)

40

Similar resulta el caso de un niño (un criado) que fue golpeado por un cerdo (Hp. Epid. V. 39. 5).

41

Parecido sería el caso de un capitán de barco que se cayó sobre un ancla y finalmente perdió su vida (Hp. Epid. V. 32).

42

Seguimos edición de J. Jouanna (2000)Jouanna, Jacques (2000), “Notice”. En: Hippocrate. Épidémies V et VII, Paris, Les Belles Lettres, pp.vii-cxliv ., Hippocrate. Épidémies V et VII, Paris, Les Belles Lettres y traducción de E. García Novo 1989García Novo, Elsa (1989), “Introducción”. En: Hipócrates. Epidemias, Madrid, Editorial Gredos, pp. 7-44.: Tratados Hipocráticos. Epidemias, Madrid: Gredos.

43

Seguimos edición de W. H. Jones (1868), The Genuine Works of Hippocrates, v. 1, Harvard y traducción de J. A. López Férez (1983)López Férez, Juan Antonio (1983), “Introducción”. En: Tratados hipocráticos, v. 1, Madrid, Editorial Gredos, pp. 215-244., Tratados hipocráticos, v. 1, Madrid, Gredos.

44

La práctica gratuita de la medicina también queda atestiguada en la epigrafía. Por ejemplo, el caso de Onasandro de Cos (s. II a.C.), SEG 41, 680; Samama, 2003, p. 249-253Samama, Evelyne (2003), Les Médecines dans le monde Grec. Sources Épigraphiques sur la Naissance d’un Corps medical, Genève, Droz. . Para una valoración general sobre la philía entre médico y paciente en la medicina hipocrática véase Laín Entralgo, 1964, p. 39-59Laín Entralgo, Pedro (1964), La relación médico-enfermo. Historia y teoría, Madrid, Revista de Occidente., con especial valoración del pasaje citado.

45

Naturalmente no tratamos de segmentar el CH sino de mostrar al lector que no todos los escritos de la colección hipocrática tienen voluntad de mostrar casos clínicos reales. Para una reflexión en torno a la división interna del CH véase Jouanna, 1999 [1992], p. 56-71Jouanna, Jacques (1999 [1992]), Hippocrates, Baltimore, The Johns Hopkins University Press.

46

Ni tan siquiera Hefesto fue un dios especialmente bien valorado dentro de las divinidades olímpicas.

47

Cano Cuenca, 2016, p. 27-80Cano Cuenca, Jorge (2016), El legado de Asclepio. Medicina hipocrática y corrientes fisiológicas en la Grecia antigua, Madrid, Tritemio. .

48

Véase Kosak, 2004, p. 43Kosak, Jennifer Clarke (2004), Heroic Measures. Hippocratic Medicine in the Making of Euripidean Tragedy, Leiden, Brill..

49

Laín Entralgo, 1982 [1970], p. 299-300Laín Entralgo, Pedro (1982 [1970]), La medicina hipocrática, Madrid, Alianza..

BIBLIOGRAFÍA

 

Asheri, Dadiv; Lloyd, Allan.; Corcella, Aldo (2007), A Commentary on Herodotus Books I-IV, Oxford, Oxford University Press.

Burford, Alison (1993), Land and Labor in the Greek World, Baltimore, The Johns Hopkins University Press.

Cano Cuenca, Jorge (2016), El legado de Asclepio. Medicina hipocrática y corrientes fisiológicas en la Grecia antigua, Madrid, Tritemio.

Cohn-Haft, Louis (1956), The Public Physician of Ancient Greece, Northampton (Mass): Smith College.

Duplouy, Alan (2018), “Pathways to Archaic Citizenship”. En: Duplouy, Alan; Brock, Roger W. (eds.), Defining Citizenship in Archaic Greece, Oxford, Oxford University Press, pp. 1-50.

Edelstein, Ludwig (1987 [1931]), “The Dietetics of Antiquity”. En: Ancient Medicine. Selected papers of Ludwig Edelstein, Baltimore, The Johns Hopkins University Press, pp. 303-316.

Farrington, Benjamin (1974 [1947]), Mano y cerebro en la Grecia Antigua, Madrid, Editorial Ayuso.

Farrington, Benjamin (1979 [1944]), Ciencia griega, Barcelona, Icaria.

Farrington, Benjamin (2020 [1933]), Ciencia y filosofía en la antigüedad, Barcelona, Ariel.

Finley, Moses I. (2003 [1973]), La economía de la antigüedad, México, Fondo de cultura económica.

Finley, Moses I. (2010 [1953]), “Innovación técnica y progreso económico en el mundo antiguo”. En: Finley, M. I.: La Grecia antigua, Barcelona, Crítica, pp. 200-222.

Forbes, Robert James (1950), Metallurgy in Antiquity, Leiden, Brill.

Gallego, Julián (2003), “La historia agraria en la Grecia antigua: una introducción a las interpretaciones recientes”. En: Gallego, J. (ed.), El mundo rural en la Grecia antigua, Madrid, Akal, pp. 13-42.

García Novo, Elsa (1989), “Introducción”. En: Hipócrates. Epidemias, Madrid, Editorial Gredos, pp. 7-44.

García Romero, Fernando (2019), El deporte en la Grecia antigua, Madrid: Editorial Síntesis.

Gil, Luis (1973), “Ärztlicher Beistand und attische Komödie. Zur Frage der demosieuontes und Sklaven-Ärzte”, Sudhoffs Archiv 57 (3), pp. 255-274.

Glotz, Gustave (1965 [1926]), Ancient Greece at Work. An Economic History of Greece, New York, Barnes&Noble.

Joly, Robert (2003), “Introduction”. En: Hippocrate. Du Regime, Paris, Les Belles Lettres, pp. 19-117.

Jouanna, Jacques (1996), “Notice”. En: Hippocrate. Airs, Eaux, Lieux, Paris, Les Belles Lettres, pp. 7-174.

Jouanna, Jacques (1999 [1992]), Hippocrates, Baltimore, The Johns Hopkins University Press.

Jouanna, Jacques (2000), “Notice”. En: Hippocrate. Épidémies V et VII, Paris, Les Belles Lettres, pp.vii-cxliv .

Jouanna, Jacques (2016), “Notice”. En: Hippocrate. Épidémies I et III, Paris, Les Belles Lettres, pp. vii-ccxiii.

Kosak, Jennifer Clarke (2004), Heroic Measures. Hippocratic Medicine in the Making of Euripidean Tragedy, Leiden, Brill.

Laín Entralgo, Pedro (1964), La relación médico-enfermo. Historia y teoría, Madrid, Revista de Occidente.

Laín Entralgo, Pedro (1982 [1970]), La medicina hipocrática, Madrid, Alianza.

Laín Entralgo, Pedro (1998 [1961]), La historia clínica, Madrid, Triacastela.

Langholf, Volkler (1990), Medical Theories in Hippocrates, Berlin, Walter de Gruyter

Levy, Barry S; Wegman, David H.; Baron, Sherry L.; Sokas, Rosemary K. (2018), Occupational and Environmental Health. Recognizing and Preventing disease and Injury, Oxford: Oxford University Press.

López Férez, Juan Antonio (1983), “Introducción”. En: Tratados hipocráticos, v. 1, Madrid, Editorial Gredos, pp. 215-244.

López Férez, Juan Antonio (2008 [1988]), “Las ciencias. La colección hipocrática”. En: López Férez, J. A. (ed.), Historia de la literatura griega, Madrid, Cátedra, pp. 613-649.

Mossé, Claude (1980 [1966]), El trabajo en Grecia y Roma, Madrid, Editorial Akal.

Morley, Neville (2007), Trade in Classical Antiquity, Cambridge, Cambridge University Press.

Nutton, Vivian (1988), “Continuity or rediscovery? The city Physician in classical Antiquity and mediaeval Italy”. En: From Democedes to Harvey: Studies in the History of Medicine, London, Variorum, pp. 9-46.

Nutton, Vivian (2004), Ancient Medicine, London, Routledge.

Plácido, Domingo (1997), La sociedad ateniense. La evolución social en Atenas durante la guerra del Peloponeso, Barcelona, Crítica.

Samama, Evelyne (2003), Les Médecines dans le monde Grec. Sources Épigraphiques sur la Naissance d’un Corps medical, Genève, Droz.

Sierra, César (2013), “Díaita: estilo de vida y alteridad en la Anábasis de Jenofonte”, Athenaeum 101 (2), pp. 463-477.

Sierra, César (2018), “Médico y esclavo: relaciones de dependencia en la medicina griega”. En: Cortadella, J.; Olesti, O.; Sierra, C. (eds.), Lo viejo y lo nuevo en las sociedades antiguas: homenaje a Alberto Prieto. XXXVI Coloquio del GIREA, Besançon, Presses universitaires de Franche-Comté, pp. 177-194.

Sierra, César (2020), Historia de la medicina en la antigüedad, Madrid, Síntesis.

Tepper, Lloyd. B. (2007), “Industrial Plumbism: Antiquity to Modern Times”, The Journal of Society for Industrial Archaeology, 33 (2), pp. 53-66.

Thomas, Rosalind (2002 [2000]), Herodotus in Context. Ethnography, Science and the Art of Persuasion, Cambridge, Cambridge University Press.

Verboden Koenraad; Laes, Christian (2017), “Work, Labour, Professions. What’s in a name?”. En: Verboden, K.; Laes, Ch. (eds.), Work, Labour and Professions in the Roman World Leiden, Brill, pp. 1-19.

West, Stephanie (1999), “Hippocrates Scythian sketches”, Eirene 35, pp. 14-32.