La pregunta de quién fue el cirujano sevillano Pedro López de León y qué significó el manual de medicina y cirugía que escribió en Cartagena de Indias a comienzos del siglo XVII, es el objetivo central que persigue nuestro trabajo. A través de la reconstrucción de su vida, de las reflexiones en torno a su obra y de un análisis de los referentes bibliográficos que usó, resaltaremos la notoriedad trasatlántica que alcanzó en el esfuerzo por desarrollar el conocimiento científico de la medicina moderna en un puerto central del Caribe en el comercio Atlántico en la edad Moderna.
The focus of this work is surgeon Pedro López de León and the contribution of his manual of medicine and surgery, which he wrote in Cartagena de Indias in the early seventeenth century. Through the reconstruction of his life, and the analysis of his work and bibliographical references, we highlight the transatlantic notoriety of the effort to develop the scientific knowledge of modern medicine in a central port of the Caribbean in the Atlantic Trade.
La expedición botánica, impulsada por el científico andaluz Celestino Mutis, ha sido considerada por la historiografía iberoamericana la máxima empresa científica del periodo colonial, tal vez porque su contribución fue al tiempo educativa y científica. (
Con Celestino Mutis se formaron Francisco José de Caldas, que estimuló la física y las ciencias naturales en la Nueva Granada; Eloy Valenzuela, Francisco Antonio Zea; quien fuera director del Jardín Botánico de Madrid, José Tadeo Lozano, zoólogo, botánico y pedagogo; el pintor Salvador Rizo; y José Ignacio de Pombo, promotor de la ciencia en el caribe neogranadino; (
Sin desconocer las razones que asisten a los impulsores de este enfoque dominante, aplicado incluso al estudio de los avances médicos, cuya modernización se asocia al reformismo borbónico y la acción de Mutis y Miguel de Isla como impulsores ideológicos de la renovación de la medicina (
Como sostiene el historiador López Piñero, la medicina en este período ocupaba desde luego un lugar especial. De un lado, disponía de la tradición histórica más sólida, y de otro, constituyó un área que alcanzó autonomía social por su enorme importancia en el conjunto de la actividad científica de la época. Este campo del conocimiento, sin entrar en lo complejo de su estructura, tuvo múltiples relaciones con áreas teóricas como la historia, la filosofía natural y la cosmografía e incluso con la geografía y las matemáticas. (
El control eclesiástico de las producciones intelectuales no solo alejó a España y sus dominios del punto de partida de la revolución científica europea, sino que detuvo el avance experimentado durante el siglo XVI y la rica fase post renacentista en los países mediterráneos Lain Entralgo, 1972). Esto implica que sus saberes médicos y quirúrgicos se caracterizaban por dos grandes tendencias paradigmáticas: el escolasticismo arabizado bajomedieval y un emergente humanismo científico renacentista, opciones metodológicas que rivalizaban en la concepción del organismo humano saludable y los saberes acerca de la enfermedad y la intervención manual sobre el cuerpo. Estas dos tendencias, ligadas al papel progresivo de los árabes en el mediterráneo, contribuyeron a difundir los avances y hallazgos de médicos cirujanos italianos y franceses, entre ellos los del cirujano militar Ambrose Paré inspirador del cirujano Pedro López de León.
Del trabajo de López Piñero se desprende que, si bien gradualmente la cirugía buscaba una aproximación teórica a la medicina, en general, no se pudo evitar el colapso de la ciencia, y la medicina no fue una excepción (
Centrándonos en lo anterior, nuestro trabajo pretende modestamente proponer la idea de que la Ilustración no fue el único momento de producción del conocimiento científico en el Nuevo Reino de Granada. Durante los siglos XVI y XVII, fundamentalmente en los puertos y ciudades conectadas al sistema de la economía mundo, se produjo un vital desarrollo del conocimiento científico y técnico. Los centros neurálgicos del poder político y comercial dan cuenta de ello durante el último tercio del siglo XVI y el interesante siglo XVII, sobre todo en lo que respecta a Lima, México, Veracruz y Cartagena de Indias, donde siempre estuvo presente la imperiosa necesidad de la realidad y se vivía un vigoroso combate entre la tradición y la innovación
A finales del siglo XVI, muchas fueron las dificultades para los avances de pensamiento científico en el Nuevo Reino de Granada. La sociedad y la cultura se vieron condicionadas por las políticas emanadas de la Contrarreforma. El rey Felipe II desplegó en Europa, África, y Asia un represivo proceso de evangelización que propició en la mayoría de sus extensos reinos, un estancamiento social. (
Como argumenta el historiador de la medicina Sotomayor Tribín la isla ecológica de la América prehispánica recibió el impacto de las invasiones trasatlánticas. (
La Carrera de Indias fue un experimento que formalizó las relaciones comerciales trasatlánticas entrelazando entre si varios continentes, lo cual facilitó que las epidemias se expandieran con rapidez. Las flotas de galeones, las naos de esclavos y otras mercancías facilitaron su aparición. La malnutrición, la falta de higiene y las picaduras de insectos hicieron el resto golpeando a la población portuaria y, sobre todo, a las tripulaciones. Desde 1541, cuando se estableció el monopolio comercial, Cartagena de Indias quedó como puerto único de escala hacia el virreinato del Perú y desde entonces empezó a recibir flotas de armadas y galeones periódicamente, volviéndose así propensa a este riesgo.
Escasos historiadores conceden a Cartagena de Indias importancia desde el punto de vista científico y cultural en el siglo XVI y XVII, como si se entendiera que todas las condiciones sociales dadas parecían vedadas a las prácticas de los saberes modernos. Sin embargo, no tienen en cuenta que desde finales siglo XVI y hasta la primera mitad del siglo XVII, ejerció como el puerto más importante del imperio en el Caribe y, por ende, como un centro de gestión comercial trasatlántica, avanzada financieramente (
Entendemos válido y pertinente hacer el esfuerzo en esa dirección. A finales del siglo XVI, en la ciudad puerto se escribieron dos tratados de medicina. El primero, más conocido y objeto de atención incluso por el nobel Gabriel García Márquez,
El segundo, en el que centramos nuestra atención, escrito por el
La propuesta de López, que seguía a su maestro Agüero, apostaba por la técnica de la vía particular o secante, innovación que acogieron ambos cirujanos sevillanos en el Hospital del Cardenal de Sevilla. Esta opción tuvo dos fuertes contradictores: el cirujano de la Universidad de Alcalá Juan de Fragoso y Dionisio Daza Chacón cirujano de Felipe II. Ambos se desmarcaban de la propuesta de desecar las heridas y cerrarlas mediante puntos y apostaban por la vía común que privilegiaba el
El conocimiento de la existencia de la obra y la escasa atención prestada a su autor, sobre todo en Colombia, nos motivó a revisarla para entender su significado y comprobar que se trató de un intento de construir conocimiento científico con base en un escenario de urgencia y necesidad de vida como lo fueron los puertos, donde la vida era el comercio y este jamás debía detenerse.
A mitad del siglo XVI, los corsarios europeos atacaban las rutas comerciales y los puertos españoles en toda la cuenca del Caribe, acciones mantenidas gracias a una red de refugios y puntos de abastecimiento en pequeñas islas, y, sobre todo, en las inabarcables costas continentales. La Carrera de Indias atrajo a los enemigos del imperio y con ello el peligro al creciente número de barcos provenientes de España. Ello obligó a instaurar un sistema convoyar de flotas. (
La consolidación de una economía minero-extractiva en la América española provocó un aumento de la producción de metales preciosos -plata y en menor medida oro- y ello tuvo efecto en el comercio trasatlántico y el número de barcos que componían las flotas. En 1564, las flotas se dividieron en dos: una, la de Nueva España, con destino las ferias de Veracruz y otra, hacía Cartagena de Indias y las ferias del Istmo, llamada la flota de Tierra Firme.
Durante la segunda mitad del XVI hubo un incremento en la actividad portuaria que sustituyó a Santo Domingo como lugar central del comercio con España por el complejo portuario Cartagena-Portobelo, convertido en el eje articulador del espacio regional del Caribe como lo demuestran las cifras del comercio. (
La fragilidad de los fondeaderos del Istmo y la precariedad de condiciones para albergar un puerto funcional benefició a Cartagena de Indias. El desarrollo de este complejo portuario hubiera sido impensable sin esta; fue guardiana y defensora de la ruta de la plata y sus ferias. En realidad, como expresó Chaunu, fue un puerto levantado para la escala, un puerto de guerra.
Como puerto central de las rutas oceánicas ejerció funciones de control fiscal, administrativo y militar, con el consiguiente crecimiento de un mercado local que le proporcionó liderazgo económico a comienzos del siglo XVII. La función geoestratégica y comercial generó un ambiente social que acogió una abundante población extranjera, llegando este colectivo a participar de manera determinante en todos los ámbitos de la sociedad y de manera especial en su contratación. (
El Obispo Juan de Ladrada lo expresaba en una carta del 22 de junio de 1599:
El haber hecho esta ciudad tan grande y populosa, y haberse avecindado en ella tanto forastero, ha sido lo principal las galeras, porque se gastan muchos mantenimientos y con lo que se gasta y consume en ella de situado cada año, se hacen ricos muchos hombres; y esto no disminuye la hacienda real si no que la acrecienta, pues crecen los derechos reales creciendo el comercio. (
Gracias al desarrollo del comercio a larga distancia, como puerto de armadas y flota primero y luego como puerto único negrero entre 1580 y 1640, se transformó en una ciudad de servicios. Los gobernadores responsables de la ciudad tenían contraída la obligación de defender y abastecer el puerto en lo relativo al buen funcionamiento del comercio como centro de reabastecimiento del servicio de comunicaciones con la metrópoli. Fray Antonio de Hervía en 1589 decía “Que proveer esta tierra a tan grandes flotas, galeras, soldados, y mantenerse así, no es pequeño negocio” (
El cirujano Pedro López de León fue partícipe activo de los debates que se adelantaron en su tiempo frente a la Medicina y la Cirugía, y que conciernen en la vía particular, y vía Común. No tenemos mucha información de los primeros años de su vida, aunque sabemos que nació en Sevilla a mediados del siglo XVI y que, siendo estudiante de la Universidad, practicó la cirugía con el médico Bartolomé Hidalgo de Agüero de quien aprendió el sentido clínico, la destreza quirúrgica y el método de la
En este puerto caribeño vivió los mejores años de su vida profesional y dio continuidad a los presupuestos de su maestro, enriqueciendo su legado con la experticia adquirida por casi 30 años, la mitad de su vida, mientras ejercía la medicina en un puerto central de la Carrera de Indias, tiempo en el que escribió
Como afirma Hugo Sotomayor, la obra de López de León, al igual que la de su mordaz antecesor y también contemporáneo en Cartagena, el médico Méndez Nieto, contrasta con la ausencia de una similar escrita en cualquier otro lugar de la Nueva Granada durante los dos primeros siglos de la colonia (
Pedro López de León fue heredero no solo del legado teórico de Hidalgo, sino de un dispositivo técnico que le brindó la pericia manual y experimentación de sus teorías, practicadas frente a un mosaico de razas y enfermedades en un puerto caribeño sin imaginarnos la sociedad que dejó atrás en la Península ibérica. Ello deja entrever la trascendencia de una obra que lo elevó a figura principal de la cirugía durante el claro oscuro del barroco.
Publicó su obra en medio de una época difícil para el estímulo científico, pues la Corona, en su afán por aplicar la Contrarreforma en todos los rincones del imperio, llevó hasta el extremo el papel mesiánico de la Evangelización del nuevo Mundo que cedió a la Inquisición. Dicha obra representa para el siglo XVII español la prolongación del legado de la cirugía renacentista de vanguardia (
Vivió y ejerció la profesión en Cartagena de Indias, aunque el ejercicio de su destreza lo llevó a otros puertos, como al de Santa Marta. Fue uno de los autores más leídos en la península en el siglo XVII y su prestigio atravesó fronteras, haciéndose conocido en distintas regiones de Europa, y sus tesis perduraron hasta el cambio de paradigma de la cirugía producido en el siglo XVIII. Por esta razón, los historiadores de la medicina López Piñero y García Ballester lo consideran el más importante cirujano español del XVII, puesto que prolongó el legado de Hidalgo de Agüero y en medio de las sombrías y confusas circunstancias, representó el límite superior de la cirugía española de entonces.
Cartagena de Indias, equiparada entonces a los avances europeos, fue un centro que brindaba los avances de la cirugía moderna en Tierra Firme y el Nuevo Reino gracias a López de León. Por otra parte, las circunstancias propias de la ciudad, volcada hacia el exterior y con una población flotante de gentes de todas las razas y confines, hacían propicia la coyuntura para ser un verdadero centro de experimentación y confrontación de sus teorías, puesto que el
Lo explica en su libro de la siguiente forma:
“En el hospital de Cartagena de las Indias se curan de bubas cada año, quinientos enfermos o poco más o menos y a que curo en él 23 años...en las ocasiones que se ofrecen de Flota y Armadas que a éste puerto vienen...suele haber ciento cincuenta y doscientos enfermos, y como aquí acuden tantos baxeles de Guinea y otras partes, siempre está el hospital lleno : demás que de Panamá y Puerto Belo vienen a este hospital y assi mismo de Santa Fe y de todo el Nuevo Reyno, y assi mismo vienen de Santa Marta, Río de la Hacha, Caracas, Margarita y de todas las Islas de Barlovento a fama de las grandes y estupendas curas que en este Hospital se hacen de todas las enfermedades.” (López de León, 1628)
Pedro López de León vivió en un tiempo de control, no sólo de la lectura de libros extranjeros, sino principalmente de autores españoles que debían pasar la censura eclesiástica. Esta expurgaba los contenidos de acuerdo a la doctrina católica: el doctor Román, quien tuvo a su cuidado la lectura del tratado de López de León por comisión del Vicario de la Villa de Madrid, comentaba así el contenido del libro en la introducción:
Aviendo se me cometido por el señor Vicario de la villa de Madrid, el examen de la obra del licenciado Pedro López de León, Medico y ciruxano vezino de la ciudad de Cartaxena de las Indias, que trata de la Teórica y Práctica de las apostemas en general y en particular de las Questiones prácticas de cirugía y de las heridas y llagas y aviéndole visto con particular diligencia: Hallo ser la doctrina no solamente sana y muy catholica a más de la grave y provechosa que se aya escrito en mi lengua española, y que muestra el autor aver trabajado y visto muchos autores griegos y modernos que tratan de cirugía y porque esto me parece, lo firmo en mi nombre
La obra usa un método lógico formal que, aunque fundamentado en principio en los criterios de autoridad de Aristóteles, no permanece sólo en el ámbito deductivo heredero de la escolástica, sino que promueve la inducción como elemento que sustenta verdades generales. Propone una dialéctica Teoría-Práctica-Teoría que se asemeja al clásico método científico positivista. El libro, conforme a su tiempo, está concebido con una parte general y una particular que se traduce en una síntesis de reglas generales al final.
A continuación, usaremos las citas bibliográficas que aparecen en la obra para acercarnos a las lecturas que utilizó para elaborar el libro y con ello ver la información médica que usó durante el ejercicio de su profesión.
Tras analizar los datos podemos sostener que su contenido prolonga los hallazgos de la medicina renovadora del Renacimiento, aunque es evidente el sesgo del legado greco árabe: En síntesis, la obra es resultado de la larga tradición mediterránea en los inicios de la primera modernidad de la ciencia. Estudiando las citas bibliográficas del libro como referente principal aparece Galeno (27.02%), a continuación, se destaca Avicena (10.4%) pero no se puede soslayar el uso que hace del Corpus Hipocrático (10.35 %). Sobresale la presencia innovadora del discurso quirúrgico español e italiano de la época: de la Península Ibérica cita cirujanos de la renovación como Fragoso, Dionisio Daza, Alcázar, Falcón y Juan Calvo (10.12 %) sin olvidar a Bartolomé Hidalgo de Agüero. Usa referentes de la Universidad de Alcalá, como Vega y Luis de Lemos. Italianos y franceses como Ambrosio Paré, Bartolomé Maggio, Giovanni Da Vigo, Dino de Florencia, Antonio Musa Brassavola, Gianbattista Theodosio, Valleriolla, Nicolao Massa, Andrés Mattiolli y Gianbattista Montagnana, que suman el 6.85% de las referencias. Otros autores árabes mencionados son Rhazes, Avenzoar, Alfarabio, Mesué y Ali Abbas, entre los que destaca el cirujano hispano Abulcasis. (5.68%).
Cita clásicos latinos y griegos. Encontramos dentro de los primeros, a Dioscórides y Cornelio Celso (5.29 %), entre los bizantino-alejandrinos aparecen Aecio, Oribasio y Alejandro de Tralles y en especial Pablo de Egina (9.19%), cuyos textos quirúrgicos todavía tenían audiencia y reputación. Presenta autores redescubiertos en el Renacimiento, tales como Herófilo, Erasístrato y Eudemo (1.55%), que acompañan a Aristóteles y a Platón, quienes brindan el marco de la lógica y la reflexión filosófica (1.4%).
Los clásicos tienen una presencia cercana a la de los de su tiempo y lo inscriben, a pesar de su acento técnico
Entre los soportes más fuertes en lo concerniente a la cirugía, están las escuelas de Paris y Montpellier presentes con Guy de Chauliac, tras del cual encontramos la sombra de Guillermo de Saliceto, Hugo y Teodorico de Lucca y la tradición de la cirugía medieval vinculada a Bolonia, a la cual se pueden sumar Lanfranchi y en alguna medida, Arnau de Vilanova representados en el 6.69% de las citas, que sumados al 1,24 % que representan Valesco de Taranta, Pietro D’Abano, Gentile da Foligno, Rogerio y Gilles de Corbeil, denotan una línea relevante.
Muestra en su obra una absoluta claridad acerca de los caminos que transitaban la anatomía vesaliana y posvesaliana. Aunque se deja seducir a veces por la tendencia de la época, donde predominaba el autor de La Fábrica de Vesalio, no desconoce la gran obra crítica del español Valverde de Amusco, puesto que los cita en conjunto con Renaldo Colombo y Silvio Jacobus, también rivales de Vesalio e inspiradores del primero. En todo caso, usa con asiduidad a estos anatomistas a los que suma, en un sentido más general, a los francesesTagault y Houllier que suman en total el 2.95% de las citaciones bibliográficas.
Otros autores, como Antonio Calmetheo, Michelangelo Blondo, el propio Laguna y Mattioli influyen en lo médico y lo farmacéutico. También encontramos a Antonio Musa Brassavola, Juan Andrés de la Cruz y Luis Lemos que representan un porcentaje que llega al 1.16%. Por último, se referencian autores de otras épocas como Sorano, Mariano Santo, Leonitello, Bruno… etc.
En resumen, a lo largo del tratado se referencian casi medio centenar de autores de primera línea, lo cual evidencia que Pedro López de León era un profesional actualizado de su tiempo. Con seguridad, su biblioteca médica debió estar en Cartagena, como sabemos de su propia versión que también estaba la de Juan Méndez Nieto.
Desde el punto de vista de la literatura humanista, se aprecia un manejo probable de las traducciones de Francisco Valles (1577), o incluso los trabajos de Pedro Jaime Esteve (1551) sobre el texto de las Epidemias de Hipócrates, o los trabajos de Laguna sobre Dioscórides.
Apoyado en su nutrida biblioteca, López de León reclamaba un espacio inédito para el ejercicio de la cirugía y así desalojar a barberos y albéitares, que actuaban empíricamente sin formación académica. En este sentido, los médicos y cirujanos como Pedro López de León empezaron a transitar un nuevo camino en una ruptura categórica con el pasado. No obstante, hay que resaltar su propósito de ampliar el auditorio a los llamados cirujanos romancistas, personal autodidacta que no tenía oportunidad de asistir a la academia ni poseía conocimientos de latín o griego pero que requería complementar su formación. Para ellos también escribían los científicos de entonces, en lengua romance, que fue la búsqueda de un nuevo soporte para la implantación de este nuevo discurso, que luchaba entre tradición y renovación.
La lectura, en lo relativo a lo técnico, permite detectar aspectos específicos vinculados con lo que él denomina
Como soporte de este discurrir técnico encontramos toda una base conceptual clásica, reformulada por los modernos a la cual añade su experiencia. El propio autor deja claros sus propósitos generales en el texto:
Sustentar la argumentación y la acción en criterios de autoridad teórica, esencialmente médica más que quirúrgica, en virtud de lo cual se acude a los clásicos rescatados por la renovación humanista para legitimar y actualizar el discurso.
Proporcionar definiciones positivas con un grado de elaboración científica que sitúe a la cirugía en un nuevo terreno, superando el empirismo que caracterizó su fase pre-sistemática.
Apoyar en elementos de la lógica formal el orden del discurso y la exposición pedagógica a su población objeto: los cirujanos romancistas.
Propiciar el debate con los cirujanos y médicos practicantes y con los entendidos en la teoría.
Son fácilmente distinguibles en el libro cuatro partes distintas y complementarias: Fase teórica, contenida en los tres primeros Libros. Fase Polémica, en la Segunda Parte “El Agregado de Cirugía”. ase técnica, que discurre de los Libros III, “De las Llagas Frescas,”; IV, “De las heridas del vientre y región del Abdomen”; V, “De las Ulceras”; VI, “De las Fracturas y Dislocaciones” y libro VII, “ Del morbo Gálico”. l antidotario
La referencia a la praxis se sustenta en el grado de importancia que concedía como factor de confrontación a la teoría. Sus ideas quedan claramente expuestas en el apartado que denomina
“La práctica es una obra que se acomoda con las reglas y leyes de la teórica”.
“La salud no se restituye con palabras sino con remedios tomados como conviene.”
“La ciencia sin la experiencia no acarrea mucha confianza de médico para paciente”.
Con referencia al oficio de médico, entendido como profesión moderna y distante de las posturas taumatúrgicas sostiene, “El oficio del buen médico, es sanar la enfermedad, o por lo menos reducirla a mejor estado o en aquel que la Naturaleza es capaz.” (López, 1692, p. 368) Los médicos que buscaban la aceptación y aprobación de las autoridades reales también se transparentan en este juicio: “El artífice que desea hacer alguna cosa grande y digna de alabanza, ha de obrar con mucha diligencia en el conocimiento del sujeto propio”. (López, 1692, p. 368)
Esta postura socrática no excluye la pedagogía del arte médico “El que no asistió muy de ordinario a las obras del arte y a las lecciones, de los Doctores, y que sólo por aver leydo mucho se vende por Cirujano noble, mucho se engaña y es desvergonçado.” (López, 1692, p. 368)
Es clara la complementariedad de la teoría y la práctica que exige López de León: “El que huviere acarreado para si el magisterio de la cirugía con dineros y no con el uso, jamás hará cosas que sean dignas de alabanza,” (López, 1692, p. 368) en síntesis el imperativo es: “Conviene que el cirujano sea ágil y que tenga industria y sea de muy buenas manos y que no se fíe en los libros.” (López, 1692, p. 368)
Queda evidenciado su actualización en la discusión médica de la época, en la cual prevalecía la lógica de la escolástica, o bien el pragmatismo de los empíricos. Por el contrario, se abría paso la academia como una reconceptualización radical de la cirugía, línea que representaba el sevillano. Deja clara su preocupación por la necesidad obligada de erradicar a los impostores, revela así mismo que los cirujanos empíricos y barberos empezaban a ser desplazados por médicos cirujanos, de los cuales él es una muestra.
Recomienda que los prácticos deben reconocer una necesaria jerarquización:
“…deviendo los cirujanos, boticarios y barberos reconocer a los señores médicos por superiores en la medicina y la cirugía y en elección de drogas y todo lo demás, que en cuanto a la teórica saben más en todas las facultades dichas que el cirujano ni el boticario si no es que el cirujano es médico y aunque lo sea siempre es inferior quanto al ejercer el arte, mayormente si el médico está graduado de doctor que tiene en la medicina mucho más autoridad como consta por sus títulos.” (López, 1692, p. 20)
Es evidente la preocupación por la situación que atravesaba el ejercicio del arte médico y farmacéutico en las Indias hacia donde se desplazaban una gran cantidad de aventureros y charlatanes. Es cierto que la Institución del Protomedicato arbitró mecanismos de control y legislación al respecto. No obstante, cuestiona la calidad de los Protomédicos de Tierra Firme como comprobamos en varias ocasiones a lo largo de su obra. Denunciaba a las autoridades locales que permitían el abuso y el desorden de personas ajenas al conocimiento médico profesional, tales como albéitares, barberos, falsos boticarios, mohanes y comadres, personajes abundantes en las inmediaciones del puerto. Por ello mantiene la posición de exigir títulos de médicos universitarios, lo cual consideraba crucial para la
Su reflexión y sumada a ella, las irónicas críticas de Méndez Nieto, les sitúan en la perspectiva de profesionales que quieren dignificar la actividad médica venida a menos con los excesos y ligerezas del proceso conquistador, para con ello afianzar instituciones de salud confiables.
Lo que diferenciaba a Pedro López de los llamados “médicos latinos” consistía en que éstos últimos acudían esencialmente a la teoría, pero se mantenían distantes de la práctica, manteniendo la separación entre trabajo manual e intelectual, tradición procedente de la antigüedad grecolatina.
Por el contrario, López de León y la escuela sevillana reconocían el valor de la “obra de mano” y con ello los médicos cirujanos empezaron a desarrollar un instrumental obligado para intervenir el cuerpo humano, consolidándose con ello el reconocimiento de la práctica. La tradición de Pedro López reconoció tres tipos de instrumentos técnicos para el ejercicio de la cirugía, algunos procedían de la medicina castrense y acompañaban a cirujanos militares destinados a las galeras. Utilizaba tres tipos de instrumentos:
Instrumentos ferrales para las intervenciones quirúrgicas.
Instrumentos de laboratorio para la práctica de preparaciones químicas curativas.
Instrumentos ortopédicos para las afecciones de los huesos: fracturas, dislocación, etc.
Este aspecto lo consideró tan importante, que la primera edición de su libro en 1628 anuncia la presentación gráfica del instrumental quirúrgico para sus lectores, especialmente para los cirujanos romancistas. Observemos la explicación que nos brinda:
“…he puesto dibuxados en las láminas al fin del libro a número 28 para los cirujanos romancistas, esta variedad de cauterios actuales, que los authores traen para diferentes partes de nuestro cuerpo, y unos sirven para las llagas podridas de las canillas y piernas, los quales son quadrados y triangulares. Otros hay como media caña, para las canillas y huesos de los bracos. “(López, 1692, p. 298)
Prosigue señalando otros tipos de cauterios que llama “datilares,” para el miembro viril y otras úlceras; otros incisorios llamados cuchillares para cortar y otros para abrir los abscesos de diferentes formas y tamaños; otros para abrir apostemas entre las costillas, en “la cavidad vital” y en el hígado, también para las hernias y de otros tipos. Diversos tipos de puntas, incluso algunas especiales para las mucosas y los ojos.
Sostiene con tono pedagógico, pero no sin firmeza, que el cirujano debe estar provisto de todos los instrumentos que puedan ser necesarios. Concluye estableciendo la diferencia con otros practicantes del arte: “y el cirujano que le faltan las herramientas que su arte manda, no le llaméis sino medio cirujano, que este nombre merece como el carpintero sin su hachuela”.
Si bien el manejo de los problemas ligados a la ortopedia, dislocaciones y fracturas óseas las expone en el Libro Sexto-De las fracturas y Luxaciones, es preocupación de la época clásica. Esto queda plasmado en el libro en la clasificación de utensilios que dibuja, explica y anexa al final. Para cerrar el libro, centró su atención en los Hornos y elementos de lo que llamaba la Iatroquímica
Para cerrar el presente trabajo de análisis y lectura del libro de Pedro López de León, queremos señalar algunas reflexiones para sugerir pensar la historia del siglo XVII de una manera más compleja en relación al compromiso de los profesionales con sus saberes y con la producción de conocimiento científico que, sin señalar cambios dramáticos en la evolución del conocimiento, hicieron sus aportes en el punto de partida de la ciencia moderna occidental.
Con nuestro modesto trabajo, hemos querido sostener que, a veces, este siglo se ha estudiado sin la profundidad necesaria, o más bien, se han hecho generalizaciones simplistas en torno a él. Esto ha ocasionado la omisión de cualquier desarrollo científico en general en Iberoamérica, y en particular en Colombia, en el tiempo de la configuración de las sociedades criollas, con el peligroso sesgo ideológico que excluye a nuestra historia del punto de partida de la revolución científica y de cualquier forma del desarrollo del conocimiento.
El libro de Pedro López, escrito en Cartagena de Indias, fue referente médico en todo el imperio
Por último, cerramos nuestras consideraciones con dos reflexiones más en torno al carácter científico y pedagógico de la obra. En primer lugar, cabe resaltar el Antidotario escrito en la parte final de la obra, que revela el ejercicio del conocimiento experimental con el uso innovador de plantas de ambos lados del Atlántico y las representaciones por medio de dibujos minuciosos de un laboratorio equipado con instrumentos de la época, que describe detalladamente en una relación de instrumentos
Esta investigación forma parte del Proyecto Connected Worlds: The Caribbean, Origin of Modern World”. This project has received funding from the European Union´s Horizon 2020 research and innovation programme under the Marie Sklodowska Curie grant agreement Nº 823846. Dirigido por Consuelo Naranjo Orovio desde el Instituto de Historia-CSIC.
La Inquisición se instaló en Cartagena de Indias en 1610.
Ejemplo de ello serían como resultado del diálogo de saberes entre los pueblos indígenas y los españoles, que dieron como resultado los códices Pomar en Perú y De la Cruz-Badiano, en Nueva España, publicados ambos afínales del siglo XVI.
Bartolomé Agüero
Deducimos de estos que los estudios y los doce primeros años de su carrera los desarrollo en Sevilla, pero la madurez profesional la alcanzó en Cartagena donde según nuestros cálculos vivió cerca de 30 años. En el libro aparece reiteradamente la frase
Pedro de Mercado,
Existen en total 5 ediciones del libro de Pedro López de León. El libro va a acompañado de la primera iconografía de instrumentos quirúrgicos en América.
Notas preliminares del libro.
Sobre el aspecto de la circulación de libros sugerimos el trabajo de Pedro Rueda, Las redes comerciales del libro en la colonia: peruleros y libreros en la Carrera de Indias 1580-1620, Anuario Estudios Americanos, 71, julio diciembre 2014, pp 447-478. Doi 10.3989/aeamer.2014.2.03
Reglas de cirugía: 368
Rama histórica de la ciencia que enlazaba la química y la medicina. Teniendo sus bases en la alquimia, la iatroquímica buscaba explicaciones químicas a los procesos patológicos y fisiológicos del cuerpo humano, y proporcionar tratamientos con sustancias químicas.