Este trabajo es un ejemplo de la circulación de saberes y personas que se han dado en materia de salud durante los siglos XIX y XX en Latinoamérica. En esta oportunidad los autores, María José Correa y Mauro Vallejo, nos hacen partícipes de las peripecias de cinco“profesionales”extranjeros que arribaron a la Argentina y Chile como portadores de una serie de saberes novedosos, entre ellos la psiquiatría médica y el hipnotismo. Estos personajes emplearon sus encantos para ganarse tanto el odio como la admiración de distintos miembros de la sociedad de ambos lados de la coordillera generando así debates en ámbito científico, la opinión pública y la misma justicia.

Los cinco capítulos que componen el libro tienen por objetivos visibilizar el surgimiento del hipnotismo en ambos países de la mano de los extranjeros, al igual que mostrar la teatralidad del espectáculo montado y cómo desde distintos sectores se los ridiculizaba. En el fondo el trabajo de estos autores apela a la trashumancia de estos personajes que dejaron una estela de testimonios por los lugares que transitaron y distintas consecuencias con aquellos que interactuaron. Las trayectorias de Alberto Díaz de la Quintana, el conde Baschieri, el conde de Das, Leovigildo Maurica y Enrique Onofroff son ventanas por las cuales se aprecian las dinámicas sociales, culturales y científicas de Santiago y Buenos Aires en el periodo 1880-‍1920. Esta investigación se inserta en una línea de trabajo surgida en los últimos años que cuestiona el término medicina y su asociación a cientificidad en la época. Es decir que los autores indagan en las distintas prácticas y tradiciones médicas existentes y circulantes; sus puntos de contacto y de desencuentro entre las llamadas ciencias y lo no científico o superstición. El empleo de documentación de los diarios, revistas, folletos, libros, testimonios médicos y causas judiciales permite adentrarse en dos sociedades sedientas de conocimientos científicos pero que también respondían a la teatralidad y grandiosidad de las prácticas de estos “expertos”. Como veremos en los cinco apartados se conjugan la fama por lo milagroso pero también las acusaciones de fraude en todos los personajes. El asombro, la condena y la fascinación son recurrentes en la reconstrucción realizada por los autores.

El primer capítulo es la historia de Díaz de la Quintana, un hipnotizador trashumante que se negó a revalidar su título en Buenos Aires y quien empleó a la prensa como su principal aliado frente a las medidas represoras del Estado sobre el ejercicio de la medicina. El caso de Díaz Quintana es reconstruido gracias a su propia producción: publicidad de gabinetes hipnóticos, fundación de revistas, periódicos, publicidad y obras teatrales durante los tres años en los que vivió en Buenos Aires. Independientemente de los juicios de valor que suscitó entre sus contemporáneos fue un sujeto que supo explotar las debilidades de la medicina académica y hacer uso de la publicidad buscando el reconocimiento y mérito social. Este profesional del hipnotismo es la excusa de los autores para poder acceder a las dificultades de la conformación del campo médico en Buenos Aires en la década de 1890 y la difusa línea entre curanderismo y ciencia. Algo que se pone manifiesto aquí, y que será una constante, es el rol de la prensa como constructora de una imagen de estos personajes, los cuales de acuerdo a la pluma del escritor podían ser genios o estafadores; esta misma división también se dio entre los médicos que apoyaban o denunciaban a estos personajes.

El siguiente capítulo transcurre en el Chile de 1907 y el protagonista es el conde Baschieri, quien tuvo su paso por la Argentina. Este hombre aseguraba curar enfermedades mediante el espiritismo empleando un método que conjugaba el mundo inmaterial con el material. En 1907 fue denunciado por un vecino de Santiago pues lo consideraba un timador que solamente hacía una puesta en escena y se confabulaba con comerciantes para que sus clientes comprasen los insumos en sus tiendas. La principal explicación del denunciante, argumento recurrente entre los médicos y ciertos sectores sociales, era la ignorancia de la población que acudía a este tipo de personajes en busca de una cura milagrosa para sus dolencias.

En esta ocasión se destaca el circuito de la informalidad de distintos personajes de los cuales Baschieri era uno de lo pocos que fueron judicializados en Chile. Esto les permite a los autores explorar un tipo de documentación como es la judicial que a diferencia de otras favorece la reconstrucción de las prácticas sociales, médicas y culturales imperantes en Chile a inicios del siglo XX. A su vez el espiritismo y su popularidad entre la población es explicado por la hibridación de creencias paganas y cristianas vigentes en la sociedad chilena. El espiritismo es puesto como un momento de transición entre lo racional y lo irracional, es decir entre el mundo mágico y de los espíritus al de la ciencia y de las enfermedades producidas por microorganismos. Asimismo se destaca la ambivalencia de la Iglesia Católica que condenaba a estos personajes y sus rituales de sanación individuales aunque apoyaba las prácticas y creencias vinculadas con el más allá bajo su control. Aquí, además de explorar la documentación judicial y la trashumancia de Baschieri, se ponen en contexto las contradicciones de las sociedades e instituciones chilenas que se encontraban en un proceso de modernización.

La trashumancia no fue de exclusividad de Baschieri, el caso del Conde de Das en Buenos Aires profundiza una serie de cuestiones que Mauro Vallejo trabajó en su libro sobre este mismo personaje. El Conde de Das es analizado y reconstruido a través de documentación periodística, literaria y de revistas especializadas en Teosofía e hipnotismo de la década de 1890 en Argentina. En primer lugar Correa y Vallejo mediante él trazan una serie de cuestiones como las redes de hipnotistas, sus estrategias publicitarias de producción y propagación de su fama y renombre; como así también la capacidad de mutar de acuerdo a la situación que atravesaran. En segundo lugar la llegada a América de creencias y prácticas novedosas que cautivaron a algunas de las personalidades más preeminentes de la socidad de Buenos Aires como fue el caso de Leopoldo Lugones y la Teosofía. Y en tercer lugar la fundación del Instituto Psicológico Argentino ya implicaba un grado de sofisticación del que Diaz Quintana carecía pero que Onofroff emplearía posteriormente. El Conde Das como se puede apreciar en el capítulo despertaba fascinación y un entusiasmo por parte de la intelectualidad por ese mundo que bordeaba el esoterismo y la cientificidad. La hipnosis y la teosofía como campos de interés intelectual representados en la figura del Conde responden a una demanda de soluciones casi mágicas a los problemas y enfermedades de la población y a la misma curiosidad de los estudiosos del momento.

Corría el año 1913 en Chile y Leovigildo Maurica se presenta ante la Justicia chilena buscando autorización para ejercer su actividad pues él consideraba que no faltaba a ninguna ley al ser profesor de hipnotismo. Así inicia el cuarto capítulo de este libro. Si bien en los capítulos anteriores la presencia de la justicia tenía que ver con denuncias en contra de estos profesionales del hipnotismo aquí es todo lo contrario. Su presentación judicial es una afrenta a la educación proporcionada por la Universidad de Chile. Su título estaba sustentado según se pudo recontruir por un instituto en la ciudad de Nueva York. Esto es propio de los personajes de esta época quienes alegaban poseer credenciales en el extranjero y cuya formación era dificilmente acreditable a menos que se hicieran circular misivas a esos lugares. Su caso desafía a la cultura médica chilena pues lo que hacía era poner al individuo como responsable de su propia salud mediante el estudio de su cuerpo por lo que lo facultaba para tomar las decisiones que considerara pertinentes. Su hipnosis, la formación de su propio instituto en realidad cuestionaban la forma de curar y acceder a los conocimientos necesarios, buscaban romper con la idea de que la Universidad era depositaria del único saber verdadero y válido para curar.

El capítulo quinto y final es un recorrido por ambos lados de la Cordillera Andina por medio de Enrique Onofroff entre 1895 y 1913. Este posiblemente de los cinco casos es el que muestra una mayor teatralidad de todos pues sus sesiones se llevaron a cabo en el teatro en Buenos Aires y carecían del objetivo de curar a alguna persona. Su ejemplo es aquel que permite explicar como en el hipnotismo trashumante podían confluir desde curanderos, médicos, científicos, timadores hasta intelectuales y políticos. Se presentaba en las ciudades a las que iba como un estudioso de los fenómenos telépaticos más que como presentador de un espectáculo circense lo que le hizo ganarse el apoyo de médicos e intelectuales en Buenos Aires. Su caída en desgracia hizo que se trasladase a Chile con sus conocimientos, la hipnosis cruzó los Andes en 1898. Se exhibió como un médico que decidió abandonar su profesión y compartir sus conocimientos con el gran público, su llegada coincidió con el desarrollo de la actividad teatral en Santiago al igual que en Buenos Aires. Su estrategia fue similar a la empleada en Argentina. Este último caso es por demás un esfuerzo de redacción de dos investigadores que aunaron lo hallado de un lado y del otro de la Coordillera para poder mostrar más que una fotografía de un personaje sino un corto cinematográfico. A su vez analizan la evolución de Onofroff y sus mecanismos de adaptación a los escollos que se le presentaban.

Finalmente el epílogo de Anette Mülberger termina de dar por cerrado el libro e invita a la reflexión de algo que señalamos al principio y que los autores no dejan de recalcarlo a lo largo de las páginas, lo endeble de la frontera entre lo científico y lo esotérico; entre la medicina y la farsa. Todos perseguían lo mismo: reconocimiento, posición económica y social. A medida que avanzaba con el libro no pude dejar de imaginar las sesiones espiritistas y de hipnotismo que la misma Margaret Atwood en Alias Grace describe sobre el surgimiento de la psiquiatría en Canadá y como el hipnotismo era una técnica que oscilaba entre lo científico y el espectáculo. Este libro sin duda es un aporte que complejiza la idea de lo científico y lo médico y borra ese límite entre lo académico y lo empírico. Son cinco historias de grises fronteras en donde nada es lo que parece y a la vez lo es, en verdad es un retrato de la complejidad de la sociedad y cómo diferentes posturas podían interactuar, convivir y luchar en un mismo periodo de tiempo y lugar y hasta en una misma persona.