Partiendo de dos textos fundamentales del médico chileno Augusto Orrego Luco:
Based on two essential texts by Chilean doctor Augusto Orrego Luco –
La línea de pensamiento y de intervención social inaugurada en Chile por Benjamín Vicuña Mackenna (1831-1886) encontrará continuación y desarrollos precisos de la mano de otros intelectuales liberales. El higienismo urbano fue dando paso a un discurso que trasciende los espacios de la ciudad para ocuparse, de una manera más genérica, del gobierno de las poblaciones. La visión que las elites tienen, y pretenden transmitir, de las poblaciones populares adquiere, en muy buena medida, una fundamentación científica en la que el determinismo biológico desempeña un papel primordial y de cuyo análisis nos ocuparemos en las páginas que siguen tomando como objeto de nuestro estudio los aportes de una de las figuras más destacadas de la medicina chilena del cambio de siglo: Augusto Orrego Luco (1849-1933).
Si el abogado, político e historiador Vicuña Mackenna diseñó y ejecutó una tecno-utopía urbana en su calidad de Intendente de la ciudad de Santiago (
Merece la pena señalar que esta “oligarquía médica” puede identificarse en otros contextos. Probablemente la influencia de la medicina francesa, tan evidente en los médicos chilenos del siglo XIX
Volviendo a la figura de Augusto Orrego Luco, otros autores han matizado y profundizado en los conceptos que estamos manejando, al utilizar el término
De la amplia producción científica y literaria de Orrego Luco, dos textos resultan especialmente significativos para nuestro análisis. Por un lado,
Orrego Luco muestra su preocupación por lo que denomina la “raza vagabunda”. Los cambios del modelo productivo dieron lugar a la aparición de una población errante que se convierte en un fenómeno fundamental de la cuestión social:
Esa raza vagabunda es la expiación del régimen económico y social a que nuestras haciendas han estado sometidas, régimen que solo podía sostenerse mientras la dificultad de comunicación mantuviera separadas la población urbana y la rural y que naturalmente debía caer hecho pedazos el día que se estableciera una corriente entre las ciudades y los campos (
Se trata de sujetos no productivos y no siempre movilizables como fuerza de trabajo: los vagabundos, gentes “sin juramento de fidelidad”, sin ataduras, portadores de una libertad de movimientos que les sitúan al margen de la norma. La vida errante sin oficio y sin domicilio fijo implica una fisura más en la pretendida estabilidad de la sociedad burguesa, en el equilibro de la jerarquía social, y supone, en definitiva, una desviación social y un problema de orden público. Tras el fin del
Es sabido que desde Karl Marx y su
Pero, ¿quiénes son en realidad los vagabundos? Peligrosos depredadores que acechan en el borde del orden social, que viven del robo y amenaza la propiedad y la seguridad a la gente? Esta es la forma en que se presentan, y que justifica un tratamiento inusual: ellos han roto el pacto social -trabajo, familia, moralidad, religión- y son enemigos del orden público (
Desarraigo, transgresión y desorden confluyen en la figura del vagabundo, símbolo antiburgués tan atractivo como inquietante. Se hace necesario actuar sobre esa errancia no canalizada, mediante una codificación estricta de los desplazamientos. Determinadas instituciones reguladoras de entradas y salidas entran en juego: cárcel, reformatorio, manicomio,
En dicho proceso de patologización, algunos autores han llegado a afirmar que la medicina francesa de la segunda mitad del siglo XIX consideró de manera unánime que “todos los vagabundos eran enfermos mentales” (
Llama la atención que Orrego Luco, alienista de formación francesa e, incluso colaborador de Charcot, no aluda en ningún momento a relaciones entre nomadismo y locura. Resulta obvio que sus intereses son otros, ofreciendo un discurso más propio de un estadista y de un médico social que de un psiquiatra clínico.
El nomadismo, pues, rompe con el modelo económico, pero para nuestros objetivos, lo interesante es ver cómo es considerado como un mal endógeno objeto de la mirada médica. Para Orrego:
(…) desde hace cuarenta o cincuenta años principió a aparecer el peón forastero, esa masa nómade, sin familia, sin hogar propio, sin lazo social, que recorre las haciendas en busca de trabajo. Esa masa flotante no echa raíces en ninguna parte, no tiene nada que la ligue, y constituye la fuerza y la debilidad de Chile, su miseria adentro y su grandeza afuera (
Las causas del nomadismo tienen que ver, según Orrego, con cambios en el clima y en la alimentación de la población:
Esa masa enorme y peligrosa ha salido del rancho del inquilino, ha principiado á salir hace cuarenta o cincuenta años, precisamente en la misma fecha en que los efectos del cambio de clima se principiaron a sentir, en que en el desequilibrio entre la alimentación y las condiciones atmosféricas se principió a acentuar, en que también las precipitaciones se principiaron a ser fáciles, rompiendo las vías públicas que vivían las haciendas (
Las causas mesológicas y el determinismo ambiental
La importancia otorgada a la alimentación es fundamental, una alimentación propia de culturas asiáticas y mesoamericanas que el médico lamenta pues considera el origen de muchos males:
Bajo esa misma base se han levantado las sociedades antiguas, los grandes y dóciles imperios del Asia y América, desarrollándose sus castas a la sombra de los mismos principios económicos. Y con la misma razón que se ha dicho, que el arroz ha hecho la China, el ragi ha hecho a la India, el maíz a los grandes imperios de Méjico y los Incas, podemos decir que nuestro alimento va desarrollando todo un régimen social, de clases y castas, régimen de honda división que tiene como base el bajo precio del jornal (
Y será, precisamente, la alimentación vegetal la que explicaría, siempre según Orrego, la “notable fecundidad de nuestra raza” (
Se va constituyendo así una población subalterna que debe ser dirigida. Los nuevos asalariados o jornaleros pueden ser libres, deben salir de su condición de esclavo feudal agrario; pero, aunque en otro contexto, se sigue fundamentando una naturaleza inferior de estas razas, destinadas a seguir siendo mano de obra para el proyecto comercial e industrial que se avecina. Esta población “asiática”, si no se controla adecuadamente, pone en peligro el sistema económico.
No cabe duda de que la masa campesina errante que abunda por todas las fronteras de la nación, que emigra a otras naciones, supone un problema de distribución territorial. El médico Orrego Luco piensa que esa masa agraria poblará las ciudades, generando problemas sanitarios y políticos. Por lo tanto, introducirá en su análisis el lenguaje de la prevención y las estadísticas, sobre todo, en las que tienen que ver con la reproducción y la distribución de la población. Siendo estas causadas, mayoritariamente, por el alto índice de mujeres. Esta mayoría de mujeres, se explica, por la emigración de muchos trabajadores fuera del país:
Es decir que vive fuera de los pueblos una población casi cuatro veces mayor que la que encierran sus ciudades (…) Este es el primer rango que dibuja la diversidad de regiones, acentuada por otro hecho de gravísima importancia: la proporción en que se encuentran los dos sexos. (…) Si ese predominio femenino no es debido ni al mayor nacimiento de mujeres, ni a una mortalidad mayor entre los hombres, solo puede ser el resultado de una emigración que arrastra las fuerzas vivas del país (
La modernización ha provocado cambios materiales, que pueden traer consecuencias sociales. El desarrollo de los medios de comunicación, caminos urbanos, carreteras a centros económicos, que unen los centros agrarios y urbanos, hace que esta población nómade comience a transformarse en un posible habitante de las ciudades, lo que se convierte en un motivo de inquietud, un peligro que comienza a acechar a las elites. La ostentosidad que vive, puede convertirse en una atracción de aspiraciones para esta masa, que no tiene derechos económicos, ni políticos. Los (nuevos) bárbaros, como plantea Orrego Luco, pueden tener ambiciones que atenten contra el monopolio de la riqueza.
La facilidad de los transportes y sobre todo los establecimientos bancarios, ha hecho posible la construcción de habitaciones elegantes y suntuosas, y lleva a los campos casi todos los refinamientos de la vida urbana, presentando al inquilino un nuevo ideal, una nueva y deslumbradora aspiración. Esa brusca revelación de la riqueza ha debido lógica y necesariamente producir un sacudimiento moral muy semejante al que experimentaron los bárbaros al ver aparecer de una manera repentina los esplendorosos monumentos del imperio (
Es evidente la llamada a los sectores políticos, que todavía no se dan cuenta de la formación del proletariado, para unirse en la defensa social, para conservar la organización social a pesar de la modernización industrial:
No creemos necesario ahondar más aún en este problema, porque creemos haber bosquejado sus contornos con suficiente claridad para poder decir que estamos envueltos en una cuestión social amenazadora y peligrosa, que reclama la más seria atención del estadista (…) para poder decir que el proletariado se está constituyendo á nuestra vista, y que delante de nosotros se desorganiza la familia en los ranchos y se destruye el equilibrio de los sexos (
Por eso resulta urgente, en el sentir de Orrego, intervenir con medidas higiénicas y regulación social que terminen con el nomadismo. La labor no es fácil: “Ahora, si esa masa es una masa nómade, errante, que va de rancho en rancho, de aduar en aduar, ¿cómo se puede pensar seriamente en inspirarle hábitos de higiene y economía, en desarrollar su inteligencia y levantar su moral?” (
La forma de hacerlo no es otra que el disciplinamiento de esta población errante en torno a la industria, organizarla en torno al trabajo, incorporarla a una clase social: “Lo primero es fijar esa masa, aglomerarla alrededor de un trabajo organizado, hacerla entrar en las clases sociales, presentarle un núcleo de condensación, y ese núcleo es el trabajo fijo del establecimiento y de la industria” (
Pero para “fijar” a esa masa itinerante es preciso procurarle un ambiente adecuado. Conseguir una masa asalariada, saludable y productiva es uno de los objetivos básicos de la medicina social liberal (
En las condiciones de vida que atraviesa la masa de esas poblaciones está, pues, el secreto del peligroso mal que las invade, que debilita nuestra fuerza productora
Higiene y moralización de las clases populares serán elementos indispensables para la mejora de las condiciones de vida y, sobre todo, para la nueva forma de organización social que se pretende:
Material y moralmente la atmósfera del rancho es una atmósfera malsana y disolvente, y que no solamente presenta al estadista el problema de la mortalidad de los párvulos, sino también el problema más grave todavía de la constitución del estado civil, de la organización fundamental de la familia; problema formidable en que hasta ahora no se ha fijado la atención y que esta llamado a hacer una peligrosa aparición en un término acaso no lejano (
Esta organización social tiene elementos biopolíticos nada desdeñables: matrimonios y parentescos, vinculación sanguínea claramente definida, formando vínculos familiares y territoriales que lo identifiquen con el sedentarismo, abandonando la circulación como gañanes y su reproducción de “huacherío” (huérfanos o expósitos) sin vínculo social. El mero higienismo queda completado por un depurado discurso político sanitario que se elabora en pleno proceso de reforma urbana y de discusión sobre cómo enfrentar la cuestión social y el control de la población. El Estado liberal debe intervenir.
Economía e higiene aparecen como los elementos de una alternativa política que debería sacar al proletariado de su inferioridad, dejando atrás los vicios que lo condenaban a ser una masa etnológicamente primitiva:
Una masa aguijoneada por las implacables exigencias de la vida no puede consagrarse á su mejoramiento intelectual, no puede pensar en economías ni higiene, está condenada á vegetar en el trabajo y á que los vicios materiales devoren (
Pero lo más importante es que este programa no podrá cumplir su objetivo de intervención, si no se articula un Estado de control. La doctrina del
Desde luego, en presencia de esa amenazadora y grave situación, la doctrina de la indiferencia impasible, del laissez aller, laissez faire, está juzgada de una manera inexorable. Al amparo de esa doctrina imprevisora se ha desarrollado precisamente la situación que deploramos, y que de una manera natural se agravaría si permitiéramos que continúe desenvolviendo sus efectos.
Necesitamos, pues, intervenir para ayudar con mano vigorosa el establecimiento de nuevas condiciones económicas y nuevas condiciones morales, que nos saquen de la atmosfera en que las bajas capas sociales ahora se sienten asfixiadas (
El programa higienista no solamente quiere acabar con las malas condiciones sanitarias del bajo pueblo, sino también con la peligrosidad que implica su descontento social. Los criminales agrarios pueden emigrar a la ciudad y convertirse en la concretización del temor de la elite, atentando contra sus intereses de organización y de sistema económico. Un diseño, que no termine en una coerción vehemente por parte del Estado, sino que ofrezca soluciones sin recurrir a las viejas formas de autoridad y soberanía de la muerte:
Si a esto se añade una aplicación más seria de los principios de la higiene, el establecimiento de la vacunación obligatoria, un servicio hospitalario para la asistencia de los párvulos y una organización menos estrecha de la caridad social, se tendrán en su conjunto las medidas primordiales que reclama de los hombres de Estado este problema que más adelante puede exigir soluciones de un carácter áspero y violento (
Así pues, el programa higienista no solamente resuelve los problemas sanitarios y garantiza la reproducción de la fuerza de trabajo. También previene la violencia social que puede detonar en los sectores populares. Los reformadores como Vicuña Mackenna y Orrego Luco, planifican esta defensa de la ciudad y de la población, siendo el Estado el llamado a cumplir esta misión. La peligrosidad social de las poblaciones que emigran a la ciudad generan un temor político que hay que resolver, que hay que predecir. Los pobres pueden levantarse como criminales, como delincuentes (el salvaje de origen agrario) dispuestos a cobrar venganza (
Y la posibilidad de esas situaciones no puede ser una quimera para el que recuerda el estado social que atravesamos cuando estalló la guerra hace cinco años. Veíamos entonces que la cuestión social principiaba á hacer su sombría y tremenda aparición.
Las doctrinas mas disolventes flotaban en la atmósfera; los arrabales se presentaban á desafiar la fuerza pública en el corazón mismo de Santiago; partidas de bandoleros recorrían los campos; la policía estaba al acecho de incendiarios. Y aquella marea negra iba subiendo, haciéndose cada día más amenazadora y más audaz, y dejando entrever más claramente la perspectiva de esos trastornos sociales que no gobiernan las ideas sino las ferocidades salvajes del instinto (
Tal como había ocurrido en otras naciones -y como ocurre hoy día- el crimen y la inestabilidad social genera desconfianzas al capital:
Se había entrado en un círculo vicioso de que la desagraciada Irlanda, á pesar de tantos esfuerzos, parece no poder salir. El crimen crea la desconfianza, y la desconfianza, engendrando la miseria, provoca al crimen. El capital no viene á fecundar el suelo porque no hay seguridad, y la seguridad falta porque el capital falta. Era, pues, necesario aprovechar los momentos en que existía todavía la confianza, en que no había aparecido todavía el crimen agrario que dio origen al circulo vicioso de la Irlanda; ese momento en que unos solos pocos hombres previsores entreveían la cuestión social que se acercaba (…) Esa inseguridad de la tenencia es la base, como ya hemos dicho, de la cuestión irlandesa, y esa inseguridad de la tenencia también se presenta en nuestros campos. Allá produjo como primer efecto la emigración y el trabajador vagabundo - efectos que aquí también ha producido, - después los
Los gañanes criminales, la población vagabunda delictiva (bandoleros, salteadores rurales, cuatreros) es objetivo de las medidas de seguridad. Se trata de grupos que pueden arribar a la ciudad y que es preciso detener situando los muros que los contengan, bulevares, defensas. Para Vicuña Mackenna, la creación de una policía moderna es la solución, pero no deja de llamar la atención el papel de los propios sectores populares en la formación de los nuevos cuerpos de seguridad del Estado:
No tenemos la razón que nos place atribuirnos cada día para maldecir i desconocer una administración reciente i especial, gracias a la cual vivimos en mediana paz i confianza en medio del profundo desorden que trabaja las regiones inferiores del pueblo, en cuyo seno elegimos alternativamente nuestros esclavos y nuestros custodios (
Esclavos y custodios, trabajadores y policías, reprimidos y represores, todos procedentes de una misma clase social desfavorecida.
Sin embargo, para Orrego, la criminalidad, como más tarde veremos, se puede enfrentar con criterios científicos. La ciencia debe estar al servicio del Estado, pero para desempeñar tal misión se precisó investigación y tecnologías de medición que faciliten la información y el conocimiento necesario. Las estadísticas y los estudios de población de Quetelet (1796-1874); la degeneración de Morel (1809-1873), la criminología de Lombroso (1835-1909), etc., irán conformando el marco en el que construir una normativa biológica y social que identifique e integre a los aptos y excluya a los residuos sociales incapaces de incorporarse al modelo productivo.
La percepción de territorios inseguros, en los que debe conformarse una población acorde con el modelo productivo, comenzó a plantearse en los procesos de urbanización europea de fines del siglo XVIII, cuando la marginalidad urbana sufrió el “gran encierro”, en términos de Foucault, en hospitales generales, lazaretos, hospicios para pobres, lugares que mezclaban marginalidad urbana, prostitutas, venéreos, locos y anormales físicos (Peset, 1987). En Chile, es Manuel de Salas (1754-1841) -reformador social ilustrado de comienzos del siglo XIX- quién abre la discusión sobre la situación de la población marginal, proponiéndole al Imperio español, todavía vigente en la administración política, solucionar uno de los problemas geoestratégicos fundamentales que le preocupaba a la corona: revertir la situación de “despoblación” que vivía la región de Chile. Como plantea Vázquez García, las vacunaciones no eran solamente un tema de filantropía médica, el peligro de la extinción de súbditos e indígenas, terminaría con la burocracia y la tributación al imperio, y abría la posibilidad de ocupación de otras potencias europeas de las colonias españolas de ultramar (
La creación del primer hospicio para pobres planteado por Salas, pretendía cumplir el objetivo de mejoramiento sanitario con el fin de preservar el crecimiento de la población:
La pobreza extrema, la despoblación asombrosa, los vicios, la prostitución, la ignorancia y todos los males que son efecto necesario del abandono de tres siglos, hacen a este fértil y dilatado país la lúgubre habitación de cuatrocientas mil personas, de las que los dos tercios carecen de hogar, doctrina y ocupación segura, cuando podrían existir diez millones sobre más de diez mil leguas cuadradas de fácil cultivo (
La relación entre vida, economía y población es, pues, un tema que está muy presente en los ilustrados o incipientes liberales de la primera mitad del siglo XIX. La continuidad del debate sobre las condiciones de la población se vuelve central en la segunda mitad de la centuria, cuando el modelo de crecimiento necesita de una mano productiva. Orrego Luco aborda la cuestión, pero ya no es la despoblación del territorio lo que le preocupa sino la decadencia de la raza y el envejecimiento de la población. Su reflexión se centra entonces en la emigración y en la “fecundidad de la raza”, fenómenos que son identificados a través de las estadísticas, que le permiten cuantificar el problema y lamentar sus consecuencias:
No creemos que por ese camino se llegue a la despoblación del territorio, pero evidentemente estamos en presencia de un grave mal que por ahora obliga solamente a un número limitado de individuos al cruel abandono de la patria (
La emigración como mal social de progreso y la fecundidad descontrolada, traerían consigo mortalidad infantil, hacinamiento, subalimentación, poniendo en peligro el futuro de la nación. Hay que encontrar, por tanto, las causas de estos males que aquejan a la población. Las preguntas sobre la relación económica, las condiciones sociales y la “forma de vida”, irrumpen con fuerza en el discurso de Orrego:
¿Cuál es ese mal? ¿Dónde está la causa de esa corriente que emigra al exterior y de esa mortalidad que devora á nuestros párvulos? ¿Es la obra exclusiva de las condiciones económicas? ¿Es el resultado de dificultades sociales? (
Ordenar la población en un territorio, crear las tecnologías (estadísticas) sobre la vida de las poblaciones, obtener información de cómo gobernarlas para el modelo productivo, crear una verticalidad de conducción del Estado que controle a estas poblaciones atrapadas en un mundo pasado es el secreto que busca resolver Orrego Luco. Acabar con las limitaciones que condenan la vida de esta población especie, atajar la amenaza que, en un doble sentido, representan dicha población: La que limita la vida de esa masa productora, y posteriormente, la de la peligrosidad social que desafía a los gobiernos:
En las condiciones de vida que atraviesa la masa de esas poblaciones está, pues, el secreto del peligroso mal que las invade, que debilita nuestra fuerza productora y amenaza el desarrollo nacional (
Toda una tecnología (bio) estadística, médica y criminológica se va desarrollando con el fin de identificar carencias, pero también de intervenir, conducir y someter a la población:
Uno de los más hermosos triunfos de las investigaciones científicas del siglo es haber llegado á formular las grandes leyes que dominan el movimiento social, y haber conseguido poner de manifiesto que esas leyes están sujetas á condiciones materiales que la estadísticas puede formular (
La confianza absoluta en la ciencia y sus leyes, en la investigación y conformación de estándares de vida, de objetivación de los seres vivos, al modo de la historia natural y sus clasificaciones de las especies, constituye el marco de referencia. Las “leyes” estadísticas que motivan los “movimientos” de las poblaciones ofrecen una lectura sobre la voluntad de los individuos y permiten deducir, predecir y anunciar las conductas sociales. Una tecnología capaz de elaborar una “cartografía de la voluntad”, que mida para el Estado las variables del comportamiento humano. Un “control a distancia”, según la expresión de Yuri Carvajal (
Los actos individuales de mas caprichosas apariencias, que exigen un número mayor de circunstancias fortuitas para poderse producir y en que la voluntad del hombre parece dominar sin contrapeso,- están sujetos, sin embargo, á una regularidad que pone de relieve un factor extraño y superior a la simple voluntad del individuo (
El médico chileno cita los trabajos de Adolphe Quételet (1796-1874) al que considera el gran descubridor de las leyes sociales (
Todos sabemos que la criminalidad obedece á las fórmulas de una estadística casi absolutamente matemática, y que es posible decir de antemano no sólo cuál será la cifra de los crímenes que se van cometer el año próximo, sino hasta su forma y hasta el instrumento con que lo van a perpetrar (
Medir y cuantificar la vida, su proyección, su muerte, es la función médica a desarrollar, como una fisiología, o una física social, inspirada en la estadística de Quételet. Por eso el suicidio, la fecundidad, la alimentación, la emigración y los sexos, se ordenan, como factores que prolongan o limitan en el desarrollo de las poblaciones y determinan sus conductas:
El suicidio, que á primera vista es el acto que más difícilmente se puede sujetar á leyes regulares, las respeta sin embargo, y por más temerario que parezca, se puede decir: el año próximo tantos hombres y tantas mujeres se verán arrastradas por la desesperación á una muerte voluntaria, como se puede decir el número de hombres y mujeres que se van á unir en matrimonio (
La construcción de fenómenos demográficos o de población, a través de fórmulas estadísticas, van configurando un sujeto, un hombre estandarizado, que Quételet denominó “hombre medio”, concepto que surge en el marco de las sociedades con una alta densidad demográfica y que pretende “incluir” a la mayoría de la población “normalizada” y gobernada (
En 1843 se funda la primera oficina Nacional de estadísticas en Chile con el objetivo de organizar censos modernos de la población. A pesar de que ya se habían instaurado algunos en la época colonial, es a partir de la iniciativa del naturalista Claudio Gay (1800-1873), cuando se moderniza y funda como institución del Estado-nación. Desde ese momento se establecen cincos censos nacionales que reflejan la política de Estado, de una administración moderna sobre la población. Contabilizar la población chilena, homogeneizarla (étnica y culturalmente) en criterios descriptivos y de integración de territorios (territorios aislados en la zona austral y las nuevas zonas mineras y agrícolas integradas en la guerra del Pacífico y en la ocupación de la Araucanía) en un proceso expansivo que se produce a lo largo de todo el siglo XIX, son las aplicaciones centrales de la información obtenida (
El primer censo de 1843, que, a pesar de cambiar la visión colonialista de una población dividida en diferentes castas raciales, no cumple con los objetivos de entregar información para la administración política y económica de la nación. Sus metodologías arcaicas y su vinculación a la Iglesia, siguen arrastrando antiguas formas de conducir estas instituciones. No será hasta el censo de 1865, cuando se aplique la metodología de Quételet (
Esto es lo interesante de la doctrina poblacional de Quételet, su búsqueda estadística de un hombre medio con ciertas características físicas, morales e intelectuales, van conformando en palabras de Sandra Caponi, “una normalidad biológica y social” (
Ahora bien, las estadísticas sobre crímenes, suicidios, locura, etc., agrupados por Quételet, permiten obtener datos de la población que se desvía del estándar del “hombre medio”, por eso en los censos de población no solo se incorpora una mirada de identidad nacional, sino que se añaden la diferencia:
Por un lado, las categorías se amplían y se incorporan las sugerencias de los expertos extranjeros, que plantean lo importante de dejar explícito lo diferente, ya que eso constituye también las características generales de una población (
Así, se van incorporando varios ítems de información, a partir de las influencias del método de Quételet, incluyendo datos obligatorios para el empadronamiento: nombres y apellidos, sexo, jefe de familia, estado civil, profesión, culto, lengua, conocimiento de lectura y de escritura, origen de nacimiento y nacionalidad (
La propia estadística criminal, a partir del célebre belga Quételet, se valió de la construcción del concepto de hombre medio, una pretendida realidad que insensiblemente se convirtió en un ideal que, convenientemente manipulado, permitió considerar que el judío no era el hombre medio, que se apartaba de él, que no era ciudadano. En momentos en que produce un enorme revuelo la propuesta de un derecho penal del enemigo -y se pretende que hay humanos que no son personas- es revelador observar que la idea del hombre medio civilizado no sería más que un homúnculo surgido de la retorta de una alquimia criminológica, como instrumento útil para la fabricación de enemigos (
Esos enemigos, esas “no personas”, son los degenerados, los sujetos que se alejan de la media estadística del “hombre medio”, que se alejan de la norma prototípica y que, por tanto, son “anormales”. Como es sabido, lo anormal, lo periférico, sufrirá un proceso de medicalización y de patologización hasta el punto de que, como nos explicó George Canguilhen (1904-1995), la diferenciación no se hará entre lo normal y lo anormal, sino entre lo normal y lo patológico (
En 1895, año de la publicación de obras tan significativas como
Cuando comienza la segunda mitad del siglo XIX tienen lugar importantes cambios en el conocimiento de las ciencias biológicas. Alrededor de la publicación de
En su
El sombrío destino de la herencia morbosa, de la herencia degenerada, implica incurabilidad, muerte y miseria biológica y moral, en tanto que se tiende a relacionar con enfermedades sociales como la sífilis o el alcoholismo. El pesimismo antropológico que caracteriza la teoría de la degeneración, queda bien patente en el discurso de Orrego cuando se refiere a la mortalidad infantil y a la sífilis congénita:
Todos los días estamos viendo mujeres que, en medio de la juventud, se ven condenadas á la forma de esterilidad más deplorable: –á la serie de los hijos muertos por infección hereditaria. Tienen hijos que mueren antes de nacer, hijos que mueren apenas han nacido; hijos que atraviesan la primera infancia en medio de una serie de accidentes patológicos, que van á sucumbir más tarde bajo la acción implacable de una infección hereditaria, á sufrir durante el curso entero de su vida el peso abrumador de aquella herencia sifilítica (
La voluntad preventiva del médico no solo ante la amenaza venérea, sino ante la degeneración de la raza, le obliga a intentar intervenir, a través de la eugenesia y de la educación (y la propaganda), sobre una población potencialmente anormal:
Para que el niño viva, es necesario que la herencia no lo haya condenado á una muerte fatal é inevitable, es necesario que no muera antes de nacer. ¿No creéis, señores, que sería profundamente útil que vulgarizáramos con nuestros estudios el conocimiento de las leyes de la herencia, de las medidas necesarias para salvar a muchas madres de la enfermedad, á muchos hijos de la muerte, y á muchos padres de una desgracia que la vergüenza hace aún más amarga? (
Resulta evidente que junto a las visiones más pesimistas y nihilistas que el degeneracionismo propicia, aparece una voluntad higiénica, más esperanzadora, que hace “totalmente compatible” -como ha señalado Marcelo Sánchez recientemente- “la puericultura y su afán preventivo, con las visiones hereditaristas más radicales; lo que establece más bien una continuidad, antes que una ruptura, entre la visión optimista de la puericultura y el ambientalismo con la creencia de un sistema de herencia fatídico y cerrado al cambio” (
Especial interés tiene, en estas dinámicas preventivas, la preocupación de Orrego por las nodrizas:
Hay todavía otro punto á que sería tal vez oportuno llamar la atención pública. Sabéis, señores, que el niño sifilítico infecta á su nodriza y de ese hecho se deriva un nuevo peligro para la sociedad y un nuevo deber para nosotros.
Se ha buscado una mujer joven, fuerte, sana, para que sirva de nodriza de ese niño. Esa pobre mercenaria no sabe el peligro que corre; no sospecha, ni puede medir las consecuencias del servicio que va á desempeñar. Los padres de ese niño enfermo, tampoco miden la responsabilidad que ellos asumen (
La llamada lactancia mercenaria es, sin duda, un problema de salud pública que preocupa a higienistas y pediatras de todo el mundo a finales del siglo XIX (
Estamos, señores, en el deber de amparar á esa nodriza. No podemos hacernos la ilusión de que el resultado de nuestras discusiones pueda llegar á sus oídos, pero, en nombre de los deberes que la conmiseración humana nos impone, podemos crear una corriente de opinión que preste á esa mujer el amparo de la ley y podemos, sobre todo, despertar la conciencia social (
Con todo, y a pesar de voluntades higienistas e intentos reformadores, la amenaza de la degeneración termina relacionándose con la degradación y la inferioridad hereditaria del bajo pueblo:
Aquí encontramos una poderosa causa de mortalidad infantil; pero encontramos, sobre todo, el origen de afecciones que condenan á sus víctimas á una existencia más desesperante que la muerte misma, al idiotismo, á la demencia, á la perversión moral, á la neurosis que degradan al hombre, á tendencias criminales, que degradan á la especie (
La relación entre el alcoholismo y la heredointoxicación alcohólica, causas degenerativas de primer orden (
La influencia hereditaria del alcoholismo en la “embriología del crimen” es ya un hecho que no admite discusión. Á las vagas apreciaciones de épocas pasadas ha sucedido ahora una serie de trabajos documentados suficientes para formar un criterio irrecusable a este respecto (
Una “embriología del crimen” que da lugar a familias marginales, y degeneradas, que amenazan y contaminan una sociedad ordenada, pulcra y aséptica. El origen social de la criminalidad desaparece porque la biología lo invisibiliza, lo naturaliza:
Conoceis el célebre ejemplo, tantas veces citado, de la familia Yuke de Estados Unidos en que se contaron doscientos ladrones y asesinos, doscientos ochenta y ocho valetudinarios y noventa prostitutas, descendientes todos de un mismo tronco, el alcoholista Max, en el espacio de ciento quince años (
Orrego está haciendo alusión a la célebre familia Juke, sobre la que Richard Louis Dugdale (1841-1883) publicó en 1877
En todo caso, y como cabía esperar, cuando Orrego profundiza en su reflexión sobre el crimen y la criminalidad se muestra abiertamente lombrosiano:
Señores, sea cual fuere la manera como se aprecien las tentativas geniales de Lombroso, ellas han venido á establecer una serie de hechos que substancialmente modifican las hipótesis que servían de base á nuestras ideas sobre la criminalidad y la legislación penal.
En todo el mundo civilizado las doctrinas de Lombroso han tenido una profunda y viva resonancia, han modificado los procedimientos de la justicia criminal y modificado la organización del sistema carcelario (
Orrego Luco, insta a la Sociedad médica a incorporar esta nueva criminología, dejando atrás la punición, comprendiendo e incorporando las novedades científicas y tecnológicas. Frente a las viejas leyes, que es preciso modificar, una nueva ciencia se alza como garante de la defensa social:
Señores, ya es tiempo que á ese movimiento científico se asocie el de los médicos chilenos; que nuestros estudios hagan ver cuál es el verdadero carácter de los hombres criminales, y que demostremos á nuestros legisladores que, á la vieja y bárbara teoría que veía en la pena un castigo impuesto al delito, es necesario substituir la noción más humana y más en armonía con la naturaleza de las cosas, que ha despojado á la pena de ese carácter de venganza, para ver en ella solamente una defensa de la sociedad en contra del crimen (
Termina su disertación meditando sobre la joven raza americana. Frente a la vieja estirpe europea, capaz de generar “hombres de genio” o “degenerados superiores”, las elites americanas deben estar dispuestas a recibir y adaptar los conocimientos producidos en otras latitudes:
Como ha observado el mismo Lombroso que acabo de citaros, mientras más vieja es una raza, en su degeneración misma encontrará más fuentes de neurosis y por consiguiente de genialidad, y al mismo tiempo una razón para que en su población encuentren resistencias los descubrimientos nuevos.
Esto nos explica el hecho contradictorio que pueblos que son en masa ultra-conservadores en política y en religión, sean los que han producido los más grandes revolucionarios en los diversos ramos de la actividad humana. Las razas nuevas no han desarrollado todavía en su seno esos gérmenes de degeneración de que brota la originalidad y el genio, no producen grandes revolucionarios religiosos y científicos, pero pueden, en cambio, apropiarse los descubrimientos y las ideas revolucionarias de los otros (
En suma, las elites liberales del nuevo mundo estarías llamadas a importar conocimientos y destrezas con el fin de mejorar la raza y que las utopías tecnocientíficas sean posibles en nuevos territorios:
Y así, las nuevas ideas que salen de la vieja Europa, donde deban morir estériles, por falta, no de quién las crea, sino de quien las comprenda, irán á encontrar en el Nuevo Mundo quién las perpetúe fecundándolas y aplicándolas; así como el fruto inspirador de la vid, el primer consuelo y el primer pecado del patriarca asiático, principia á volvernos ya modificados y mejorados del Nuevo Mundo, donde por tanto tiempo pareció extraño(…) así como la libertad política, sueño utópico y envidiada meta del viejo continente, echa raíces sólidas y seguras en el mundo americano, de donde los grandes pensadores europeos recibirán nueva fuerza para sus trabajos y la última mirada de consuelo para una vida desconocida y burlada (
En 1908, en vísperas del centenario de la independencia (1910) y algunos años más tarde de los discursos y escritos del Dr. Orrego Luco, se celebró en Chile, el Cuarto Congreso Científico (Iº Panamericano). Las dos secciones con mayor número de trabajos fueron, la de Ciencias Médicas e Higiene, dirigida por el médico chileno-alemán Germán Greve (1869-1854)
Los pueblos de América acrecientan su población por la inmigración. El beneficio es indiscutible. Si en cada puerto de entrada se establecieran gabinetes de identificación, no tendríamos tantos criminales, hay que defenderse de los agitadores, de los gremios obreros y de los anarquistas (
Frente a anteriores oleadas inmigratorias, consideradas de manera positiva por la llegada de trabajadores y colonos europeos que iban a contribuir a la construcción de los estados nacionales y que dieron lugar consignas como la de “gobernar es poblar” del argentino Juan Bautista Alberdi (
Las observaciones científicas sobre el control social de la población, del psiquiatra chileno Augusto Orrego Luco, se sitúan en el marco de la industrialización y sus consecuencias. El discurso de Orrego se articuló no solo desde la teoría médica, pero con vocación de ser incorporado a políticas públicas y registros del Estado. Las modernas estadísticas biomédicas introducidas bajo la lectura racial y discriminatoria de las clases populares, ofrecieron herramientas para definir la anormalidad física y de las conductas, siempre mediante un claro determinismo biológico. La “otra raza” -asiática, mesoamericana, vagabunda, criminal y degenerada- fue etiquetada así por el Estado liberal, para iniciar un proceso de proletarización o regeneración obrera (la construcción del
La teoría de la degeneración y su adaptación a la realidad chilena fue clave en la elaboración, por parte de Orrego Luco de su análisis sobre la cuestión social y de sus propuestas de intervención para construir la nueva colectividad que parecía necesitar el proceso de industrialización. La reproducción biológica de las masas obreras, sus enfermedades, el régimen alimentario, la influencia del clima o la geografía, etc., fueron los fenómenos biológicos estudiados por el médico chileno. Podemos concluir, pues, que Orrego Luco fue pionero de las reformas liberales en Chile, que fomentó a partir del lenguaje científico, una categoría de inferioridad biológica de los sectores populares, lectura positivista y racista, que perdurará y repercutirá en el discurso médico, y en la futuras políticas públicas conservadoras de la elite chilena.
Ministro del Interior, desde el 26 de junio hasta el 25 de agosto de 1897; ministro de Justicia e Instrucción Pública desde el 14 de abril hasta el 18 de junio de 1898, bajo la administración de Federico Errázuriz Echaurren, y ministro de Justicia e Instrucción Pública, desde el 23 de diciembre de 1915 hasta el 8 de enero de 1916, bajo la administración de Juan Luis Sanfuentes Andonaegui. Véase Reseña Biográfica Parlamentaria: Augusto Antonio Orrego Luco. Historia Política Legislativa del Congreso Nacional de Chile [en línea], disponible en:
El propio Orrego Luco fue miembro de la
Sobre el papel de los cambios climáticos y los fenómenos naturales, en el marco de la crisis de 1870, en la aparición de modelos (neo) coloniales muy agresivos y la aparición del “tercer mundo”, véase Davis (
Casi todas consideradas limitantes orgánicas de una población degenerada. INE, Instituto nacional de estadísticas (
En 1895, las estadísticas poblacionales chilenas incluían la enajenación mental, sutil dato para una nación que se desarrolla, pues establece una relación entre raza y patología mental. Véase INE (
Orrego Luco, Augusto (
La teoría weberiana del “monopolio”, íntimamente relacionada con otras categorías, como la de “clausura social”, ha sido aplicada al estudio de las profesiones y, en particular, de la profesión médica. Una síntesis de los acercamientos metodológicos al estudio de las profesiones, puede encontrarse en González Leandri (
Greve, realizó un peritaje a un criminal político, como fue denominado en la época a Antonio Ramón Ramón. Una metodología, que bordeaba entre la degeneración, el psicoanálisis y la antropología frenológica. Véase Sánchez (
Greve, Germán (1909-1912) “Ciencias Médicas e Higiene”, Trabajos de la V Sección. Tomo I.; y Porter, Carlos (1909-1912) “Ciencias Naturales, Antropologías y Etnologías.” Trabajos de la III Sección. Tomo I. En