Aquellos interesados en la historia –sobre todo cultural y social– del pensamiento psiquiátrico y psicológico polacos que se adentren por primera vez en la materia, pueden quedar sorprendidos por la escasez de trabajos que existen sobre el tema. Este fue también mi caso cuando decidí aproximare a su estudio, pero una de las agradables excepciones con las que puede uno encontrarse en su búsqueda es precisamente
Esta obra de carácter histórico-filosófico está dedicada a la reconstrucción, análisis y discusión de las principales derivas y problemas psicológicos que aparecieron en la literatura psiquiátrica y psicopatológica polaca durante el siglo XIX. Su objetivo principal es estudiar cuándo y de qué manera la idea de los trastornos psíquicos nace en el pensamiento psicológico polaco, así como rastrear las formas que toma durante su desarrollo. Se centra para ello en la categoría de melancolía, al considerarla lo más cercano a la categoría general de enfermedad psíquica y el concepto fundamental para entender la psiquiatría del siglo XIX.
El libro está dividido en cuatro partes que pueden leerse de manera independiente, según la propia autora afirma. Podría decirse que la parte central de la obra es la segunda, en la que se realiza el estudio sobre la melancolía propiamente dicho. La primera está dedicada principalmente a cuestiones metodológicas, mientras que la tercera y la cuarta son antologías: en el primer caso, de los textos que la autora analiza para elaborar su estudio, en el segundo, de imágenes de tipología variada –fotografías, cuadros, litografías…– que tratan el tema de la locura y la melancolía. Éstas no corresponden exclusivamente al s. XIX –se incluyen piezas que van desde la
La primera parte,
Habiendo establecido la diferenciación entre historiadores “revisionistas” y “clásicos”, opta por una tercera vía en la que enmarca su estudio: la problematización. Esta solución subraya sobre todo que las categorías relacionadas con la psiquiatría son un terreno peligroso y problemático, donde no encontramos respuestas sino preguntas que se multiplican, y lo único que nos podemos permitir es trastocar la narración referente al progreso del conocimiento sobre el tema. Y es exactamente lo que logra con su libro.
Siguiendo al historiador y filósofo estadounidense Arthur O. Lovejoy
Se hace necesario un conocimiento mínimo del contexto sobre el pensamiento psicopatológico europeo para que el lector pueda entender y situar el ensayo. Por ello, hacia el final de esta primera parte se realiza una breve revisión de su desarrollo, para concluir con un apunte de los hitos fundamentales de la psicopatología polaca. Quizá podría haberse añadido a este mismo apartado el repaso que realiza al comienzo de la parte II –
La segunda parte está dedicada íntegramente a la problemática de la melancolía. Seguir el desarrollo de las características psicológicas de la enfermedad mental en la psiquiatría polaca del XIX parece corresponderse con los hitos del pensamiento discursivo sobre este constructo. Se argumenta, además, que los autores polacos rara vez teorizaban sobre la enfermedad mental en general, sino sobre temas concretos, como la melancolía o la histeria.
Tras dedicar unas páginas al análisis de la terminología utilizada en la época para referir a la melancolía, ya que nos topamos con un vocabulario particularmente abundante, el siguiente paso que se sigue para la reconstrucción es poner ejemplos concretos de cómo se presentaban los trastornos melancólicos, las características de las personas que los padecían y las manifestaciones de la enfermedad. Los alienistas polacos del XIX se preguntaban también, además de por la sintomatología, por el origen de la melancolía. Aunque no tan extensamente como en las descripciones de casos, sí que respondían a esta cuestión, formando las primeras concepciones etiológicas de las enfermedades mentales en Polonia, temática que se aborda en el cuarto apartado de esta sección. Por último, el quinto apartado –algo breve en comparación con los demás– trata la visión de la medicalización de la melancolía, con especial atención a los aspectos terapéuticos referidos a remedios psicológicos -concepciones de una actuación directa sobre la mente del paciente. Es esta idea de que la melancolía debía ser curada la que muestra que hemos tratado con una patologización de la melancolía, aunque a su vez la constatación de que los médicos recomendaban sobre todo terapias morales para devolver la salud al melancólico podría indicar una subestimación de la afección y un cuestionamiento de su realidad como enfermedad –sobre todo si nos fijamos en la segunda mitad del siglo, cuando los tratamientos somáticos comienzan a ganar terreno a las terapias morales en otros ámbitos. El debate está servido.
Como cierre de esta segunda parte, la autora plantea las posibles objeciones que pueden hacerse a la misma una vez concluida su lectura. Es discutible hablar de la melancolía polaca en el siglo XIX cuando sólo se han revisado materiales de unas cuantas instituciones psiquiátricas, ubicadas a veces fuera de la frontera de la Polonia pre-particiones. Para dejar claro qué áreas comprende el estudio, incluye un mapa en el que localiza las principales ciudades de las que provienen sus fuentes. Se muestra así también la tendencia a acumular datos de zonas urbanas. Por último, las conclusiones generales derivadas a partir de textos fragmentados e incomprensibles en ciertos puntos pueden despertar dudas. Para despejarlas, nada mejor que echar un vistazo a la tercera parte,
Cabe destacar el empleo de recursos visuales, como las tablas recopilatorias o el mapa, a lo largo del ensayo, que constituyen un complemento ideal a la narración textual. Esto demuestra la falta de prejuicios metodológicos de la autora, que no duda en recurrir a otro tipo de estrategias, incluso de carácter cuantitativo como las tablas estadísticas, en los momentos en que pueden serle de utilidad para ilustrar su proceso interpretativo. Más que falta de coherencia, denota amplitud de miras. La antología de imágenes final, que constituye la cuarta parte del libro, no la incluyo dentro de los “complementos”, ya que más bien constituye una narración paralela, cuya importancia podría situarse al mismo nivel que la antología textual. Es el lector, una vez más, quien tiene en su mano establecer los vínculos y sacar sus propias conclusiones.
Como anteriormente apuntamos, los textos científicos sobre enfermedad mental no son las únicas fuentes que se utilizan, incluyéndose también el análisis de manifestaciones artísticas, en especial literatura y pintura, donde la melancolía ostenta un estatus especial como lugar común en las obras de los artistas polacos. Las comprensiones diferentes a la psiquiátrica permiten una visión más amplia de esta afección en la época tratada, además de rastrear la fuerza de la influencia del pensamiento psiquiátrico en las obras. Se presenta un breve repaso cronológicamente ordenado, en el que se concluye que la melancolía como idea influyente de aquella época no parece tener, sin embargo, muchos rasgos en común en su concepción médica y artística. Hecho que permite reafirmar la teoría sobre la doble vertiente histórica de la melancolía:
Para concluir esta reseña no se puede pasar por alto la cuestión de género, que cruza transversalmente la obra. A lo largo del ensayo se van planteando una serie de problemáticas, como la visión negativa de la melancolía en las mujeres, muy vinculada a la histeria, frente a la visión positiva de la melancolía en los hombres, asociada a menudo a ideas de genialidad, sensibilidad y espíritu artístico. Pese a que no se desarrollan en profundidad, se dejan apuntadas como señuelos para posibles investigaciones futuras. Es necesario recalcar una vez más que ésta es una obra cuya aportación principal es todo un nuevo abanico de preguntas a partir de sus análisis, más que respuestas concretas, haciendo honor a la perspectiva “problematizadora” que adopta la autora. El estatus jurídico del melancólico, la vinculación de melancolía e histeria o su relación con el crimen son solo algunas de ellas.
Sin duda, se trata de un libro que nos permite entender mejor el pensamiento actual sobre la enfermedad psíquica, y una apuesta metodológicamente innovadora que abre muchas puertas a los investigadores atraídos por la problemática psiquiátrico-psicológica del pensamiento del siglo XIX en Polonia, y por el pensamiento psiquiátrico-psicológico en general. De momento, el libro sólo está en polaco, lo que constituye un problema para su difusión internacional. Pese a ello, es interesante que su contenido sea dado a conocer, al menos parcialmente, más allá de sus fronteras natales, para completar una de las lagunas en cuanto a la historia del pensamiento psiquiátrico europeo.
Autor que desarrolla los planteamientos de los que bebe Marcinów en obras como
Paweł, D. (1999)
Słowacki, J. (1838/2002)
Original polaco: