Durante el Imperio de Maximiliano (1864-1867) la ciencia mexicana experimentó cambios significativos en sus perspectivas generales y su enfoque metodológico, gracias a la participación de la comunidad científica local en los diferentes proyectos de investigación que se organizaron. Por un lado destacaron las propuestas del propio Emperador, quien impulsó la práctica científica local mediante el apoyo a los proyectos en curso, al tiempo que promovía nuevas empresas de investigación. Simultáneamente, Napoleón III ordenó al Instituto de Francia la organización de una expedición científica con el objeto de estudiar diferentes aspectos del país. Entre los objetivos de la expedición francesa destacó la investigación geológica, que se abordó tomando como antecedentes los estudios efectuados por numerosos viajeros europeos en los años precedentes. Este trabajo expondrá los principales rasgos de estos estudios y analizará los objetivos y alcances de la expedición durante su breve estancia en territorio mexicano.
During Maximilian’s Empire, Mexican science experimented changes both in its general perspectives and its methodological outlook, due to scientific interaction among the local scientific community and foreign scientists. Maximilian encouraged local scientists to continue working in their ongoing projects, and invited others to participate in new scientific endeavors. Simultaneously, Napoleon III instructed the French Institute to organize a scientific expedition in order to study different aspects of the new Empire. Geological research stood out among the goals of the French expedition, and it was initiated taking into consideration several geological studies made by European travelers during the first half of the century. This paper will describe the main features of such investigations and will analyze the expedition’s goals and accomplishments during its brief sojourn in Mexico.
La primera mitad del siglo XIX mexicano fue un período de inestabilidad continua debido a las pugnas entre los diversos grupos políticos, que frecuentemente condujeron a la guerra civil, así como al asedio de las potencias intervencionistas. La fragilidad del estado nacional facilitó la pérdida de casi la mitad del territorio durante la guerra con los Estados Unidos (1847-1848) y desembocó años después en la intervención francesa, que culminó con la imposición del imperio de Maximiliano de Habsburgo (1864-1867). Durante su breve gestión, Napoleón III ordenó al Instituto de Francia la organización de una expedición científica con el objeto de estudiar diferentes aspectos del país, entre los que destacó la investigación geológica, objeto de este ensayo.
Pese a las dificultades políticas y económicas que agobiaron al país en los años precedentes, los intelectuales mexicanos habían encontrado el espacio para desarrollar investigaciones científicas, que para el caso de la geología se explican en el artículo de Lucero Morelos de este mismo volumen. Baste aquí señalar, que estuvieron vinculadas con el reconocimiento territorial y la industria minera, y que fueron promovidas por el gobierno y los particulares con diversos fines. Simultáneamente, un numeroso contingente de viajeros europeos y norteamericanos habían recorrido el país con objetivos relacionados con las empresas mineras y colonizadoras que se establecieron después de la independencia, dejando testimonio de sus investigaciones en numerosos libros y artículos científicos, que fueron objeto de traducciones y reimpresiones en diferentes países. De esta manera se dieron a conocer en el extranjero algunas características de la constitución geológica y la riqueza natural de México, que contribuyeron a suscitar el interés de las naciones extranjeras en el potencial extractivo del país.
Fue así que durante el Imperio de Maximiliano se valoraran los estudios realizados por «un pequeño número de observadores [extranjeros], entre los que [citaron] en primera línea, después de Alexandre von Humboldt, a Burkart, von Gerolt y Berghes» (Sainte-Claire Deville,
Esta apreciación obliga a una breve referencia a los trabajos realizados por los viajeros europeos, tomado como punto de partida la expedición de Humboldt y su estancia en la capital de la Nueva España, que otros estudiosos han analizado a profundidad, por lo que me limitaré a exponer sus principales logros en relación con las ciencias de la Tierra:
Después de sus experiencias en el cono sur, Alejandro de Humboldt llegó al puerto de Acapulco el 23 de marzo de 1803. Se estableció en la Ciudad de México, en donde como menciona Moncada «el virrey Iturrigaray lo recibió y le abrió las puertas de oficinas y archivos, cerradas no sólo a otros extranjeros sino aún a los científicos novohispanos y peninsulares, y le facilitó un pasaporte que le permitió viajar por el reino sin ningún inconveniente» (Moncada, 2000, p. 34). Sus viejos compañeros de estudios de Frieberg, Andrés Manuel del Río, catedrático de Minería, y el propio Director del Seminario, Fausto de Elhúyar, pusieron a su disposición las instalaciones del Colegio para que realizara sus estudios.
Humboldt contó así con extraordinarias facilidades: información oficial privilegiada y colaboradores del más alto nivel, que le acompañaron en sus expediciones y le proporcionaron estudios, datos, colecciones naturalistas y mapas, con los que integró su
En ambas obras aparecen las coordenadas geográficas de los lugares que visitó; se registran observaciones astronómicas y meteorológicas; se presentan mapas y secciones de los sistemas montañosos que recorrió, con información geológica inédita; y se hacen descripciones de fauna y flora, correlacionadas con el espacio geográfico en el que se ubican. El
En relación con las ciencias de la Tierra, el viaje americano le proporcionó datos sobre las componentes del campo magnético terrestre, que posteriormente elaboraría; descubrió la corriente marina en la costa occidental de Sudamérica —llamada originalmente de Humboldt y hoy conocida como corriente del Perú—; fue pionero en los estudios que relacionan las regiones geográficas con la flora y fauna locales e hizo importantes contribuciones al desarrollo de la geología a partir de sus estudios sobre los temblores de tierra y los volcanes americanos, que aparecieron publicados en sus «Volcanes y cordilleras de Quito y México».
Respecto al último punto, fue invaluable su experiencia en México en donde presenció la actividad del Volcán Jorullo, de donde derivó sus conclusiones sobre el papel desempeñado por las fuerzas eruptivas en la historia y desarrollo de la corteza terrestre, que se consideraron decisivas para descartar definitivamente la hipótesis de los neptunistas.
También hizo contribuciones a la enseñanza de la geología en el Real Seminario de Minería, a través de su «Pasigrafía o Ensayo Geognóstico sobre el yacimiento de las rocas en los dos hemisferios», que incluyó Andrés Manuel del Río en su
En lo que toca a la mineralogía, Humboldt dedicó todo un tomo de su
Además del valor intrínseco de sus estudios, las obras de Humboldt promovieron el interés de científicos, exploradores e inversionistas, que viajaron a México después de la independencia y realizaron estudios de varias disciplinas científicas. En particular, la década de 1824-1834 vio desembarcar viajeros vinculados con compañías mineras que pretendían establecerse en nuestro país, especialmente ingleses, seguidos por los alemanes y los norteamericanos.
La explotación minera en la variada y poco conocida topografía mexicana, exigía la atención de técnicos y científicos que efectuaran estudios sobre la geología de las diversas localidades mineras y de la potencialidad económica de los yacimientos, que financiaron los propios empresarios.
Una vez en México, los empresarios y exploradores enfrentaron las peculiaridades naturales y sociales del país, que les prodigaron materiales para escribir artículos y libros sobre sus experiencias, que acompañaron de registros y descripciones naturalistas, así como de mapas regionales, que con el tiempo conformaron un cúmulo significativo de datos científicos sobre la naturaleza y la constitución geológica de México.
Entre las empresas que se establecieron en esos años destaca la Compañía Alemana-Americana de Minas (CAAM), en la que participaba la propia «familia real prusiana» y sus directivos, Wilhelm Stein y Friedrich von Gerolt, se eligieron entre los secretarios del Ministerio de Minería de Prusia. Stein fue nombrado «agente director de la compañía minera en México para que adquiriera minas y las explotara con la ayuda de otros alemanes», mientras que el ingeniero de minas Friedrich von Gerolt se integró al consejo directivo (Ward,
En cuanto a las obras de mayor valor científico, la historiografía mexicana del XIX distingue las de Carl von Berghes y Friedrich von Gerolt
Von Gerolt fue más prolífico que su coautor de la
En lo que concierne a las relaciones de los alemanes con la comunidad científica local, von Gerolt figura entre los miembros correspondientes de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística desde 1838 (Alamán,
Otro beneficiario de los trabajos de Bustamante fue el mineralogista Joseph Burkart (1798-1874), a quien se debe la obra de mayor trascendencia científica sobre el tema que nos ocupa, escrita luego de una década de investigaciones en el país —que efectuó mientras dirigía la mina de Tlalpujahua—. Se trata del libro
El trabajo refiere el intrincado y penosísimo viaje que emprendió Burkart entre San Blas y Tampico (Burkart,
Pero la obra está lejos de limitarse a los campos de la mineralogía o la geología, ya que abarca estudios sobre los volcanes, los meteoritos, las fuentes termales, las ciudades, los distritos mineros y la arquitectura precolombina. En relación con las localidades que visitó, Burkart incluye comentarios de orden sociológico y etnográfico, a la vez que atiende las condiciones orográficas, hidrográficas y climatológicas. Así, la descripción naturalista de Burkart admite también al hombre: su aspecto físico, sus actividades, sus costumbres, sus relaciones sociales, sus enfermedades, sus «vicios» y sus talentos particulares. Análogamente, su examen de las ciudades y poblaciones; de la desigualdad social y el orden político, conlleva la alusión al medio físico.
Estas características hicieron que la obra de Burkart tuviera un impacto de consideración en los círculos intelectuales, empresariales y políticos. Sus investigaciones fueron ampliamente difundidas en México y en Europa fue leído y discutido por naturalistas, geógrafos, geólogos y mineralogistas. En particular, durante la Intervención Francesa su libro fue evaluado por el geógrafo Louis Vivien de Saint Martín (1802-1897), quien lo equiparó con la obra de Humboldt y atribuyó a Burkart «los más grandes servicios para el estudio científico de los territorios mexicanos y el perfeccionamiento de su carta» (Vivien de Saint Martín,
Esta apreciación resume de alguna manera la opinión que se tenía en Europa sobre el estado de la investigación geológica en México, en la que se valoraban especialmente los estudios de los viajeros, mismos que recibieron una buena acogida a nivel local por sus contribuciones al estudio del territorio mexicano
Mientras los peritos y viajeros ultramarinos exploraban nuestro país, el gobierno mexicano puso en marcha varios proyectos que involucraron estudios geográficos, geológicos y mineralógicos. Destacan los trabajos del Istmo de Tehuantepec (1823-1826), de los alrededores de la Ciudad de México (1825) y de la frontera noreste de México y los Estados Unidos (1827-1831), que tuvieron por objeto «observar los rasgos naturales [de cada región]; obtener información geográfica y apuntar datos exactos para los mapas» (Mendoza,
Entretanto, algunos gobiernos del interior efectuaron estudios regionales sobre la configuración del territorio y sus recursos naturales. Pero cada vez se hacía más evidente la necesidad de contar con investigaciones de carácter general que sirvieran como fundamento para la planeación a largo plazo y la organización de la República. Así surgió el proyecto de fundar una institución con los objetivos de construir la Carta de la República y levantar la Estadística Nacional y en 1833 se creó Instituto Nacional de Geografía y Estadística —actual Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística (SMGE)
Las actividades de la SMGE fueron afectadas por la inestabilidad política, aunque nunca se suspendieron, ni siquiera durante la guerra con los Estados Unidos (1846-1848), que contra todo pronóstico, supuso grandes adelantos en la geología. Durante esos años se transformó en una Comisión de Estadística Militar, que continuó con las tareas de reconocimiento y cartografía, en las que se incluyeron algunos estudios geológicos.
Como es sabido, el conflicto bélico desembocó en una considerable pérdida territorial, que incluía Nuevo México y California, que sumado al de Texas —recientemente independizado y anexado a los Estados Unidos—, constituían más de la mitad del territorio mexicano
La guerra concluyó con la firma del
En contraste, los comisionados estadounidenses acopiaran suficiente material para publicar una amplia bibliografía sobre sus observaciones físicas de la región fronteriza, que sólo en relación con Nuevo México sumaron un total de 19 obras publicadas que contienen descripciones y estudios geológicos de la región fronteriza (
Los trabajos más valiosos se concentraron en el
En el nivel local, incluso en los peores años el interés en el desarrollo científico de México se mantuvo a contracorriente. En el terreno de la práctica destaca la formación de una Comisión para levantar la Carta Geográfica y Topográfica del Valle de México (1857), con el objetivo de alcanzar un conocimiento más completo sobre la ciudad de México y sus alrededores. Las dificultades políticas impidieron que los trabajos alcanzaran la totalidad de los objetivos, pero se publicaron varios trabajos parciales, entre los que destaca la
Hubo también en estos años viajeros que realizaron investigaciones científicas en nuestro país, entre los que destaca el prolífico naturalista suizo Henri de Saussure, quien examinó las solfataras de la Sierra de San Andrés en el Estado de Michoacán y construyó la
Otro viajero que hizo contribuciones a la geología mexicana, fue William M. Gabb, quien incursionó en territorio mexicano como miembro de la California Geological Survey, en los años sesenta del siglo XIX, publicando un trabajo sobre los recursos minerales de Baja California, que tituló «Lower California» (1868). También escribió sobre sus fósiles cretácicos y terciarios (1869), que luego completó con los de Sonora y Chihuahua (1872), que aparecieron por separado, en la serie de la
Entretanto, el gobierno liberal bajo el liderazgo del Presidente Juárez (1861-1863), trataba de impulsar diversos proyectos que impulsarían el desarrollo científico del país
Cuando Maximiliano asumió el poder reconoció la necesidad de contar con una comunidad científica activa, como elemento indispensable para impulsar la modernización de su nueva patria. En consecuencia, el Imperio recurrió a la plataforma de las escuelas locales de Medicina y Minería, así como en la
Unas de estas acciones consistieron en la revitalización de viejos proyectos locales como la
Al mismo tiempo que se delinearon los proyectos científicos de Maximiliano, el Mariscal Bazaine, que encabezaba el ejército intervencionista, quiso aprovechar los talentos científicos bajo su mando para recabar información y desarrollar estudios sobre México. Simultáneamente, Napoleón III —que no quería ser menos que Carlos X en Grecia y Luis Felipe en Argelia— ordenó la conformación de la
El proyecto de la expedición francesa tenía claros objetivos expansionistas, que el emperador francés no se cuidó de ocultar, como puede observarse en la transcripción que hizo el ministro Victor Duruy de sus intenciones, en una carta dirigida al Presidente de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística:
El Emperador, que nunca deseó llevar a cabo una conquista por las armas, tiene la noble ambición de conquistar su grandioso país para la ciencia. Nuestros sabios van a marchar una vez más sobre las huellas de nuestros soldados, pero con mayor fortuna que sus predecesores del Instituto de Egipto. Pues ahora encontrarán a su llegada, numerosos trabajos ya desarrollados y sociedades de sabios que están organizadas desde hace tiempo
Se trataba, como es claro, de analizar científicamente las condiciones del país en todos sus aspectos para lograr un eficiente control político y promover la efectiva explotación de los recursos naturales. Por ello, el decreto de conformación de la
La
En las «Instrucciones Sumarias» que redactó, el Comité definió su objeto de estudio en los siguientes términos:
Desde el punto de vista de las ciencias naturales, la exploración científica de una región cualquiera comprende el estudio de las razas humanas que la han habitado desde el pasado hasta la actualidad; la descripción de las especies animales y vegetales actualmente vivas [y] de las extintas; la búsqueda de los elementos de la constitución del suelo; [y] la observación de los fenómenos geológicos que puede aún escenificar (Comité des Sciences Naturelles et Médicales,
Aunque el Comité reconoció la posibilidad de estudiar simultáneamente los aspectos «prácticos» de la naturaleza mexicana, advirtió que «los viajeros y los corresponsales de [la
El instructivo de geología y mineralogía fue elaborado por Charles Saint-Claire Deville, quien inició sus disposiciones indicando que su meta sería la construcción de la carta geológica de México. Aunque advirtió que como ésta representaba «el resumen gráfico» de la minuciosa exploración geológica del territorio, «la carta [...], sería el resultado de largos y perseverantes esfuerzos». Sobre todo, porque dependería del «conocimiento suficientemente exacto de la topografía local» (Sainte-Claire Deville,
Entretanto, era preciso recoger «los datos generales sobre la constitución geognóstica del nuevo imperio mexicano, o si se quiere, ampliar y completar los que se deben a un pequeño número de observadores, entre los que habría que citar en primera línea, después de Alexandre von Humboldt, a Burkart, de Gerolt y de Berghes»
El geólogo francés manifestó su interés en «el estudio químico de las emanaciones volcánicas y la descripción de los restos orgánicos de los terrenos estratificados». Y «en el mismo sentido, señaló, debe concederse mucha atención a una mina igualmente fecunda, pues ambas cosas juntas sólo han aflorado hasta hoy, en [el territorio de] México»
El «Instructivo» prosigue con la descripción de los diferentes tipos de terreno, que se habían identificado y la enumeración de los objetos de estudio que debían atender los expedicionarios. Destacó aquí la identificación y estudio de las vetas metalíferas, «sin ninguna duda, la mayor riqueza natural de México»; de los veneros de aguas minerales y las «chimeneas volcánicas que forman los puntos culminantes del Nuevo Mundo»; demandó la formación de colecciones de minerales, como paso previo e indispensable para el estudio litológico; y enfatizó el interés en «recoger» meteoritos, o «por lo menos muestras» para su análisis en el laboratorio. En todos los casos los reportes se debían acompañar de dibujos y fotografías cuando fuera posible.
A continuación Sainte-Claire expone las «recomendaciones generales», no sin antes aconsejar la «colecta de todos los datos existentes en el país, impresos o manuscritos [...] sobre la geografía, la topografía, la geología y la mineralogía de México». (Comentario que indica la ineludible validación de las capacidades científicas locales, que previamente había despreciado).
Entre las recomendaciones destaca el dibujo preciso de las formaciones exploradas; la elaboración de esbozos de los cortes geológicos; el registro de observaciones barométricas y altimétricas con instrumentos específicos; la identificación
En lo que toca a las minas, el geólogo aconsejó el acopio de los levantamientos de las minas ya explotadas, que efectuarían «los ingenieros locales». Encomendó el examen minucioso del orden y la sucesión de las substancias de la veta y la colección de muestras, «especialmente de las especies cristalizadas»
El «Instructivo» incluye detalles sobre el uso de los instrumentos adecuados y consejos para situaciones específicas, que no cabe enumerar. Aunque sí vale la pena extenderse en el comentario sobre la trascendencia de la expedición sobre el desarrollo ulterior de la geología en México, pues el «Instructivo» simbolizaba la difusión de la metodología de frontera para la investigación geológica.
De hecho, la geología fue justamente el área de investigación en la que se efectuaron «los mejores y más amplios trabajos» de la
Tal vez el resultado más importante de los geólogos franceses fue su desempeño como instructores de los científicos locales que se sumaron a la expedición para llevar a cabo trabajos de campo y de gabinete. Algunos fueron nombrados corresponsales en México por el Ministerio de la Instrucción Pública francés (Antonio del Castillo, Antonio García y Cubas, Francisco Jiménez, Manuel Orozco y Berra) y otros como Leopoldo Río de la Loza o Ramón Almaraz, simplemente figuraron entre los colaboradores.
En lo que concierne al alcance geográfico de sus investigaciones geológicas, éstas sólo pudieron efectuarse en áreas restringidas en virtud de la extensión de la guerra entre los ejércitos imperiales y republicanos. Sin embargo, las regiones que alcanzaron a explorar incrementaron el reconocimiento territorial y los estudios geológicos del país, dando lugar a numerosos trabajos científicos. Entre los más valorados por los geólogos mexicanos se puede mencionar el
Los expedicionarios de la
Sobre los volcanes, Auguste Dollfus y Eugène de Montserrat firmaron un estudio sobre el Nevado de Toluca y construyeron los cortes geológicos y el plano del cráter, mismo que acompañaron con un croquis geológico y topográfico de los alrededores de Toluca; y también fueron coautores de un trabajo sobre el Volcán de Colima. En colaboración con P. Pavie, ambos autores efectuaron el estudio del Popocatépetl y trazaron el corte geológico de la cima (
La región que exploraron incluye los estados de México, Puebla y Veracruz, desde donde se desplazaron al sureste para la expedición a Centroamérica. De acuerdo con las instrucciones de Sainte-Claire, tuvieron el cuidado de anotar minuciosamente sus observaciones y trazar los cortes de sus travesías. De ahí resultaron artículos sobre el trayecto de Veracruz a México, del que trazaron un corte que «sigue el desarrollo de la línea quebrada que pasa por México, Puebla, Orizaba y Veracruz» (
Respecto a los distritos mineros, Dollfus y Monserrat publicaron un estudio sobre el de Sultepec, que contiene tres apartados. El primero se dedica a la geografía física (montañas, hidrografía y clima); en el segundo, titulado «Geología», se ocupa de la identificación de las formaciones geológicas, volcanes, aguas minerales «y emanaciones gaseosas». Y bajo la rúbrica de «Mineralogía y fábricas metalúrgicas», el último se refiere a los filones metalíferos y las haciendas de beneficio. El trabajo incluye 3 cortes geológicos de los derroteros de la expedición (
El mineralogista Guillemin Tarayre, por su parte exploró el noroeste de México (Baja California y Sonora) y después de la caída del Imperio, parece haberse desplazado hacia los Estados Unidos, para integrar aquella región con los estudios geológicos y mineralógicos de la Alta California y Nevada. Entretanto, viajó a Sinaloa, Chihuahua, Durango, Zacatecas, San Luis Potosí, Guanajuato, Jalisco, Hidalgo y México.
Fue el más prolífico de los expedicionarios, ya que entre los reportes que envió al Instituto de Francia —que se publicaron en los
En 1870 publicó un libro sobre «La producción de metales preciosos en la América Septentrional», que completa con el mapa de «las dos Californias, Nevada y los territorios circunvecinos» y los cortes geológicos de California y Nevada, así como el de Baja California. Contiene asimismo, un perfil geológico del país entre los dos océanos», que trazó durante su travesía de San Blas a Veracruz.
En todos los casos, Guillemin tuvo el cuidado de proporcionar una visión de conjunto que no dejó fuera los datos históricos ni las descripciones del paisaje y los pobladores. Pero además, proporcionó información paleontológica, arqueológica y etnográfica de zonas que habían permanecido en el olvido —Casas Grandes, por ejemplo. Todo ello complementado con las indispensables estadísticas económicas de las minas y de la región circundante (véase
Los estudios geológicos de los Archives... se completan con los trabajos de otros estudiosos como Laur, al que me referí anteriormente
En total, los trabajos de la
A la productividad bibliográfica habría que añadir las colecciones y especímenes que fueron a dar a París para enriquecer el patrimonio cultural de Francia. Tal vez el mejor indicador del volumen que acopiaron, fue el traslado del meteorito de Charcas —de 780 kg— que condujo Bazaine hasta el Museo de París. Una metáfora material de las transferencias científicas y culturales que se verificaron durante el malogrado imperio.
Esta investigación es parte del proyecto PAPIIT núm. IN 301113-RN 301113: “La Geografía y las ciencias naturales en algunas ciudades y regiones mexicanas, 1787-1940”. Responsable Dra. Luz Fernanda Azuela, Instituto de Geografía-UNAM.
Friedrich von Gerolt nació en Linz, cerca del Rhin (c. 1800). Estudió en el Politécnico de París y luego defendió su patria en la guerra franco-prusiana. Emigró a Inglaterra (1824) y se incorporó a la CAAM. Fue consejero de la Cía. inglesa de Real del Monte. Regresó a Alemania en 1836, pero volvió a México un año después como Cónsul Plenipotenciario de Prusia, puesto en el que permaneció hasta 1846, cuando partió con el mismo cargo a los Estados Unidos. (
El territorio del estado de México comprendía entonces partes de los estados de México, Guerrero, Hidalgo, Tlaxcala y Morelos.
Estos sitios aparecen reiteradamente en la literatura de viajes debido a la influencia de Humboldt, quien no sólo los describió maravillado, sino que enfatizó la importancia de efectuar otras investigaciones. De Santa María Regla realizó incluso dibujos, que otros repitieron después con la misma perspectiva. (Burkart,
Otro viajero que contribuyó al estudio de la geología mexicana fue el geógrafo y naturalista belga Henri Galeotti (Azuela,
El
En 1853 el
Sobre los pormenores de la expedición véase Torres,
Durante su gestión, el ingeniero geógrafo Francisco Díaz Covarrubias propuso la creación de un
El
El decreto indica que el Ministerio de Instrucción Pública de Francia supervisaría la organización de los trabajos. (
La carta, fechada el 8 de febrero de 1864, está firmada por el Ministro de Instrucción Pública Victor Duruy (1811-1894), historiador y reformador de la enseñanza francesa (
El naturalista Milne Edwards fue director del Museo de Historia Natural y autor de las
Decaisne era miembro de
Quatrefages, miembro de
Sainte-Claire Deville, miembro de
Larrey, profesor de
Las siguientes citas están tomadas del mismo texto (pp. 37-48) por lo que omitiré la referencia.
Curiosamente, durante el Imperio se reeditaron en Nueva York los trabajos geológico-cartográficos de Berghes y von Gerolt, que se publicaran en Alemania en 1827. Fue el barón Friedrich von Egloffstein, quien se dio a la tarea de darlas a la imprenta, a través de la casa editorial Appleton y Cía. (Nueva York, 1864). Con ello, comenta de Cserna, fueron más fácilmente accesibles “al público interesado en este lado del Atlántico” (De Cserna,
Aquí el especialista se refiere a la riqueza del territorio tanto para la explotación de las minas como para el adelanto de la investigación geológica.
Para las minas hubo además un instructivo específico en el que se encareció la necesidad de formar una carta de las minas del país.
Esta obra, dice Aguilar, se convirtió en uno de los trabajos más importantes de su tiempo (Aguilar, 1898, pp. 133-134).
Este viaje se publicó en las memorias de la
Guillemin envió un total de 6 trabajos, el último fue el “Rapport à son Exc. M. Le Ministre de l’Instruction Publique sur l’exploration minéralogique des régions mexicaines”, reeditado como “Exploration minéralogique des Régions Mexicaines suivie des Notes Archéologiques et Étnographiques” (
Entre muchos otros están los estudios geológicos de la frontera norte de Jules Marcou (
Sainte-Claire firmó 6 trabajos relativos a los reportes de los exploradores y Combes, publicó 3 (